El voto que definió el destino del ex presidente Lula da Silva sobre la decisión de no conceder el “Habeas Corpus” entre los magistrados divididos a favor y en contra de la medida fue el de Cármen Lucía, presidenta de la Corte Suprema Federal de Brasil (STF), la misma que habría mostrado mayor clemencia en 2010, al beneficiar a militares genocidas de la última dictadura brasileña.
A pesar de que la defensa insistió en que de forma reglamentaria la presidenta no podía votar para desempatar en habeas corpus, la decisión fue sometida a votación permitiendo a la jurista brasileña dar su sentencia en contra del recurso, habilitando de esta forma el encarcelamiento del candidato del pueblo del país suramericano.
La magistrada Cármen Lucía, de 63 años de edad, presidenta del Supremo Tribunal en la actualidad, es originaria de la ciudad de Montes Claros, ubicada en el estado de Minas Gerais. Estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais en 1977. Luego, obtuvo la maestría en Derecho Constitucional por la Universidad Federal de Minas Gerais y el doctorado en Derecho del Estado, por la Universidad de São Paulo en 1983.
Lucía llegó a su cargo en mayo de 2006, posterior a la jubilación del ministro Nelson Jobim, juramentándose en junio de ese año frente al entonces presidente Lula Da Silva, hombre contra el cual se posicionó el día de ayer en una jornada de 12 horas.
En 2010 la presidenta del STF, votó en contra de revisar la Ley de Amnistía de los represores de la última dictadura del país suramericano, quienes gozaban de la misma dictaminada en 1979, avalando con su decisión de mantenerla, en favor de militares que cometieron delitos de lesa humanidad contra estudiantes y trabajadores brasileños durante la dictadura militar.
Cabe destacar que se trata de la misma Corte Suprema Federal que en 2016 avaló la decisión del senado sobre la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff. La votación de quienes, como Lucía, se posicionaron en contra del candidato y ex presidente Lula Da Silva puede leerse en el escenario político como una continuación del golpe institucional de 2016, mediante el cual llegó al poder Michel Temer.