Máximo jerarca de iglesia católica venezolana asevera que beatificación de José Gregorio Hernández llama al país a la unidad

“Venezuela necesita que despertemos del letargo y dejemos de ser limosneros para poder apropiarnos colectivamente de aquello que es del pueblo y se encuentra secuestrado por fuerzas internas y externas”, opinó el religioso.

Máximo jerarca de iglesia católica venezolana asevera que beatificación de José Gregorio Hernández llama al país a la unidad

Autor: Félix Eduardo Gutiérrez

Monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), máxima instancia de la iglesia católica del país suramericano, asevera que la beatificación del laico José Gregorio Hernández, llama al país a la unidad

 “Su beatificación nos llama a la unidad, porque José Gregorio es de todos, nos lo podemos apropiar y ojalá con sus virtudes”, destacó Azuaje en una entrevista para el diario Últimas Noticias.

En la nota se señala que los tres últimos papas de la iglesia católica, apostólica y romana otorgaron títulos a José Luis Azuaje, quien en 2002 era secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y hoy día presidente de esa institución que agrupa a la jerarquía eclesiástica venezolana.

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Monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), máxima instancia de la iglesia católica del país suramericano. Foto referencial: Web.

Juan Pablo II lo ordenó como obispo auxiliar de Barquisimeto, en el centro-occidental estado Lara, el 29 de marzo de 1999; Benedicto XVI lo designó obispo de El Vigía, en Los Andes venezolanos, en junio de 2016 y el Papa Francisco le hizo doble nombramiento: obispo de Barinas (agosto 2013) y arzobispo de Maracaibo (mayo 2018), actos reseñados en las páginas del Boletín Público de la Santa Sede y L’Observatore Romano.

-¿Cuál es el mensaje que se desprende de la beatificación del doctor José Gregorio Hernández?

-Primero, que Dios ama a este pueblo. Nos ha dado tres beatas y ahora un beato con la particularidad que es laico, nacido en un humilde pueblo, Isnotú, en el estado Trujillo, y se desempeñó en el mundo académico y de la ciencias, lo que le permitió testimoniar al Dios de la vida en su profesión. Segundo, es el compromiso serio que sale de la figura del doctor José Gregorio para todo el laicado en la vida cristiana. Él supo leer los signos de los tiempos y obró conforme a ese discernimiento en favor de muchos, principalmente de los jóvenes, los enfermos y los pobres; podríamos decir que él hizo la opción por los jóvenes y por los pobres mucho antes que la Iglesia institucionalmente en nuestros documentos lo hiciera. Esta es una gran enseñanza profética.

-¿A qué nos llama esa beatificación?

-Su beatificación nos llama a la unidad, porque José Gregorio es de todos, nos lo podemos apropiar y ojalá con sus virtudes. En un país tan divido y sin horizonte, ojalá sea él quien logre unirnos en un destino común: trabajar por el desarrollo humano integral y la paz social. Nos enseña que todos podemos ser santos. La santidad está en medio del pueblo de Dios. Cualquier persona puede ser santo y cada uno a su manera; más aún los laicos con sus delicadas responsabilidades en el medio social. Es fundamental, pues, el seguimiento de Jesucristo y el compromiso con las realidades humanas.

-¿Usted cree en los milagros?

-Como cristiano creo en los milagros. Mi especialidad es una de las ramas de la teología llamada Teología Fundamental, donde uno de los principales temas de estudio son los milagros de Jesús, su significación. Realmente el amor de Dios por su pueblo hace que se obren milagros en medio de la realidad humana. Estos milagros tienen una significación propia: glorificar a Dios en la recreación de su creatura; es decir, hacer nueva a la creatura y a la creación, donde se refleje el rostro de Dios. Por eso Dios sigue obrando milagros a través de sus intercesores. Fijémonos bien. El milagro obrado por Dios a través del doctor José Gregorio Hernández a una niña venezolana, es lo más cercano que tenemos ahora.

-¿Qué milagro pide para Venezuela?

-Venezuela necesita que despertemos del letargo y dejemos de ser limosneros para poder apropiarnos colectivamente de aquello que es del pueblo y se encuentra secuestrado por fuerzas internas y externas; un país que nos pertenece a todos, una inmensas riquezas que deberían llegar equitativamente al pueblo, pero principalmente a los más pobres. Si tengo que decir algo que se refiera a un milagro social sería que todos tengamos una conversión de corazón para poder ver al otro como un hermano y compañero de camino y no como al enemigo que hay que vencer; sería el milagro de la fraternidad y amistad social, que tiene que ver con la justicia, la libertad y la purificación de la razón.

-A la luz del Evangelio, ¿los obispos venezolanos interpretan alguna señal que Dios quiere enviarle a la humanidad con esta pandemia?

-Dios no abandona a su pueblo. Él está actuando. Muchos piden un milagro y no se dan cuenta que ya lo hubo. Para mí el hecho que ya se hayan elaborado varias vacunas que generan protección es un milagro porque se realizó en menos de un año; otra cosa es la distribución y que lleguen al pueblo. Pero sabemos que sin la vacunación de al menos un 70% de la población, no cesará la pandemia.

-¿La Conferencia Episcopal Venezolana tiene fe en la vacunación masiva?

-Aquí no se trata de tener fe, sino que es una obligatoriedad moral y humanitaria del Estado el proveer las vacunas al pueblo, especialmente a los más vulnerables, puesto que en fase de emergencia solo los Estados pueden tener acceso a las vacunas, porque si la venta estuviera abierta a todas las organizaciones, la misma Iglesia estaría haciendo los esfuerzos para traer al país vacunas, así que la responsabilidad es totalmente del Estado con sus instituciones. Hay que salvar vidas y esto pasa por un plan de vacunación que integre a todos, que evite el flagelo de la corrupción y muchas otras actitudes presentes en el país. Se deben seguir las pautas dadas internacionalmente y no creerse los innovadores porque esto no ha funcionado.

-Tomando en cuenta eso último, ¿cómo debe el pueblo de Dios asumir esta calamidad sanitaria?

-Cada crisis da posibilidad de ser creativos; los problemas y las crisis brotan para ser resueltos, no para generar nuevas crisis. Hay un punto focal: generar una nueva mentalidad y, por ende, nuevas formas de asumir la realidad. Nos toca asumir este tiempo como una experiencia pasajera de purificación y de creatividad en la construcción de algo nuevo. Esto tiene que ver con la visión que tengamos de la vida y de la historia. Si tenemos una actitud conformista, seguiremos iguales, dejamos que pase la pandemia para seguir iguales, una opción no muy alentadora; ahora bien, si vemos la pandemia como una oportunidad para salir con otra actitud cambian las cosas.

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