«¡Quédate allí!, ¡mira al suelo!, ¡te moví, te mato!«, son algunos de los gritos que se escuchan en un audio difundido por redes sociales, donde también se oye a una niña gritando y luego, entre sollozos que no puede controlar.
Este audio que encendió la indignación en el país reproduce parte de la detención de una menor de edad mapuche durante el operativo desplegado en La Araucanía el fin de semana pasado, donde participaron más de 800 policías.
La madre de la menor de iniciales A.B.LL, de 17 años , Celia Coronado Llanca, confirmó al Desconcierto que se trataba de su hija, y que los antecedentes fueron puestos en conocimiento de la Defensoría de la Niñez de Temuco durante la tarde de este jueves para iniciar eventuales acciones legales.
Según el relato de la mujer, el día del operativo ella estuvo presente cuando los policías redujeron a su hija en el suelo, al igual que a ella y a su cuñada, en Ercilla.
“Veníamos caminando, nos encontramos con la señora del finado Camilo que estaba grabando. Les empezamos a decir que se fueran, que por qué andaban tantos pacos, les gritamos. De ahí, nos subimos al jeep de la señora de Camilo porque nos empezaron a tirar agua, mi cuñada también, pero mi hija no se alcanzó a subir. Después, le rompieron los vidrios al jeep, nos bajaron, nos insultaron y nos llevaron a Victoria”, relató.
«A mi hija la tenían en el suelo, le pegaron, la amenazaron y le dijeron miles de cosas feas, groserías», testificó la madre mapuche.
La agresión de esta joven ha despertado críticas sobre el maltrato policial contra el pueblo mapuche, y en especial contra los niños y jóvenes comuneros.
Sin embargo, el caso no es un hecho aislado, sino es un ejemplo de la violencia de la que son víctimas los infantes y adolescentes mapuche por parte de Carabineros y la PDI.
Años de agresiones
Las agresiones no son algo nuevo y datan de años atrás. En diciembre de 2013 una menor de 12 años denunció en La Araucanía a funcionarios de Carabineros por haberla maltratado verbal y físicamente.
La niña fue detenida junto a su padre por un grupo de funcionarios, quienes tras acusarlos de desórdenes públicos, los trasladaron a dependencias de la Prefectura Malleco en Angol donde se cometieron los hechos investigados como delitos de tortura contra un menor de edad.
La menor, identificada con las iniciales B.C.L, narró paso a paso los apremios que sufrió a manos de los uniformados, indicando que fue amenazada, golpeada e intimidada, hasta que incluso terminó con un sangrado en su nariz. “Me estaba empezando a entrar a la boca y escupí en el piso”.
“Yo tenía un confort escondido con sangre para mostrárselo a mi mami, entonces él (carabinero) me pilló el confort y me dijo ‘limpia con eso india cochina o querís que te pegue’, y ahí yo tuve que limpiar el piso y no quedó tan limpio, y me dijo, límpialo bien india conche su madre que quede brillante”, antes de volver a amenazarla con golpearla.
De acuerdo con un el reportaje: “Violencia en La Araucanía: ¿Qué pasa con los niños mapuches y el protocolo de Carabineros”, opubliado por Bío Bio Chile en septiembre de 2019, este caso fue la primera querella criminal presentada por el Instituto de Derechos Humanos (INDH) y la Defensoría Penal Pública, por un hecho donde aparece afectada una niña mapuche.
En ese momento, la acción fue presentada en contra de los funcionarios de Carabineros que resulten responsables, en calidad de autores, cómplices o encubridores por el delito de torturas.
Impactado por perdigones
Ese mismo año, el niño D.A.M.M. de 11 años recibió el impacto en su cuerpo de dos perdigones que fueron disparados por unioformados.
“Estábamos jugando más allasito del huerto, en el patio de la casa de mi abuelita, (…) era un partío entre primos, después estábamos descansando, estábamos sentados, justito llegaron ahí, no nos dimos cuenta cuando entraron, nos dispararon como a unos dos metros, eso pasó como a los ocho serían, estaba entrando el sol”, indicó en su relato.
El menor agregó que ese momento se puso de pie y les preguntó que hacen en la casa de su abuelos. Él agregó que andaban en el campo tres “zorrillos” y más una camioneta policial que identificó como “cuca”.
Ante este caso, el INDH presentó un recurso de amparo, que fue acogido por la Corte de Apelaciones de Temuco. La sentencia fue apelada por la recurrida, sin embargo, se desistió del recurso ante la Corte Suprema.
