La capital colombiana sumó otra noche de represión por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) contra manifestantes en la plaza portal de las Américas de Bogotá.
De acuerdo a la información suministrada por las organizaciones de Derechos Humanos y testigos de la represión, los funcionarios lanzaron gases lacrimógenos contra personas que se encontraban documentando la acción policial.
Entre los heridos de la nueva represión por parte de la Esmad se encuentra un corresponsal de medio Colombia Informa.
A través de las redes sociales denunciaron que han realizado disparos contra civiles desde una camioneta y una moto en los barrios de Chicala y Britalia.
Este lunes se reportó el fallecimiento de Daniel Alejandro Zapata, convirtiéndose en la primera víctima fatal caída en la capital de Colombia, Bogotá, en el marco de las protestas sociales.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, lamentó «profundamente» la muerte de Zapata. No obstante, aseguró que en su despacho no tenían conocimiento de ese caso, por lo que ordenó el inicio de una investigación.
«No teníamos el registro siquiera de que Daniel Alejandro hubiera entrado por una lesión, no nos lo reportaron», dijo López en conferencia de prensa.
Según la organización Temblores ONG y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) hasta el pasado sábado se han contabilizado al menos 47 personas asesinadas, 39 como consecuencia de la violencia policial y 963 detenciones arbitrarias en el contexto de las movilizaciones.
Los colectivos advirtieron de 12 casos de violencia sexual, 548 desaparecidos, 28 víctimas de heridas en los ojos, 278 agresiones por la policía, y mil 876 hechos violentos. La mayoría de las víctimas mortales son jóvenes y cuatro eran menores de edad.
Confirman deceso de joven por represión
La Organización No Gubernamental (ONG) Lazos de Dignidad confirmó este lunes el deceso del joven Daniel Alejandro Zapata, quien permaneció en coma inducido desde el pasado 1 de mayo tras un ataque policial.
La ONG asegruró que el joven de 20 años permaneció internado diez días en un hospital de Bogotá (capital), el ataque se produjo cuando Alejandro Zapata se movilizaba con los trabajadores exigiendo cambio de políticas socioeconómicas en Colombia.
Por su parte, la concejal de Bogotá por la coalición Colombia Humana, Heidy Sánchez, exigió Justicia ante el crimen del joven estudiante, «fallece Daniel Alejandro Zapata, joven que fue impactado en la cabeza por un artefacto que disparó el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en Banderas, Kennedy. ¡Que nadie más nuera exigiendo sus derechos!», agregó.
Alejandro Zapata ahora hace parte de la lamentable lista de manifestantes asesinados por el ESMAD y miembros del Ejército en el marco de las masivas movilizaciones que se suscitan en el país desde el pasado 28 de abril.
De acuerdo a informes del Instituto de Estudios para la Paz (Indepaz) y la ONG Temblores, un total de 47 personas han asesinado desde el inicio de las protestas, de las cuales 39 fueron a manos por agentes de la fuerza pública colombiana.
Pese a la exigencia y clamor de los colombianos para que el presidente Duque desmilitarice el país para garantizar el derecho a la protesta, el jefe de Estado ordenó tanto a la Policía como al Ejército desplegar más hombres en todos los territorios, especialmente en Cali, donde permanece la minga indígena reunida con dirigentes sindicales y estudiantiles en la Universidad del Valle.
En el marco de las jornadas del Paro Nacional los colombianos han denuncia presencia de grupos paramilitares, quienes vestidos generalmente con camisetas blancas, atacan con disparos a los manifestantes y especialmente, a los líderes indígenas que buscan diálogo con el Ejecutivo.
Iván Duque se enfrenta a las críticas de su propio partido
Sin embargo, rectificó después de las fuertes críticas que le lanzaron algunos políticos de su propio partido y las imágenes en las que se ve a civiles armados enfrentarse a los manifestantes para evitar más bloqueos. Duque trata de apaciguar un estallido social que amenaza con hacer ingobernable su último año de mandato.
