Venezuela parece vivir de nuevo el guion de una película que se ha escrito y reescrito muchas veces desde que, tras la muerte del Comandante Hugo Chávez, le tocó a Nicolás Maduro asumir el Poder y luego medirse en elecciones para que el pueblo le otorgará el cargo.
Sobre todos los procesos electorales que se han desarrollado desde entonces se ha impuesto la matriz mediática e internacional del fraude, incluso desde antes de que sucedan los comicios y se conozca un resultado. La estrategia se articula siempre desde distintos frentes, incluyendo el lobby de los Estados Unidos y de países de la región que responden precisamente a sus intereses.
En las elecciones de abril de 2013, en las que Maduro enfrentó al opositor Henrique Capriles Radonski, éste terminó llamando a los venezolanos a que «descarguen toda esa arrechera» después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciara los resultados que lo situaban como perdedor con 49,12% de los votos mientras Maduro obtuvo 50,61%.
Su llamado fue acatado y se reflejó en las calles con violentas protestas que dejaron un saldo de 11 fallecidos, incluyendo dos menores de edad, al menos 67 lesionados leves y 9 heridos de gravedad. Así como diversos destrozos, solo por mencionar algunos ejemplos, en 35 sedes de Barrio Adentro, 2 hospitales populares, 39 sedes de Mercal y casas de alimentación. Poco pudo este sector demostrar aquella teoría del fraude electoral.
En diciembre de 2015 la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ganó la mayoría calificada en la Asamblea Nacional venezolana: 109 de los 167 escaños. El triunfo fue adjudicado por el mismo Poder Electoral que siempre han criticado, exceptuando esa vez que, como salieron victoriosos, no hablaron de fraude de ningún tipo. Inmediatamente impulsaron un referendo revocatorio a Maduro que el CNE suspendió por irregularidades en la recolección de firmas previa.
Ese mismo año bajo la administración de Barack Obama Estados Unidos instauró lo que sería su política contra Venezuela de los últimos años. Aplicó las primeras sanciones y publicó su polémica Orden Ejecutiva en la que declaró al país una «amenaza inusual y extraordinaria». Su primera batería de medidas coercitivas incluyó bloqueos de cuentas y prohibición de ingreso a territorio estadounidense de funcionarios venezolanos. La OE se ha prorrogado desde aquel año.
En 2017 el país caribeño vivió, en palabras del Presidente Maduro, «la más grande agresión que jamás la Revolución Bolivariana había recibido». «Se pretendió incendiar a Venezuela, llenar de violencia el país y llevarnos a una guerra civil. Lo que hizo la oposición extremista fue intentar llevar a Venezuela a una guerra civil para justificar una intervención militar y colocar a nuestro país en una situación de dominación«, ha dicho Maduro.
Esos días lo protagonizaron sin dudas las guarimbas, barricadas, bloqueos, que comenzaron el 30 de marzo y se extendieron desde abril hasta julio, con toda la devastación que significaron y la ola de odio y violencia que se instaló desde los sectores más radicales de oposición. Uno de los hechos más lamentables fue la quema del joven Orlando José Figuera a quien manifestantes opositores acusaron de chavista y prendieron fuego en una de sus protestas mientras observaban y disfrutaban como se quemaba vivo. Para el 1 de mayo ya se contabilizaban más de 20 fallecidos, al 6 de junio sumaban 80 y el número total de víctimas fatales de aquella «gesta libertaria» opositora superó los cien decesos.
El país ardía y fue en ese contexto cuando el 1 de mayo de 2017 Maduro invocó el artículo 347 de la Constitución venezolana y firmó el decreto de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente «para reformar el Estado y redactar una nueva Constitución». La oposición, liderada entonces por el radical Leopoldo López (Voluntad Popular), Capriles Radonski y Julio Borges, calificó ese anuncio de «fraude constitucional» y llamó a «desobedecer semejante locura». El exhorto de Capriles Radonski nuevamente fue: «¡Pueblo a la calle y a desobedecer semejante locura!».
«Desde que se votó -con la ausencia de la oposición- la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) el 30 de julio, las protestas cesaron», reportó BBC Mundo.
En octubre de ese año se realizaron elecciones regionales en la nación. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo 17 de los 23 estados. Lo que contaba entonces El País de España es similar a lo que ocurre ahora en 2024: «A primera hora de la noche la oposición venezolana estaba convencida de que había ganado la mayoría de los Estados en disputa en las elecciones regionales. Pero, repentinamente, cuando la fiesta se preparaba, en el comando opositor comenzaron a aparecer las caras largas. El jefe de campaña de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) Gerardo Blyde, ha afirmado que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunciará unos resultados distintos a los que la oposición tiene: ¨Tenemos serias dudas de los resultados que se anunciarán en los próximos minutos¨».
