En un artículo publicado en la revista Vice, se hace un recorrido sobre lo que ha pasado con un movimiento que en los ’90 parecía un fenómeno revolucionario y que hoy sólo es una ruta de protección del narcotráfico.
En la actualidad, Sendero Luminoso está liderado por los hermanos Víctor y Jorge Quispe Palomino. Según las autoridades de Lima, el remanente de Sendero Luminoso que tenía secuestrados hasta hace unos días a 39 personas, entre ellas 26 menores «utilizaba a las mujeres para procrear y trabajar en los cultivos y la crianza de animales y adoctrinaba a los niños para ser posteriormente enrolados en la actividad subversiva».
«Son mercenarios, desconocen la ideología, al marxismo-leninismo-maoísmo prácticamente lo han tirado al tacho». Así definió Abimael Guzmán, el líder de la guerrilla comunista del Perú, Sendero Luminoso, desde su reclusión carcelaria, a la única facción del grupo terrorista que continua la lucha armada en la escarpada zona de selva montañosa del Valle Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM).
«Este grupo que se autodenomina Sendero Luminoso no existe fuera de la aislada zona del VRAEM. El Sendero Luminoso de Guzmán ya dejó la guerra popular y busca, sin muchas posibilidades, participar en las elecciones a través del Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF)», asegura Rolando Ames, miembro de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, cuya máxima responsabilidad fue elaborar un informe sobre la violencia armada interna vivida en Perú durante el período comprendido entre los años 1980 y 2000 y que también establece las responsabilidades de los excesos de los militares y los paramilitares en su combate contra el terrorismo.
El grupo terrorista Sendero Luminoso, que desató un conflicto armado en los años 80, fue descabezado en 1992 cuando Abimael Guzmán y su compañera sentimental y miembro de alto rango de la guerrilla, Elena Iparraguirre, cayeron apresados en una operación realizada por el Grupo Especial de Inteligencia. La plana mayor de la cúpula de la organización también fue detenida en esa y otras operaciones paralelas llevadas a cabo en ese mismo período.
Con la mayor parte de sus líderes encarcelados, Guzmán, conocido por sus correligionarios como «Presidente Gonzalo», admitió en 1993 su derrota y pidió la paz al gobierno de Alberto Fujimori. En 2009, MOVADEF, liderada por Alfredo Crespo, abogado defensor de Guzmán, se constituyó con vocación de partido político para actuar en el marco democrático en línea con los senderistas favorables al acuerdo que, en su momento, dieron respaldo a las demandas que el presidente Gonzalo lanzó desde la prisión.
Los miembros de Sendero Luminoso en el VRAE renegaron del líder fundador del grupo armado tras su recapitulación y siguen con la lucha armada en esta zona de difícil acceso de la alta selva peruana. Ahora sufren una situación de repliegue progresivo debido al aumento de las campañas militares y al fortalecimiento de la presencia militar e incremento de las acciones basadas en la inteligencia que las fuerzas de seguridad han llevado a cabo en los últimos años. Una estrategia con la que lograron abatir a ex cabecillas como Alejandro Borda Casafranca (alias «Alipio») y Martín Antonio Quispe Palomino, (alias «Gabriel»).
Estos golpes que los militares lograron asestar a la organización, asegura Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros y autor de Sendero: Historia de la guerra milenaria en el Perú, «provocaron que después de un período de mayor acercamiento a sus bases sociales, de mayor entendimiento y menos brutalidad pusieran el foco en una labor sistemática de contrainteligencia y de purga en la que hasta, donde yo sé, asesinaron a varias personas: algunos eran agentes de las fuerzas de seguridad infiltrados, otros no».
Fue, añade este experto, «como una especie de salto para atrás, de retorno a la brutalidad de la época de Guzmán aunque en una escala mucho menor. De nuevo, la paranoia, de nuevo los juicios rápidos apresurados, seguidos de ejecuciones sumarias», explica Gorriti.
El Sendero Luminoso post Guzmán «ya no es un proyecto político, sus líderes son ahora combatientes que mantienen el nombre de Sendero Luminoso porque da mucho miedo y tiene cierta épica, pero no planean tomar el control del país e instituir un estado diferente, tienen un discurso mucho menos elaborado y sólo controlan la salida de la coca», detalla Santiago Roncagliolo, escritor y periodista peruano y autor de «La cuarta espada» un libro que recorre la historia de Sendero Luminoso a través del retrato de su líder.
De hecho, el Departamento del Tesoro de EE.UU. incluyó el pasado junio a este grupo armado en la lista negra de narcotraficantes internacionales. «Desde su fundación hace más de tres décadas, Sendero Luminoso ha evolucionado desde un grupo terrorista militante a una organización narcoterrorista responsable del tráfico de cocaína a través de Suramérica», indicó John E. Smith, director interino de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro estadounidense.
Gorriti afirma que «la coca como fuente de financiación siempre ha derivado mayormente del rol de Sendero Luminoso como protector de las rutas del narcotráfico».
Sin embargo, explica, «esto sucedía en mayor medida cuando la principal manera de sacar la coca de la región era a pie, algo que ha disminuido significativamente debido a la proliferación de los narcovuelos y al repliegue de los efectivos del grupo comandado por los hermanos Quispe Palomino hacia zonas donde cuentan con mayor apoyo social y que no necesariamente coinciden con las áreas donde se concentra la mayor actividad del narcotráfico».
Hoy, explica Gorriti, el grupo armado tiene muy pocos efectivos «no más de 400 personas en lo que se refiere a la fuerza principal de movilización», además añade «están envejeciendo y no parece que cuenten con una buena sucesión».
«Todo se ha vuelto muy confuso y muy pequeño. Ellos sólo pueden moverse en zonas que están cercadas por los militares y llevan décadas peleando allí», asegura Roncagliolo, para quien los miembros de esta facción ya sólo luchan por su simple supervivencia.