Evidencias de elementos reaccionarios que no solo tuvieron la misión de expulsar del poder al fallecido Hugo Chávez en 2002, sino también acabar con su vida, afloran a raíz de la crisis que involucra a Estados Unidos en el desconocimiento de Nicolás Maduro como presidente constitucional de Venezuela.
Como recuerda el medio canadiense Global Research, existen pruebas que implican a la CIA y al FBI en el crimen del ex fiscal de Venezuela, Danilo Anderson, cometido el 18 de noviembre de 2004, justo cuando indagaba los nexos entre Giovani José Vásquez de Armas, integrante de un grupo paramilitar de derecha colombiano, y agentes norteamericanos implicados en el fallido golpe de estado contra Chávez.
El antecedente da cuenta del modus operandi que elementos del gobierno estadounidense podrían desplegar en la actualidad para deshacerse de Maduro con la ayuda de Colombia, inclinando la balanza del poder en favor de Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional a quien Trump reconoció en enero como presidente «encargado» del país caribeño.
«Vásquez de Armas dijo que durante una reunión en Darien, Panamá, el 4 y 6 de septiembre de 2003, un oficial del FBI llamado ‘Pesquera’ y un agente de la CIA llamado ‘Morrison’ asistieron a una reunión con dos de los presuntos participantes del complot, Patricia Poleo y Salvador Romani, al igual que dos personas que ejecutaron el asesinato (con un carro bomba), Rolando y Otoniel Guevera», escribió Alessandro Parma de Venezuela Analysis.
En la cita, «el FBI y los conspiradores venezolanos acordaron ‘deshacerse de Chávez y el gobierno'», declarando como principal objetivo «matar al presidente Chávez y al fiscal».
Hugo Chávez murió en marzo de 2013 producto de un cáncer que él mismo denunció como «inducido» por EEUU, como ocurrió con el líder palestino Yasser Arafat.
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