Bogotá, Colombia. 25 de febrero de 2019. En horas del mediodía tres presidentes, dos vicepresidentes y varios diplomáticos participan en una reunión del Grupo de Lima para definir las próximas acciones de asedio contra Venezuela, esto tras el fracaso de los montajes ejecutados el sábado pasado en Cúcuta, ciudada colombiana ubicada en la frontera.
Los presidentes en el recinto son: de Colombia, Iván Duque; de Guatemala, Jimmy Morales y de Panamá, Juan Carlos Varela. Los dos vicepresidentes son: de Brasil, Hamilton Mourão y de Estados Unidos, Mike Pence.
En el mismo recinto está presente Juan Guaidó, el extremista de derecha miembro de la célula terrorista Voluntad Popular. Está sentado a la diestra de Mike Pence, un gesto meramente simbólico que pretende dar valor institucional y afectivo a la operación montada por Washington que busca crear un Estado paralelo forajido para apoderarse del poder político en Venezuela y así tomar control de su economía y recursos.
Duque, el aliado nervioso
El primero en hablar es Duque, el anfitrión. El titular colombiano da una introducción sobre la supuesta situación en Venezuela, para luego desplegar una serie de argumentos falsos que sirvieron para allanar el camino de las siguientes declaraciones, sobre todo la de Pence.
Pero Duque necesitaba dejar claro que prefiere una estrategia que no contemple la intervención militar, pues ese escenario necesariamente sería ejecutado desde Colombia, cuestión que agravaría aún más la delicada y frágil situación social y económica que viven los colombianos.
Según Duque, el pasado sábado 23 de febrero en la ciudad de Cúcuta, Colombia, mientras un grupo de vándalos intentaron cruzar a la fuerza y violentamente a la frontera venezolana con el falso argumento de llevar una “ayuda humanitaria” -que no eran más que suministros de guerra- al vecino país, “todo el mundo presenció el crimen de lesa humanidad” que cometió «la dictadura de Maduro».
Esto lo dice Duque sin antes hacer referencia a los crímenes de lesa humanidad que sí se comenten en territorio colombiano, país en el que sólo durante su gobierno se han perseguido, asesinado y desaparecido a más de 150 personas entre campesinos y líderes sociales, eso sin mencionar los centenares de niños y familias que han muerto en La Guaijira colombiana producto de la hambruna, la pobreza extrema y enfermedades como la diarrea.
Duque tampoco dice es que esos supuestos crímenes que según él habría perpetrado «la dictadura» en Venezuela han sido desmentidos por diversos analistas que ha recogido pruebas audiovisuales suficientes para establecer que no son más que burdos montajes comunicacionales, pero eso es algo que al presidente colombiano no le interesa, de hecho lo omite con toda intencionalidad.
Para el jefe de la Casa de Nariño, un empresario adinerado, los supuestos hechos a los que se refiere son la excusa que necesitaban para aumentar definitivamente “el cerco diplomático” y económico contra Venezuela, eso a pesar que paralelamente declaran que la población venezolana «muere por hambre» y por «falta de medicinas».
Para ello Duque alega que desde ahora su gobierno y los que integran el cartel de Lima, deben entregar a Guaidó todos los bienes de Venezuela en sus países, así como también el control total de los activos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
“Todo el mundo vio los actos de barbarie”, asegura Duque, algo que según él “selló la derrota de la dictadura”. En ese sentido, volvió a retomar las amenazas contra la Fuerza Armada Bolivariana de Venezuela (FANB) y les exigió -de manera injerencista- a estar “del lado correcto de la historia”.
De igual forma dijo -de forma amenazante- que la “ayuda humanitaria” entrará a Venezuela “en el momento indicado” y pidió a la Organización de Estados Americanos (OEA) –instancia que abiertamente llama a acabar con la democracia venezolana, a “adoptar sanciones pertinentes por lo ocurrido este fin de semana”.
“El cerco diplomático por parte de nosotros es irreversible (…) Hoy debemos hacer el llamado para que se active el efecto dominó”, acotó Duque quien alega que en Venezuela gobierna un “terrorismo de Estado”, que es complaciente “con el crimen”, sin mencionar que el presidente Maduro fue electo en comicios libres el pasado 20 de mayo de 2018, con más de 67% de los votos.
