La Justicia argentina investiga una “ceremonia de bautismo” que provocó daños en la salud de varios de los soldados del Regimiento 14 de Paracaidistas del Tercer Cuerpo de Ejército, en la provincia de Córdoba.
El hecho que ha causado conmoción en la opinión pública del país trasandino se registró el pasado 17 de mayo, cuando oficiales le arrojaron cal viva y sidra en la cara a los oficiales recibidos, lo que les provocó heridas de distintas gravedades a los jóvenes.
Desde el Ejército confirmaron los hechos ocurridos en el campo de instrucción de Córdoba. «Se ordenó el inicio de actuaciones disciplinarias internas, en el marco de las cuales se determinó la existencia de una falta disciplinaria por ausencia de control. A todos los responsables se les impusieron las correspondientes sanciones disciplinarias», indicaron.
Sin embargo, señalaron que se produjo «un error» ya que se confundió ese material típico de la construcción con harina.
Sin embargo, el polémico bautismo representa apenas el primer capítulo de una trama que incluye amenazas, humillaciones y castigos.
En las últimas horas, salió a la luz el testimonio de uno de los soldados, que fue víctima de sus superiores, así como nuevos videos de la ceremonia, consignó Página 12.
«Nos dijo que si nos escuchaba hablar del tema se encargaría de callarnos a trompadas», relató uno de los soldados, quien pidió mantener su identidad en reserva, y señaló al mayor Eduardo Paván como el autor de las amenazas.
En las últimas horas, se conoció el testimonio de uno de los soldados, que fue víctima de sus superiores, y aparecieron nuevos videos. «Nos dijo que si nos escuchaba hablar del tema se encargaría de callarnos a trompadas», relató uno de los soldados, quien pidió mantener su identidad en reserva, y señaló al mayor Eduardo Paván como el autor de las amenazas.
En conversación con el medio, Perfil Córdoba, el cadete explicó que ingresó al Ejército en 2023. Durante el periodo comprendido entre abril y mayo hizo el curso de paracaidista, y realizó cuatro saltos. A finalizar el primero, hubo una ceremonia de bautismo, que consistió en arrojarles harina en el rostro y sidra en la cabeza. El episodio no tuvo consecuencias gravosas y no trascendió a pesar de que este tipo de prácticas fueron prohibidas por el Ministerio de Defensa después de la muerte de un solado en Corrientes.
«Nunca nos dijeron que estaban prohibidos», relató.
Sin embargo, la situación cambió el viernes 17 de mayo, al concluir el último salto, ya que aunque se repitió la escena, en vez de harina, los soldados recibieron cal viva, lo que les ocasionó quemaduras en el rostro, el esófago, el estómago y los pulmones. Dejando un total de 35 jóvenes intoxicados.
«Nos hicieron formar fila, uno al lado del otro. Nos dijeron que nos iban a tirar harina y nos tiraron cal viva. Yo estaba en el tercer grupo. Cuando la arrojaron al segundo grupo, por el viento nos dimos cuenta de que era un polvo más espeso, arenoso. Hasta que llegaron a nosotros. Todos recibimos cal. Los que nos tiraban se dieron cuenta de las reacciones que íbamos teniendo. Nos llevaron a la sección Sanidad del regimiento y nos hicieron lavar la cara. Fue peor porque la cal reacciona con el agua», relató el soldado.
«En Sanidad atendieron los casos más graves, aunque no tenían muchos elementos para asistirnos. De ahí prepararon un camión y nos llevaron al Hospital Militar. Estuvimos una hora hasta que nos atendió el médico en el hospital. No dábamos más», enfatizó.
Amenazas a los soldados víctimas de los abusos
Pese a la gravedad de los hechos registrados, no se sabia nada de lo acontecido con los soldados hasta que se filtró un video en las redes sociales, que dejó al descubierto la brutal escena del bautismo con cal.
La justicia argentina se encuentra investigando tres delitos: en primer lugar, la práctica, conocida popularmente como «bautismo», está prohibida en todas las ramas de las Fuerzas de Seguridad; en segundo lugar, la utilización de cal y las serias lesiones que provocó en los 35 soldados; y tercero, los intentos de las autoridades castrenses por encubrir el hecho, llegando incluso a amenazar a las víitimas.
«El lunes siguiente (20 de mayo) el mayor Paván, cuando hicimos la formación, nos advirtió que no se debía hablar del tema afuera y menos adentro. Nos amenazó. Nos dijo que, si nos escuchaba mencionarlo, se encargaría de callarnos a trompadas. Nadie más quiso hablar. Cuando intentamos llamar a la ART para recibir asistencia médica, el mayor Paván se enteró, nos hizo formar a los 35 y nos dijo con tono intimidante que no debía salir absolutamente nada. Quería que les avisemos antes de pedir asistencia médica afuera», relató el soldado.
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