La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), presentó un informe en la más reciente edición del Foro Mundial del Agua realizado en Brasil, donde advierte que la escasez del vital líquido afectará a 5 millones de personas en todo el mundo, de aquí al 2050.
Y es que, al parecer, la creciente demanda de agua, lastimosamente no va de la mano con la creación de conciencia y responsabilidad en su uso, en aquellos quienes no padecen su falta.
Los conflictos vinculados a este importante recurso necesariamente se originan en el creciente afán del hombre por urbanizar y llenar de gris espacios naturales, quizás esperando que la naturaleza se adecue a él y no éste a la naturaleza. Muchos son los casos de “desastres naturales”, cuando el medio ambiente solo intenta volver o retomar sus propios espacios; esto sin mencionar el cambio climático.
“Necesitamos soluciones nuevas de gestión de los recursos hídricos para contrarrestar nuevos desafíos relacionados con la seguridad del agua planteados por el crecimiento demográfico y el cambio climático”, plantea la directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, citada en el informe presentado en Brasil.
El informe asegura que la demanda de agua en el planeta se ha “multiplicado por seis” en los últimos cien años y que crece a un ritmo del 1 % anual en función del aumento de la población, del desarrollo económico y los patrones de consumo. Señala también, que la población mundial, actualmente de 7.700 millones de personas, llegará, en 2050, a entre 9.400 y 10.200 millones, de los cuales, más de 60 % estarán concentrados en las ciudades.
Venezuela, a pesar de tener uno de los reservorios de agua dulce más grandes del continente y del mundo, no se escapa de esta realidad, y aunque el gobierno venezolano trabaja para lograr la meta de 100% de cobertura, aún no lo logra, y muchos de sus habitantes, en la ciudad o el campo, padecen la escases del también llamado oro líquido.
El organismo encargado del saneamiento y distribución del agua en el país suramericano, asegura que, a pesar de los problemas económicos y políticos que envuelven la nación, y las dificultades que generó el fenómeno climatológico El Niño, no se ha detenido la inyección de recursos para seguir ampliando la cobertura de agua potable a la población.
El gobierno venezolano presentó en 2016, una serie de logros en el Informe Oficial de Venezuela del Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde describe que en el año 2014 el acceso al agua potable alcanzó al 96% de la población, y que los niveles de suministro de agua potable a la red de distribución a disposición de los usuarios son muy superiores al mínimo exigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un punto destacable en el país petrolero, es que la tarifa del servicio de agua potable, al ser subsidiada por el Estado, representa para la economía familiar un desembolso inferior al 1% del salario mínimo mensual.
No obstante, de acuerdo al censo del año 2011 realizado por el Instituto Nacional de Estadística de ese país, el 38% de todas las viviendas censadas no recibían servicio diario de agua; sin embargo el mismo censo arrojó que el 85% de las viviendas eran abastecidas de agua potable mediante acueductos, siendo un buen indicador de la cobertura de este servicio básico, aunque, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) desarrollada por tres de las universidades más reconocidas del país: Universidad Central de Venezuela (UCV), Universidad Simón Bolívar (USB) y Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), entre 2014 y 2015 el alcance del suministro de agua potable, a través de acueductos, disminuyó de un 83,6% a 81,3%.
En el año 2016 una Comisión Especial de la Asamblea Nacional de Venezuela designada para investigar la problemática del agua en el país, elaboró un informe en el cual señalan que son escasos los estudios formales que confirmen la potabilidad del agua que se suministra. Más adelante, manifiestan que en varios poblados se presentan períodos de racionamiento prolongados, en algunos casos de 21 días.
Podemos concluir que la situación del abastecimiento de agua potable en Venezuela es compleja. Las instituciones encargadas del recurso trabajan constantemente para mejorar los servicios, sin lograr, hasta los momentos disminuir las deficiencias.
Sin embargo, en estos tiempos si queremos garantizar a las futuras generaciones el acceso al agua potable, se deberá trabajar en coordinación con la naturaleza y los encargados del proceso de hacerla consumible, partiendo del respeto a la creación; lo que sin lugar a dudar repercutirá en una sustancial mejora en la calidad de vida de todos en el planeta.