Las sanciones estadounidenses arreciaron con Donald Trump, quien en 2017 prohibió el comercio con determinados bonos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Se sumó también ese año la Unión Europea con más sanciones y en mayo de 2018 cuando resultó reelecto Maduro, con 6.190.612 votos (67,8%), la presión internacional creció sin precedentes mientras la crisis en el país se agudizaba. Henri Falcón fue su contrincante opositor, obtuvo 1.917.036 votos (21%), no reconoció el proceso electoral y expresó que había «que hacer nuevas elecciones en Venezuela».
Luego, en 2019 la oposición venezolana supo marcar un precedente en la región. Nefasto, vale decir, porque además de atentar contra toda la normativa Constitucional de Venezuela profundizó la aplicación de un paquete de sanciones que terminó fortaleciendo la crisis que afectó no solo a los funcionarios gubernamentales, como prometieron Guaidó y EEUU, sino a todos los ciudadanos. Se reforzó la dupla Guaidó-Trump, aupada también por un Iván Duque en Colombia, un Mauricio Macri en Argentina y un Jair Bolsonaro en Brasil.
La leyenda del autoproclamado
La esencia en la forma de la oposición venezolana para hacerse con el poder ha sido la misma: cuando concurre a elecciones acusa fraude si pierde, cuando no quiere ir al proceso electoral llama a la abstención, y cuando quiere «innovar» emprende rutas como la orquestada en 2019 con el representante de Voluntad Popular, Juan Guaidó, quien entonces era presidente del Parlamento venezolano. La misma estrategia parece estar en marcha ahora en 2024.
«Ante Dios todopoderoso, Venezuela, juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres«, dijo Guaidó ante una multitud aquel 23 de enero de 2019 cuando en Caracas se autoproclamó Presidente de Venezuela en una fecha que no fue elegida arbitrariamente. Lo hizo el día en que la nación conmemoraba el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez y a solo semanas de la juramentación de Maduro como Presidente reelecto.
El reconocimiento del padrino Estados Unidos llegó casi inmediato, así como el de los 11 de países del llamado Grupo de Lima (todos a excepción de México).
El 24 de enero, EEUU ordenó a sus empleados que no fueran «fundamentales» salir de Venezuela. Izaron de nuevo la bandera de la «ayuda humanitaria» que por esos años fue su divisa. El 28 de ese mes, Washington sancionó a PDVSA y Guaidó toma la «estratégica decisión» de pedir a Reino Unido, país que lo reconoció al principio, prohibir a Maduro retirar las reservas de oro venezolano que están en esa nación. Esa solicitud mantiene aun los recursos venezolanos en manos del país europeo y en medio de una disputa legal.
El 22 de febrero se montó todo un aparataje mediático en la zona fronteriza con Colombia para promover y realizar el concierto Venezuela Aid Live, al que asistieron desde Alejandro Sanz hasta Juanes. Aprovechó la oposición ese momento y ese flanco para intentar ingresar una supuesta «ayuda humanitaria» sin ningún tipo de autorización. El Gobierno contuvo la arremetida, defendió su soberanía y en respuesta decidió cerrar las fronteras y romper relaciones con Colombia.
“En Ureña al frente estaba la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana, una llave impidió que avanzaran, un policía apagó el primer camión y logró parar la caravana, los opositores con furia comenzaron a lanzar más bombas molotov e incendiaron la supuesta ayuda humanitaria que resultó ser insumos para las acciones terroristas de calle o guarimbas, eran pitos, armas blancas, máscaras anti gas y otros elementos (…) En el Puente Simón Bolívar todo parecía llegar a su fin, los opositores avanzaron hacia Venezuela, Freddy Bernal logró llegar luego de una emboscada, se escuchó un grito de batalla, los milicianos en un solo cuerpo corrieron a los opositores que huyeron al ver tanta gente, eran los descamisados, sin zapatos, sin nada, solo sus voces que gritaron por la defensa de Venezuela”, contó la corresponsal de teleSUR, Madeleine García, quien cubrió los hechos.
Se acusó al Gobierno de Maduro de prender fuego a uno de los camiones, pero la mentira les estalló en la cara pues el mismo The New York Times indicó:
- Era una narrativa que cuajaba bien con las críticas por autoritarismo contra el gobierno venezolano: las fuerzas de seguridad, bajo órdenes del presidente Nicolás Maduro, prendieron fuego a un convoy de ayuda humanitaria mientras millones de personas en su país padecen enfermedades y hambruna.
- Pero hay un problema: parece que fue la misma oposición —y no los hombres de Maduro— quien accidentalmente prendió fuego al camión.