Los últimos en mostrarles su contrariedad al presidente, cada vez en una situación más difícil a medida que aumenta la tensión en las calles, son los miembros de su formación, el derechista Centro Democrático.
“El presidente Iván Duque ha afirmado que para no distraer el trabajo de la policía no vendrá a Cali. Para no distraer la bancada, con su abandono por mi ciudad, renuncio a la vocería del Centro Democrático”, anunció en Twitter un senador de la región, Gabriel Velasco.
Otra senadora de su partido, Paloma Valencia, le hizo un llamamiento público a ejecutar una acción militar “contundente y sostenida para restablecer el orden público”.
Duque respondió al llamado. Las escenas que llegaban de Cali eran preocupantes. La noche del domingo, ordenó el mayor despliegue policial del que el Estado sea capaz.
Le pidió a la guardia indígena, una de las cabezas de la protesta, que volviera a sus territorios para evitar confrontaciones. Los indígenas recibieron disparos de hombres armados vestidos de civil cuando trataron de levantar retenes y bloquearon coches en las zonas más pudientes de Cali. La tensión era máxima.
De madrugada, Duque voló en el avión presidencial hasta Cali, un trayecto de 35 minutos. Allí celebró un consejo de seguridad pública y conversó con el alcalde de esa ciudad, Jorge Iván Ospina, y la gobernadora de esa región.
A las cuatro horas regresó a Bogotá, donde le esperaba una reunión con los representantes del comité de paro. Del éxito de estas negociaciones dependería en buena medida el futuro de Duque, al que le restan 15 meses en el poder.
Un país bloqueado —o a medio gas por momentos— , con una gran incertidumbre y siendo cuestionado por instituciones internacionales por la actuación de la policía durante las protestas, convertirían en un serial el final de su mandato. Porque, según sus propias proyecciones, le quedan deberes por hacer, como impulsar una nueva reforma tributaria, esta vez más consensuada.
Colombia, sin unas nuevas reglas fiscales, corre el riesgo de aumentar su deuda y caer en el bono basura, según los analistas económicos. Duque está convencido de que es lo mejor para el país, aun a riesgo de comprometer su popularidad, muy tocada a estas alturas.
Pero antes tiene que sofocar unas protestas que van a alcanzar las dos semanas. Arrancaron por la inconformidad con la reforma tributaria. Duque la retiró y se deshizo de su ministro de Hacienda que la había ideado. La calle no se apaciguó. Anunció que los militares saldrían a patrullar las calles para tratar de mantener el orden, pero el descontento no hizo sino aumentar.
Ahora, desde su partido, que trata de rehacerse del golpe de impopularidad que ha supuesto apoyar la subida de impuestos, le piden que aplique más mano dura. Su mentor, el expresidente Álvaro Uribe, el líder de esa formación, una figura hiperpresente en la vida del país desde hace dos décadas, aconsejó al presidente, desde su cuenta de Twitter, aumentar los efectivos de policía y antidisturbios en Cali y que se detenga “a la horda de bandidos que han invadido la ciudad”.
En esa retórica no cabe la negociación con los manifestantes. Duque, por un lado, se ha mostrado firme en la condena de los disturbios y en su intención de desplegar más fuerza en los lugares tomados por los manifestantes. Eso sí, nunca se ha referido de manera explícita y directa a las muertes de jóvenes a manos de la policía, 27 que pueden llegar a ser 38, según HRW, que estudia los casos.
Organizaciones humanitarias denuncian también la desaparición de decenas de personas. Por otro, ha mostrado una predisposición al diálogo que no tuvo durante la primera semana.
En ese juego de equilibrios se mueve Duque para tratar de desactivar unas protestas muy dispersas y de muchos actores y factores que han paralizado una nación casi por completo. Los historiadores las consideran las más importantes de los últimos setenta años. Condensar las soluciones a todo ese descontento en un solo diálogo, en busca de un remedio aunque sea provisional, puede llevar tiempo. Y al presidente Duque no le sobra.
(Con información de Telesur, EFE y El País de España)