Brandon Hernández Huentecol
Otros de los casos notorios que han afectado a adolescentes mapuches, es el el de Brandon Hernández Huentecol, quien el 18 de diciembre de 2016 recibió a sus la descarga de más de 180 perdigones en la espalda mientras estaba reducido en el suelo, a pocos metros de su vivienda, en un sector rural de la comuna de Collipulli (La Araucanía).
Brandon, quien en ese entonces tenía 17 años, iba a iniciar su práctica de mecánica automotriz al día siguiente. Su hermano Isaías, en ese entonces de 13 años, salió a pasear en bicicleta cuando minutos después comenzó a pedir ayuda de su hermano. Cuando llegó Brandon al lugar, vio a Isaías de rodillas y con una pistola que le apuntaba a la cabeza. En el lugar, Carabineros realizaba un control de identidad a un grupo mapuche que venían de un nguillatun (ceremonia tradicional).
El ex sargento Christian Rivera Silva le dijo a Brandon que se tirara al suelo «si no te disparo, porque ando con balines de goma». El joven de 17 años en ese entonces intentó tranquilizar al policía. Se tiró al suelo y lo apuntaron todo el tiempo, minutos después de todos modos Brandon recibió fuego a menos de 50 centímetros de distancia, boca abajo y en el suelo. Le dispararon 180 perdigones con un cartucho calibre 12 a la altura de su cadera.
Producto de esta agresión, el joven mapuche estuvo 45 días hospitalizado, fue sometido a 8 operaciones y vive con plomo en su sangre, mientras que Rivera Silva actualmente cumple una condena en libertad vigilada de tres años y 541 días por los delitos de lesiones graves y vejámenes injustos por parte del Tribunal Oral en lo Penal de Angol. Una condena lejana de lo que pedía la defensa; 20 años de presidio por apremios ilegítimos.
Caso Catrillanca
Tampoco se puede olvidar el caso del menor mapuche que estuvo presente en el operativo que terminó con el asesinato el asesinato del comunero Camilo Catrillanca en noviembre de 2018.
El entonces adolescente de 15 años reveló que el sargento Raúl Ávila lo amenazó de muerte bordo de una tanqueta luego de percatarse de que el funcionario se estaba deshaciéndose de la tarjeta de memoria de su cámara.
“De repente sacó la cámara que tenía en el casco. Yo vi que la abrió, sacó una cuestión chica, se la metió en el bolsillo y sacó otra. Y apretó el botón rojo para grabar de nuevo, se la puso así, que me quedó mirando y me dijo: ‘¿qué mirái, cabro culiao?, ¿o querís que te mate como tu peñi?’, me dijo”, relató el joven mapuche.
Allanamientos en La Araucanía
En un caso más reciente, en septiembre de 2019 se produjo un allanamiento en la comunidad Autónoma Likankurra, que se encuentra en pleno proceso de reivindicación territorial.
En dicho operativo, el joven C.M.Ñ, de 14 años y la y F.A.F., una niña de 13 años, fueron agredidos por los uniformados cuando salieron a defender a sus madres, Gricel Ñancul Fritz y Nora Fritz Ñancul (ambas werkenes de la comunidad), que estaban siendo arrestadas.
En declaraciones a El Desconcierto, Gricel relató que vio que a su hijo le azotaron la cabeza contra el suelo, que sobre él había un detective de gran altura que le pegaba mientras lo tenía con sus manos atrás.
“C.M.Ñ les gritó que no podía respirar. Aun así, lo mantuvieron por unos minutos en esa posición y le pegaron con la cacha del revólver en la frente, dejándole contusiones en la cabeza, mientras amenazaban con disparar. También le quitaron su celular, que nunca devolvieron”, expresó.
Ataque a hijos de dirigentes sociales
Al tratar de explicar las razones de la violencia perpetrada contra los niños y jóvenes mapuche por parte de los cuerpos policiales, Onésima Lienqueo, activista de la Red por la Defensa de la Infancia Mapuche, plantea que hay un punto focal que tiene que ver con atacar a los hijos de las personas que llevan adelante procesos reivindicatorios.
No es accidental, asevera: “La violencia que se ha vivido en muchos casos es hacia hijos de dirigentes sociales, hijos de autoridades, o que están visualizando una denuncia contra el Estado o de proyectos empresariales que están en la zona. Es un proceso de amedrentamiento a las familias para instalar miedo ante los procesos que están llevando y un quebrantamiento de la comunidad porque cuando atacas a la hija de la dirigente inmediatamente bajas el liderazgo de ella porque es lo más sagrado de la comunidad”.