- Grabaciones no publicadas y obtenidas por The New York Times, así como filmaciones que sí se difundieron —incluidas tomas compartidas por el gobierno colombiano, que ha culpado a Maduro del incendio—, permitieron hacer una reconstrucción de lo sucedido. Esta sugiere que un cóctel molotov lanzado por un manifestante en contra del gobierno es el causante más probable del incendio.
- En algún momento, una bomba casera hecha con una botella fue lanzada a las fuerzas de seguridad que bloqueaban un puente que conecta a Colombia y Venezuela para impedir que los camiones con la ayuda pudieran cruzar.
- Pero el trapo usado para que estallara la mezcla del coctel se separó de la botella y, ya encendido, voló hacia el camión.
- El mismo manifestante es visible en otro video, unos veinte minutos antes de lo sucedido, impactando otro camión con un coctel Molotov, sin que ese vehículo se quemara.
- El gobierno venezolano fue ampliamente condenado después del incendio de la ayuda en febrero.
- La afirmación de que los camiones llevaban medicinas tampoco parece tener fundamento, según videos y entrevistas.
- La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), principal proveedor de la ayuda que estaba en el puente para ser cruzada desde Cúcuta, no tenía medicamentos listados entre los objetos que anunció como donación. Un funcionario de alto nivel que estaba en el puente ese día de febrero le dijo a The New York Times que el envío quemado contenía suministros como guantes y tapabocas, pero no medicamentos. Videos revisados por el Times muestran que algunas cajas tienen kits de cuidado e higiene, que, según lo que los estadounidenses identificaron en sus listas, tenían suministros como jabón y pasta dental.
Guaidó avanzó en su estrategia y hasta designó «embajadores» en distintos países, perjudicando incluso los trámites de migrantes que están en esos países ante los limbos jurídicos y constitucionales que generaba el ejercicio de su supuesto mandato.
Contó siempre con el respaldo de los medios y sus aliados internacionales. Pero se fue desgastando hasta situarse ahora en el exilio. Además, ronda sobre su «gestión» la sombra de la corrupción que tanto criticó al Gobierno venezolano. The Washington Post presentó en enero de 2021 una investigación sobre dos empresarios designados por Guaidó que estarían involucrados en trama que alcanzaría los 40.000 millones de dólares y PanAm Post acusó a dos enviados de Guaidó en Colombia de “malversar fondos relacionados a la ayuda humanitaria y la manutención de los militares en Cúcuta”.
La imposición de la salvadora
Guaidó también contó durante su «Presidencia» con el respaldo de la figura que hoy parece querer replicar su estrategia. Se trata de María Corina Machado, dirigente de la derecha extrema venezolana, fundadora del partido Vente Venezuela, promotora de la abstención hasta que cambió de idea de cara a estas elecciones presidenciales que se desarrollaron el 28 de julio.
Los Angeles Times escribió en octubre de 2023: María Corina Machado, la legisladora más votada en las elecciones legislativas de 2010 en Venezuela y que luego fue despojada de su investidura parlamentaria, años después de distanciarse de los principales líderes opositores y boicotear sostenidamente anteriores elecciones, contra todo pronóstico volvió al ruedo electoral y ahora figura como favorita para salir victoriosa en las primarias del domingo en las que los adversarios del presidente Nicolás Maduro elegirán a un candidato unitario para los comicios presidenciales de 2024.
La realidad es que desde mucho antes, 2017 o más allá, Machado dice que Maduro no es Presidente de Venezuela.
La realidad también es que nunca apostó a la unidad de la oposición. De hecho, otros ocho candidatos participaron en los comicios pero ella, en su ambición de ser protagonista y primera mujer presidenta de Venezuela, decidió presentar primero a la señora Corina Yoris como su cara visible y en último minuto se decantó por Edmundo González, un adulto mayor cuya figura ha usado para enfrentar al Gobierno. En ningún caso quiso apostar por otro político opositor pese a que sobran varios con largas trayectorias y descartó también la idea de postular a un joven líder que pudiera concentrar apoyos. Lo que hizo fue asegurarse de que ningún otro pudiera opacarla.
Las elecciones de este domingo transcurrieron de forma pacífica, pero lograron instaurar gracias a la mediática la idea de que González ya era el Presidente y que absolutamente nadie votaría por las fuerzas revolucionarias. Impusieron el miedo a quienes hablaban de Maduro como su candidato y una dictadura del silencio para quien pensaba distinto, incluso en sus mismas filas.
