Las diversas corrientes del movimiento independista republicano chileno tuvieron diversas formas de reconocimiento y respeto a los pueblos originarios libres del Biobío al sur. Consecutivamente, el Estado chileno suscribió un tratado con el Pueblo Mapuche en el año 1825 que se denominó “Tapihue”, donde reconocía la jurisdicción y soberanía Mapuche (y a los pueblos australes), el que fue violado a partir de la llamada “Pacificación de la Araucanía” que consistió en una invasión y masacre bélica al territorio autónomo y su población en el sur, conculcando una serie de derechos humanos que persisten hasta el día de hoy con fases racistas, colonialistas, genocidas y despojo.
El Tratado de Tapihue, no era una práctica nueva para los Mapuche, ya que, durante la época colonial, como consecuencia de la resistencia Mapuche frente a la invasión española, se delimitó una frontera en el Río Bío-Bío, reconociéndose por parte de la Corona, la autonomía mapuche y desarrollando mecanismos diplomáticos llamados parlamentos (Koyang), en cuyo proceso histórico se realizaron 29 tratados para la resolución de conflictos entre las dos naciones.
En el Koyang de Tapihue en 1825, Chile reconoce jurisdicción y autonomía de las comunidades mapuche (Butal Mapu) y de todos los Pueblos Originarios en sus territorios al sur del río Biobío. Fue firmado por el coronel y comandante en jefe de la Alta Frontera, Pedro Barnechea, ratificado por el presidente Ramón Freire y refrendado por el Congreso de la República de Chile.
Algunos de sus contenidos:
“Tratados celebrados y firmados entre el Coronel graduado de los ejércitos de la República Comandante de alta frontera, y Delegado de la Ciudad de Los Ángeles Pedro Barnachea, autorizado por el señor Brigadier de los ejércitos de Chile Gobernador Intendente de la Provincia de Concepción para tratar con los naturales de ultra Biobío y don Francisco Mariluán Gobernador de 14 Reducciones, contenidos en los artículos siguientes”:
“Haciendo memoria de los robos escandalosos que antiguamente se hacían de una y otra parte, queda desde luego establecido, que el chileno que pase a robar a la tierra; y sea aprendido, será castigado por el Cacique bajo cuya poder cayere; así como lo será con arreglo a las leyes del país el natural que se pillase en robos de este lado del Biobío, que es la línea divisoria de estos nuevos aliados hermanos”.
“Queda obligado el Gobierno a facilitarles el paso para este y el otro lado del Biobío poniendo de su cuenta lanchas, balsas, o barquillos pequeños en los lugares de costumbre a fin de evitar incomodidades en su comercio, que podrán extender hasta lo último de la República con la condición precisa de saludar y pedir el correspondiente pasaporte por medio del Comisario al Jefe de Frontera”.
“Hecha la paz, y no siendo necesarios destacamentos de línea en lo interior de la tierra, ordenará el Gobierno se retiren a incorporarse a sus respectivos regimientos”.
La Pacificación de la Araucanía: Historia de masacres y despojos
La llamada “pacificación de la araucanía”, que fue la invasión a los territorios Mapuche para anexar estas tierras a los intereses de las explotaciones salitreras, la que se materializa finalmente en 1881. Simultáneamente en argentina se realiza la llamada “Conquista del desierto”, que fue el acto de genocidio cometido por el Estado argentino en territorio Mapuche y que se concreta en 1883.
En el lado de Ngulumapu que se conoce hoy como centro sur de Chile, buena parte de los territorios usurpados fueron destinados a los denominados graneros, con la introducción masiva a partir de 1884 de colonos europeos y la interconexión del ferrocarril, cuyo objetivo principal era proveer de trigo y cebada a la población que participaba en la explotación del salitre en el norte, que fueron parte de los botines de la llamada “guerra del pacífico”.
Para generar este escenario de invasión y masacres en territorio Mapuche, prevaleció la opinión transversal de diversos actores de influencia del aparato estatal para gatillar un genocidio a nombre de “progresos, soberanías, civilidad y evangelios”. A modo de ejemplo, en el año 1859 (entre otras publicaciones), el Diario El Mercurio de Valparaíso, publicaba: “Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del género humano; y una asociación de bárbaros, tan bárbaros como los pampas o como los araucanos, no es más que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en el bien de la civilización (….) raza soberbia y sanguinaria, cuya sola presencia en esas campañas es una amenaza palpitante, una angustia para las riquezas de las ricas provincias del sur…”
Al año 1868 “Benjamín Vicuña Mackenna”, intelectual chileno y post candidato a la presidencia, señaló: “El indio, no es sino un bruto indomable, enemigo de la civilización porque sólo adora los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituyen la vida salvaje” (Primer discurso sobre la pacificación de la Araucanía).
Un Informe trabajo de investigación de ejecutados Mapuches, cuyo autor investigador es Hernán Curiñir Lincoqueo, de la Asociación de Investigación y Desarrollo Mapuche (AIDMapuche), da cuenta de diversos antecedentes sobre las acciones bélicas y coloniales del Estado chileno, desprendiendo que las campañas bélicas del Estado chileno entre 1860 a 1881 habrían causado el asesinato directo de 50 mil a 70 mil Mapuche.
Consecutivamente, estuvo la facilitación estatal para el genocidio de pueblos indígenas australes como Seknam, Yagán y Kawaskar.