Alrededor de las nueve de la mañana, el Papa Francisco llegó al Palacio Nacional para el encuentro con Enrique Peña Nieto. Frente a los invitados especiales, el líder religioso destacó que cuando se busca “el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte».
Por ello, hizo un llamado al diálogo con el pueblo y entre todo el pueblo: “a los dirigentes les corresponde trabajar en ser dignos actores de su propio destino”.
Tras hablar de los recursos naturales y la importancia estratégica de la ubicación de México, el Pontífice recordó al gobierno mexicano que “pueden contar con la colaboración de la Iglesia Católica”.
Por su parte, Enrique Peña Nieto señaló que “las causas del Papa son las causas de México”, pues aun cuando la democracia se extiende en el mundo, resurgen grupos intolerables que realizan actos de violencia.
Al finalizar los discursos, el líder religioso saludó a algunos de los asistentes, entre los que se encontraban Jesús Ortega, Agustín Basave, Ricardo Anaya, Isabel Miranda de Wallace, así como los gobernadores de Michoacán, Chiapas y Oaxaca.
Paradójicamente, el Pontífice -quien no aceptó reunirse con los familiares de Ayotzinapa– insistió durante la ceremonia en que la principal riqueza de México hoy son sus jóvenes. “Un poco más de la mitad de la población está en edad juvenil», recalcó.