Su campaña estuvo centrada en consolidar su figura de la madre que rescata a su pueblo y le da el futuro que nadie más podrá. Sin embargo, su carisma no es conciliador, ni en las propias filas de la oposición es vista de ese modo, y se ha apoyado en el odio al «régimen» para captar adeptos que no logró captar en otros años de carrera política. En su estrategia no se esforzó por dos aristas transversales para asegurar una victoria: organización y movilización electoral. El gran fuerte estuvo en la puesta en escena de ella recorriendo Venezuela, dando la mano al pueblo y logrando, con un sinfín de rosarios al cuello, la mejor foto y video para las redes sociales y los medios internacional. Y a su lado, Edmundo.
En las elecciones de 2018 la MUD llamó al boicot de las elecciones: «Este evento prematuro y sin condiciones (…) es sólo un show del propio gobierno para aparentar una legitimidad que no tiene, en medio de la agonía y sufrimiento de los venezolanos«. Y fue esa misma Plataforma Unitaria la que apoyó la postulación de González para estas nuevas presidenciales.
A las seis de la tarde de este 28 de julio comenzó la verdadera estrategia de Machado. «Son las 6:00 de la tarde, llegó la hora!! Si no hay gente en cola, hay que cerrar las mesas. Es el momento de que tú puedas ver cómo se cuenta tu voto, papelito por papelito. A todos los testigos: TIENEN DERECHO A LLEVARSE EL ACTA. El acta es la prueba, asegúrate de tenerla y seguir el protocolo del Comando«.
Allí empezaron las primeras escaramuzas en algunos centros electorales. En respuesta a su solicitud de mantenerse en las calles y con un inusual énfasis en llevarse las actas.
«Venezolanos, esto es hasta el final. Eso significa quedarnos todos en los centros de votación hasta contar los votos y obtener las actas. Haremos prevalecer la verdad y respetar la Soberanía Popular«, ha reiterado innumerables veces.
De acuerdo con los datos presentados la madrugada del 29 de julio por Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano, Maduro resultó reelecto para el período 2025-2031 con el 51,20% de los votos (5.150.092 electores). Por su parte, González obtuvo 4.445.978 votos, lo que significa un 44,2%.
En ese mismo momento, el máximo titular del Poder Electoral denunció un ataque informático contra el sistema de transmisión de datos del CNE que retrasó la entrega de resultados y ha retrasado también la presentación de las actas.
De allí se ha agarrado Machado para acentuar la teoría del «fraude» e imponer a su nuevo «Presidente». El 29 de julio ante el furor de los medios internacionales así lo demostró: «Queremos decirle a todos los venezolanos y al mundo entero que Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia«, anunció. Mientras, González parece ir empujado, callado, con cara de no creerse la misma historia.
El lunes 29 en la tarde, Machado presentó una página para mostrar las actas que supuestamente tienen en su poder y demuestran la victoria de Edmundo con mas del 70 % de los votos. La página ha mostrado diferentes irregularidades y hay quienes han reportado incluso aparición de votos de gente fallecida.
Mientras tanto, durante ese día y la noche la violencia tomó las calles. Y los grupos aupados por Machado dejaron destrozos en distintos puntos del país. Quemaron estaciones de policía, dañaron unidades de los sistemas de transporte público, hirieron a efectivos de los organismos de seguridad e incluso en algunas ciudades saquearon comercios.
La agenda sigue su curso. Distintos países apoyan la estrategia de Machado y se ha sumado un actor con miles de millones de dólares: Elon Musk, dueño de la plataforma X, antes Twitter, quien ha hecho estos últimos días más campaña contra Maduro que cualquier partido opositor venezolano.
Según Machado, la victoria de Edmundo se ratificó también, como la autoproclamación de Guaidó, frente a una concentración opositora. La de ella ocurrió este 30 de julio.
Sobre la violencia que ha dejado fallecidos poco ha dicho, más allá de agradecer a sus «comanditos» el ayudarle a obtener la «victoria». Mientras el Gobierno los responsabiliza de la violencia que han desatado en las calles. Perú ha sido el primer país en reconocer a Edmundo como «presidente».
La noche de este 31 de julio Machado ha dejado el mensaje claro: «Ahora nos corresponde a TODOS hacer valer la verdad que TODOS conocemos. Vamos a movilizarnos. LO LOGRAREMOS. Es hora de tener CONFIANZA unos en otros. De mantenernos ACTIVOS y FIRMES. Tomó tiempo ganar; ahora toca COBRAR«.
Cuando salieron juntos a declarar el 29, Edmundo solo alcanzó a mencionar el refrán «la mentira tiene patas cortas». La pregunta es la mentira de quién. En todo este tiempo, traficar con la esperanza ha sido el mejor plan de gobierno de la oposición venezolana, mientras Estados Unidos amenaza nuevamente con recrudecer las sanciones.
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