Las insolvencias de Guaidó, el presidente forajido
Una vez baja de la tarima Duque, el protocolo del acto le da la palabra a Guaidó quien comienza su discurso bajo el mismo libreto norteamericano: “la masacre del fin de semana”; la frase más repetida durante jornada que los asistentes pretendieron avalar con cifras falseadas y sin ningún tipo de respaldo.
Seguidamente Guaidó pide a los asistentes a realizar “un minuto de silencio por la masacre que sufrió el pueblo de Venezuela el sábado 23”, un teatro del absurdo para su intervención.
El minuto generó incomodidad en la sala, se reflejó en la cara de los invitados, sobre todo en la del propio Guaidó.
Sin que se cumpliera el minuto Guaidó se sienta, toma el micrófono y dice: “Que ese minuto reconforte las almas y a los familiares de las víctimas”.
Pero lo cierto es que la jornada del sábado no tuvo fallecidos producto de la que ellos calificaron «represión de la dictadura de Maduro». La única persona asesinada fue Carlos José Salinas, primo y asistente personal de Freddy Superlano, ambos miembros de Voluntad Popular, quienes fueron envenenados con burundanga en un motel de Cúcuta luego de haber contratado un par de prostitutas. Superlano salió con vida del envenenamiento, no sin antes pasar varias horas en un hospital.
En la reunión realizada en Bogotá, Guaidó hizo una petición a «la comunidad internacional» para que se le reconociera como “presidente legítimo”, hecho que viola no sólo el derecho internacional sino la propia Constitución Bolivariana de Venezuela.
Y es que ser reconocido como «presidente» es algo que verdaderamente le ha costado, sobre todo en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde el gobierno constitucional de Venezuela lleva adelante una campaña para frenar las pretensiones de EEUU de crear un Estado paralelo.
“Ser permisivos con la usurpación de poder que ha llevado adelante este grupo sería una amenaza para la democracia de toda América (…) Se trata de un régimen forajido”, dijo Guaidó en referencia al gobierno constitucional que lidera Maduro, una cita que pareciera definir más al intento de usurpación que encabeza él en complicidad con los gobiernos de derecha de la región y EEUU.
Pero ante la lentitud que ha tenido la ejecución del plan de Washington, Guaidó trata de obligar a los gobiernos de la región a ejecutar una intervención militar contra Venezuela.
“La presión apenas empieza por parte de una región determinada, dispuesta a poner de su fuerza para recuperar valores fundamentales”, alega el «interino», quien insta a no tener «dilemas» entre las palabras “guerra” y “paz”, sino más bien entre “democracia” y “dictadura”.
Así Guaidó deja abierta la posibilidad de intervenir militarmente en Venezuela, pero para ello necesita que sea creada una coalición de fuerzas armadas de la región.
Estas fuerzas -según Guaidó- quien hizo referencias a ellas de manera muy solapada, deben trabajar bajo la premisa de que no se deben “permitir masacres como las que están pasando en Venezuela”.
Así, de forma insistente, llamó a los presentes a “cesar la usurpación”, al “momento de actuar determinadamente” a pesar de la “posición incómoda” de “nuestro país”, en “todos los escenarios internacionales posibles” y aplicar “toda la fuerza para que cese esa situación dramática en Venezuela”.
Mike Pence, el Jefe del cartel de Lima
Una vez que termina Guaidó, toma la palabra Mike Pence. Antes, Guaidó busca cruzar la mirada con el vicepresidente estadounidense para verificar su aprobación, luego voltea para ver la reacción de otro del prófugo de la justicia venezolana Julio Borges -autor intelectual del intento de magnicidio contra el presidente Maduro el 4 de agosto de 2018- quien haciéndole un gesto de «sí» con la cabeza, aprueba su intervención. Se ganó su hueso.
El segundo de la Casa Blanca inicia su intervención, pero antes se desmarca de los latinoamericanos y sube a una tarima especial para ese efecto. Una luz blanca que lo destaca aún más.
Pence abona en su discurso sobre la supuesta “brutalidad que el mundo vio este fin de semana” y en contrapeso dice: “viene un nuevo día en Venezuela, el socialismo está muriendo, la democracia está renaciendo”.
