Charles Baudelaire, un poeta maldito

«Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras: inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara

Charles Baudelaire, un poeta maldito

Autor: CVN
CVN

«Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras: inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.»

Un hombre llamado Paul Verlaine acuñó el término de poetas malditos expuso que dentro de su individual y única forma, el genio de cada uno de ellos había sido también su maldición, alejándolos del resto de personas y llevándolos de esta forma a acoger el hermetismo y la idiosincrasia como formas de escritura. También fueron retratados como desiguales respecto a la sociedad, teniendo vidas trágicas y entregados con frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto como consecuencia de sus dones literarios. Porque sentir las cosas tan intensamente puede ser tanto un don, como una maldición.

Le pasó a Baudelaire. Le pasó a Allan Poe, a Innokienti Ánnienski, John Keats, Federico García Lorca, Alejandra Pizarnik y a tantos otros. Los poetas malditos no sólo se distinguían por la belleza de su prosa sino también por su amor por la bohemia, su arte provocativo y el rechazo a todas las normas establecidas.

Baudelaire fue un poeta, crítico y escritor francés. La visión del mal impregnó toda su obra y está para pensar que pocas cosas le importaban. A él, el catolicismo le parecía “profundamente triste” así como “una religión del dolor universal”.

Y para hacer más clara la visión de Baudelaire acerca de la vida, los dejamos con un par de citas que a través de su mano, ejemplificarán mejor que todo lo que se pueda decir acerca de él.

Sobre amar:

«Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar.»

«Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo.»

Sobre la belleza:

«Lo bello es siempre raro. Lo que no es ligeramente deforme presenta un aspecto inservible.»

«¿Qué es el arte? Prostitución.»

Sobre la vida:

“Esta vida es un hospital en el que cada enfermo está poseído por el deseo de cambiar de cama.”

“Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, ¡embriagaros sin cesar! con vino, poesía o virtud, a vuestra guisa.”

“Habría que añadir dos derechos a la lista de derechos del hombre: El derecho al desorden y el derecho a marcharse.”

“¿Qué le importa la condena eterna a quien ha encontrado por un segundo lo infinito del goce?”

La sobriedad:

«Quien sólo bebe agua, oculta algún secreto a quienes le rodean.»

Sobre él mismo:

“¡Yo soy la herida y el cuchillo!”

«Jamás es excusable ser malvado, pero hay cierto mérito en saber que uno lo es.»

“Cielo o infierno, ¿qué importa?”

Al contrario de Rimbaud, Baudelaire no rechazó al sacerdote que le llevó la extremaunción varias veces a lo largo del difícil año de 1866, durante el cual, en ocasiones, parecía reponerse y, en otras, recaía debido a los fuertes males que lo aquejaron. La sífilis contraída a los veinte años por amancebamiento con su musa la Venus negra, Jeanne Duval, o tal vez de Sarah, la prostituta judía bizca y calva.

En la ruina, mudo y sifilítico muere el 31 de agosto de 1867, a los 46 años, en los brazos de su madre y entre la música de Wagner.


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