Francisco o Pancho Villa nace como José Doroteo Arango Arámbula el 5 de junio de 1878. Héroe o villano, mito y leyenda, Villa es probablemente el personaje mexicano más conocido en todo el mundo. Entre sus leyendas, como lo menciona Friedrich Katz, historiador y antropólogo austriaco, Villa fue un personaje polifacético: está Villa el Napoleón mexicano, o Villa el Robin Hood, el mujeriego o el asesino despiadado; también, es el único extranjero que desde la guerra de 1812 atacó Estados Unidos y salió ileso de la hazaña.
“Perdonaba y castigaba con mano firme, salvando a reos o ejecutando combatientes en sus actuaciones que las Leyes internacionales catalogan como delitos de la humanidad (…) era tal su transformación por momentos, que no se le podría aquilatar cuando era el hombre bueno o el hombre malo y su normal modo de ser”.[1] – Silvestre Terrazas (1973-1944), periodista.
National Photo Company Collection
Su primera leyenda heroica empieza en 1894. “La tragedia de mi vida empezó el 22 de septiembre de 1894, cuando tenía dieciséis años…” Villa relata en sus memorias que un día al llegar a su casa, se encontró a López Negrete, el dueño de la hacienda en la que trabajaba, la Hacienda de Gogojito, para mantener a su familia, pues su padre había muerto. El “amo, dueño de la vida y la honra de nosotros los pobres” estaba enfrente de su madre, quien le gritaba desconsolada que se fuera de su casa, “¿Por qué quiere llevarse a mi hija?” le preguntaba su madre. Villa, al escucharla, montó en cólera y corriendo fue a casa de su primo, tomó su rifle y disparó a Negrete en el pie, quien tras gritos de ayuda desesperados fue socorrido por cinco de sus criados armados, pero impidió, a pesar de estar mal herido, que mataran al joven Villa. Tras esta muestra heroica, Villa tuvo que huir de la hacienda con su caballo, pues bien podía terminar arrestado.
“Cuando en mi azoramiento me vi libre, monté mi caballo, y sin pensar más que en alejarme, me fui a buscar refugio entre las soledades de la Sierra de la Silla, que está frente a la hacienda de Gogojito. Mi conciencia me gritaba que yo había hecho bien. El amo, con cinco hombres armados, con todo el aparato de su poderío, había intentado imponer a mi hogar con una contribución forzosa a la honra. No le bastaba el sudor de sus siervos (…) necesitaba también a nuestras hembras”.[2]
Como forajido, vivió a partir de ese momento en las montañas de Durango, huyendo de la persecución de la ley y burlando una y otra vez a los perseguidores, como él lo relataría, hasta que meses después lo detuvieron y encarcelaron en San Juan del Río. Convencido de que lo matarían, logró escapar golpeando al guardia e instalándose ahora en las montañas de Los Remedios. Otras veces más logró burlar a los que buscaban capturarlo.
Así fue que poco a poco Villa asumió un rol de víctima tanto de los hacendados como de las autoridades porfirianas. Aunque Villa siempre se vio a sí mismo de esta manera, y como un héroe, es cierto que no todas sus intenciones fueron puras. Muchas veces robó a los ricos para dárselo a los pobres (hizo más lo primero que lo segundo).
En 1910, después de haber sido ya fugitivo por varios años, estalló la Revolución. Porfirio Díaz, el dictador que ocuparía el cargo en nueve ocasiones (sólo interrumpidas entre 1880 y 1884 por el periodo presidencial de Manuel González), se reelige como presidente este año. Francisco I. Madero promulga el Plan de San Luis desde Estados Unidos, en el que hacía un llamado a levantarse en armas contra la dictadura. Por su espíritu inquieto y sus ganas de luchar contra lo injusto desde pequeño, Villa decidió unirse a Madero en la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Por ser el “héroe” de los campesinos y de los súbditos a los hacendados, y por compartir el descontento general del pueblo contra la dictadura, logró juntar en 1913, tras la muerte de Madero, un pelotón compuesto sobre todo de la gente del pueblo. El ejército que comandó Villa fue probablemente el mayor ejército revolucionario que ha surgido jamás en América Latina: la División del Norte. Este ejército apoyó la lucha de Carranza y Zapata contra Huerta, quien se había proclamado dictador, y fue derrocado por ellos en 1914. Después de esta segunda revolución y victoria, Carranza y Villa se volvieron rivales.