Pence acota que en nombre de Trump lleva un mensaje “simple” a los venezolanos: “estamos con ustedes 100%, con Guaidó, seguiremos apoyándolos hasta que la democracia y la libertad sean restauradas, no hay vuelta atrás”.
En ese sentido sostiene que “los eventos de los últimos días han servido para fortalecer nuestra determinación” y agrega: “Colombia es nuestro socio más importante en la región, razón por la que cualquier amenaza a su seguridad enfrentará toda la determinación nuestra”, es decir, la guerra frontal contra los venezolanos.
Frases como “Nicolás Maduro es un usurpador que debe irse del poder”; “la lucha por la libertad ha comenzado”; “los leales a Maduro se volvieron contra su propio pueblo”, «los leales a Maduro son delincuentes capacitados en Cuba” y otras referentes al incremento de las sanciones económicas y coercitivas contra el país suramericano, reinaron durante toda su intervención.
Pence no bajó el tono amenazante y dijo que EEUU va a profundizar las sanciones contra Pdvsa, aumentará el bloqueo en el acceso de dinero a los venezolanos mediante el boicot del sistema financiero internacional y transferirá todos los bienes del Estado venezolano a manos de Guaidó. La criminalidad del cartel de Lima en hechos concretos.
“Ha llegado el momento de que hagamos más, bloquear el sistema financiero, debemos cumplir con estas promesas. Hoy EEUU insta a denegar acceso al régimen de Maduro al financiamiento y seguir aislando a la dictadura, a congelar de inmediato los activos de Pdvsa, a transferir la propiedad de activos venezolanos al gobierno del presidente Guaidó, hay que hacerlo de inmediato, restringir la entrega de visas, habilitar el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo a Guaidó, debemos hacerlo hoy e implementarlas mañana, esas son las instrucciones del presidente Trump”, expresó Pence.
El vicepresidente estadounidense llamó abiertamente a dar mayores sanciones a las “redes financieras” del gobierno venezolano, aumentar “la presión económica y diplomática” para lograr “la transición pacífica”, aunque “todas las opciones están sobre la mesa”.
Pence volvió a chantajear a los militares de la FANB y con carácter extorsivo los instó a reconocer a Guaidó por la “seguridad de sus familias” o sino asumir las consecuencias de sus actos.
“Deben elegir aceptar la generosa oferta de amnistía del presidente Guaidó”, como lo dijo Trump hace una semana, recordó Pence, “para que puedan vivir su vida en paz junto a sus familias y compatriotas. Si deciden apoyar a Maduro no encontrarán un escape, perderán todo, no tendrán refugio seguro”.
Pero a pesar de esta amenaza extorsiva, Pence dice que “el presidente Guaidó no busca venganza” contra los militares y “Estados Unidos tampoco”; por ende “si toman las banderas de la democracia Guaidó y EEUU les darán alivio de las sanciones que serán adoptadas”.
Antes de culminar su intervención, Pence aseguró que “el pueblo venezolano se prepara para volver a tomar las calles”.
Guatemala, Panamá y Brasil aumentarán el bloqueo contra Venezuela
El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, se alineó a la Casa Blanca y comunicó que su gobierno aumentará las sanciones económicas y diplomáticas contra Venezuela.
En ese sentido calificó de “cerco diplomático” lo que aplicarán a la “dictadura de Maduro”, para hacer frente a “la represión de Maduro” y poder “hacer algo por la paz de la región”.
De igual forma lo hizo el titular de Panamá, Juan Carlos Varela, quien dijo que “el régimen de facto en Caracas” recibirá mayor “cerco diplomático”, para ayudar la “crisis política, económica y humanitaria” y en ese sentido instó a reconocer Guaidó como “presidente legítimo”.
El encuentro lo cerró el vicepresidente brasileño, Hamilton Mourão, quien dijo que el mensaje del presidente Jair Bolsonaro es realizar “una acción conjunta, equilibrada y potente” contra un “régimen no democrático, militarista y criminal” que tiene una “considerable capacidad ofensiva” que pudiera “traer actores extraños a la región” interesados en “mover piezas en el tablero de la confrontación mundial”.
En ese sentido, indicó que la “amenaza del régimen chavista” debe ser acabada y manifestó el apoyo de Brasil en aplicar la asfixia contra el pueblo venezolano.
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