Las Guarimbas no son la salida: Paz y reconciliación en Venezuela

Luego de la llegada del Comandante Hugo Chávez en 1.999 y la entrada en la palestra pública de la Revolución Bolivariana, como inicio de las transformaciones en el país latinoamericano, los procesos de cambio dentro de la estructura del gobierno no fueron fáciles. La oposición de ese momento, que se mantuvo pasiva en sus inicios, fue  tomando fuerza e incidiendo dentro de la vida pública, con marchas y protestas, que en esa época, terminaron en varios sucesos que causaron muertos y heridos tanto en las filas revolucionarias, como de oposición.

Luego de la partida física del ex presidente Hugo Chávez Frías (5 de marzo de 2013),  y la llegada de Nicolás Maduro (19 de abril de 2013), los sucesos no han sido muy distintos.

Las fuerzas opositoras, -aún con más ahínco-, se han empeñado en desplazar a Maduro del poder para así realizar el cambio en la estructura de gobierno, -que según ellos-, es pertinente. Sin tomar en cuenta procesos eleccionarios ni otros mecanismos dentro de las estructuras democráticas del país caribeño.

Uno de las acciones más fuertes que se establecieron fueron las Guarimbas (término popular que en la actualidad venezolana se utiliza para identificar una protesta violenta organizada en zonas residenciales, con cierre de calles, que iniciaron sin enfrentamientos con organismos del Estado), que, ya utilizadas en la era del ex presidente Chávez, resurgieron con más fuerza y con actos denominados terroristas por el Gobierno,  que terminaron en enfrentamientos con los cuerpos de seguridad del país.

Esto eventos, que iniciaron aproximadamente a finales de marzo y principios de abril, dejaron centenares de muertos y heridos,  sin lograr el cometido (sustitución por derrocamiento del presidente Maduro).

Dentro de este maremágnum de eventos de protestas, cierre de calles, enfrentamientos entre autoridades y manifestantes, el Presidente llamó al poder constituyente contemplado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 347 que dice:

“El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.”

Dichas elecciones fueron convocadas para el 30 de julio de 2017, con la intención de dar un nuevo dinamismo al Estado y,  “el encuentro con la paz” en palabras del propio presidente Nicolás Maduro.

Luego de la escogencia de estos representantes de la Asamblea Nacional Constituyente, -pesé al desconocimiento de algunos países y de la oposición interna-, el país logró paulatinamente la paz de los espacios públicos y el inicio de las jornadas diarias y cotidianas propias de los venezolanos.

Luego de haber transcurrido aproximadamente un año de estos sucesos en las calles venezolanas, el llamado es a la paz y a la reconciliación entre hermanos, en un país que ha sido catalogado en múltiples ocasiones como “el más alegre del mundo”, no puede ni debe, existir odio entre iguales, por menos la división por pensar distintos, ni la intolerancia.

Las autoridades y el pueblo en su conjunto están en la obligación de tomar la senda productiva, y llevar la tranquilidad a todos los espacios del país.