«La Academia da vergüenza»: los nuevos roles de los intelectuales

Entre el coaching, el fenómeno TED y The Big Bang Theory, la pensadora Jimena Bezares cuestiona los papeles (secundarios) que el mercado impone a los intelectuales en la era multitasking.

«La Academia da vergüenza»: los nuevos roles de los intelectuales

Autor: Lucio V. Pinedo

Cómo perderse y encontrar la oratoria

Desde hace unos años, la plataforma virtual Netflix nos proporciona un mix de series de cosecha propia, películas clásicas, películas pochocleras y documentales clase B. Dentro del corte editorial de la empresa, encontramos varios ejemplares de las TEDx. Estas no responden, estrictamente, a lo que conocemos como documental, sino más bien a una especie de nueva divulgación —que, a nivel nacional, se intentó llevar a cabo en distintos ámbitos del saber en el canal del ministerio de Educación Encuentro— que tiene más componentes orientados a despertar el interés mediante la oratoria que herramientas vinculadas a acomodar lo complejo a la vida cotidiana. La espectacularización del conocimiento parece ser la manera en la que ciertos ámbitos intelectuales se adaptan para sobrevivir. Otro ejemplo es lo que un grupo de licenciados de filosofía españoles intenta llevar acabo en Equanima, un proyecto orientado a introducir a la filosofía en ámbitos prácticos y económicamente pudientes, pero al margen de la supervivencia de los intelectuales, que, en su mayoría, coquetea con la bohéme.

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¿Cuál es el futuro de las humanidades? Porque, en las academias, las jornadas de investigación y los congresos se han vuelto obsoletos. Los investigadores, forzados a presentar ridículas cantidades de artículos y ponencias, no logran adquirir profundidad en sus pensamientos, sus ideas flotan y se repiten, y los congresos terminan siendo reuniones de títulos cambiados. La Academia da vergüenza, pero es ella la que sigue señalando el adentro y el afuera de la disciplina, entonces, ¿qué queda para todos los que creemos que «la cosa» pasa por otro lado? Definitivamente, los agentes burocratizados, intelectuales de estantería, ya ni siquiera saben, ni se preguntan, por «la cosa».

Las charlas TED son la nueva moda de la divulgación, palabra maldita para los genios integrados al sistema, dado que por lo general los especialistas no quieren compartir su erudición sino con pares ya que piensan que el resto del mundo no está preparado para altas y complejas verdades. No hay nada de alto ni de complejo, es solo cuestión de tiempo. No se requiere de una habilidad innata —como muchos de ellos quieren creer— ni de un coeficiente de muchos dígitos y, tal vez —y va a ser la última vez que me escuchen decirlo—, el mercado en este caso ha operado como el gran expulsor, purgador y denostador: «Ustedes no nos sirven, sigan peleándose por sus tecnicismos y conocimientos específicos acerca de cosas muertas, abstractas, descontextualizadas… eso no se vende». Ni siquiera entra en la categoría vintage, aunque ya les he dicho que filosofía es una carrera vintage. Y nos quejamos del mercado porque amamos a Marx, pero, también, porque no nos deja entrar, no le interesamos, no le gustamos. Sin embargo, el despecho ha dado grandes logros al mundo. Despecho de Academia (porque queremos ser incluidos, pero no en esos términos), encono con el mercado (porque queremos ser adoptados, pero en los términos que ellos pongan). En resumen, los divergentes, cada vez más y cada vez más desmotivados por el camino «correcto» y por la «prostitución VIP de las ciencias».

Pero pensemos en las variantes de la integración de las ciencias:

1) ¿Quién podría pensar, hace más de 10 años, que una serie de físicos teóricos y prácticos podía ser un suceso a nivel mundial? Muy lejos de acercar infantilmente la ciencia al público, los guiones de The Big Bang Theory acercan teorías y precisiones técnicas a los legos, ¡y estamos hablando de ciencias exactas!

2) El fenómeno TED: científicos, intelectuales, «gente de ciencias», especialistas, eruditos mandan currículums para ser seleccionados y dar una TED Talk. De repente se volvió «cool» encontrarle una vuelta a la divulgación, es cierto, es una palabra que no se hace justicia a sí misma, suena a predica y evangelización, y esa no es la idea.

3) Coaching: la más posmoderna y repetitiva de todas las formas, pero, hay que ser justo, la primera en copar empresas y mercados. Sentido común, nociones de filosofía oriental, tramas de relación, promesas, éxito entre otras cosas.

¿Y quién creen que se va a tener que adaptar a quién? Nos vamos a tener que adaptar nosotros, porque las vetustas academias también están matando el oficio, porque la difusión de conocimiento es un oficio, especializado, pero no muy distinto a hacer zapatos o fundir metales para armar joyas.

No estoy pidiendo que la filosofía se vuelva artesanal (Platón sevme desmayaría de un golpe), sino que señalo que, a través del efecto TED, estamos obligados a pensar en que la espectacularidad y la oratoria son herramientas fundamentales para lograr lo único que necesitamos para no extinguirnos en nuestra obcecación. ¿Cómo presentar un tema específico de una manera atractiva? ¿Cómo disfrazar a la fea? ¿Cómo generar desde un pequeño espacio de tiempo el interés, el asombro, la curiosidad?

El hombre es el gran forzador, aquel que aplasta las piezas del rompecabezas para que entren en lugares que no son los adecuados, inventa problemas y menos soluciones, busca aquello que no puede encontrarse, imagina para no ahogarse. Y si todos los hombres son mortales y Sócrates es hombre…

Hemos dejado de pensar en conjunto, nos hemos perdido de lo inmediato, nos quejamos del contexto y nada hacemos. La filosofía, junto con todas las otras ciencias eran herramientas a la mano y no miniaturas de swarovsky en la mesa de la abuela, pequeñas y polvosas esculturas, decorados.

Si no pensamos en lo que está pasando, ni siquiera servimos para nosotros mismos. Si no podemos compartir lo que pensamos, si eso no es útil para generar algo en alguien, no tiene sentido. Las ciencias humanas son para humanos, parece que todos olvidamos eso.

Escribió Jimena Bezares

Contacto: [email protected]

#FilosofíasParaResistir


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