Aunque pocas veces se le asocia como gobernante, y más bien como guerrillero, de 1913 a 1914 Villa fue gobernador provisional de Chihuahua. Tenía 35 años cuando asumió la gobernatura.
“Considerando que el Ejecutivo del Estado debe estar representado por un Jefe del Ejército Constitucionalista que conozca las necesidades de la entidad (…) y considerando que se deben apegar los actos de la Revolución al Plan de Guadalupe, es de acordarse y se aprueba que el puesto del Gobernador Provisional del Estado libre y soberano de Chihuahua, recaiga en el Sr. General Francisco Villa”. [3]
Durante este periodo expulsó del estado a los españoles acusados de ayudar a Huerta, imprimió diversos billetes y acuñó la moneda de plata. También decretó el establecimiento del Banco del Estado, sustituyó dueños voraces de las tiendas por “administradores honorables”, hizo más baratos los precios de la carne, el frijol y el maíz y reabrió el Instituto Científico y Literario, además de instalar el primer telégrafo inalámbrico del norte y reorganizar los ferrocarriles, entre otras labores. [4]
El 8 de enero de 1914 deja el gobierno en manos de Manuel Chao y reanuda sus actividades militares. El 20 de diciembre de 1915, Villa, tras una serie de derrotas por los constitucionalistas en las batallas de Celaya, Trinidad, León, Aguascalientes, Agua Prieta y Alamito, disuelve lo que queda de la División del Norte, se despide de sus hombres, y les ofrece libertad de regresar a sus hogares. Quienes deciden permanecer en la División, junto con Villa se dedican a hostilizar al gobierno de Carranza mediante tomas momentáneas de ciudades. [5]
Cuando Estados Unidos otorga reconocimiento a Carranza, quien había pactado la entrega de México, Villa, disgustado y enfurecido resuelve el 10 de enero de 1916, en Santa Isabel, Chihuahua, dar muerte a 18 estadounidenses. En la madrugada del 9 de marzo de 1916, en Columbus, Nuevo México, se repite la historia; para vengarse de Estados Unidos, Villa junto con sus tropas iniciarían una gran batalla contra el ejército de Estados Unidos. Después de este episodio provocaría su persecución por parte del ejército norteamericano, pero nunca lo lograron capturar, pues logró burlar a sus perseguidores por más de once meses.
Pancho Villa conduciendo a sus seguidores a Estados Unidos en 1916
Tiempo después retomó y continuó su actividad guerrillera. Al caer Carranza en 1920, el nuevo presidente Adolfo de la Huerta le ofreció un rancho en Parral (Chihuahua) y amnistía a cambio de que suspendiera sus actividades y se retirara de la política, trato que Villa aceptó y se retiró pacíficamente.
El 20 de julio de 1923, tres años después, fue asesinado en Parral por motivos políticos, durante la presidencia de Obregón.
***
Referencias:
[1] Aguilar Mora, Jorge. Una muerte sencilla, justa, eterna: cultura y guerra durante la Revolución mexicana. Ediciones Era S.A. de C.V.: México, 1990
[2] Katz, Friedrich. Pancho Villa. Ediciones Era, S.A. de C.V., 1998 p.17
[3] Visión histórica de la frontera norte de México, Volumen 5. Universidad Autónoma de Baja California. Editorial Kino S.A. de C.V.: México, 1994, p.17
[4 y 5 ] http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/VIF78.html, consultada el 4 de noviembre de 2014.