Cuando el Solitario George murió el 2012, se pensaba que con él se iba para siempre la especie Chelonoidis abingdonii, más conocida como la tortuga gigante de Pinta. George fue descubierto en 1972 deambulando solo por la rocosa isla del archipiélago de Galápagos y en ese momento se creyó que era el ultimo de su subespecie. Desde su descubrimiento, se le buscó infructuosamente una compañera por todo el mundo, por lo que George terminó sus más de 80 años de vida como su nombre: solitario.
Ahora, unos investigadores de Yale piensan que el ADN de George puede estar presente en una especie híbrida de tortugas encontradas en otra isla, y que son descendientes de unas que fueron dejadas ahí hace 150 años.
Las tortugas fueron encontradas originalmente en las Islas Gálapagos y están divididas en 15 subespecies, de las cuales solo 11 sobreviven actualmente. Se cree que a mediados del 1.800 se extinguió una especie de la isla Floreana. Desafortunadamente, la población de tortugas disminuyó dramáticamente de 250.000 en el Siglo XVI, a 3.000 en los años 70, y esto ocurrió porque eran presa fácil de piratas y cazadores de ballenas, que las capturaban para tenerlas hasta por un año atrapadas patas para arriba en sus embarcaciones. De esta manera, los navegantes mantenían carne fresca para comer.
Se sabe que las tortugas están divididas en dos tipos de acuerdo a la forma de su caparazón. Algunas son «de montura» (se asemejan un poco a una montura de caballo) y otras son de cúpula (convexas, como una semicircunferencia). Estas diferencias en la morfología del caparazón fueron las que hicieron pensar a los investigadores que las especies Pinta y Floreana -ambas de montura- podrían sobrevivir.
En otra de las Galápagos, la isla Isabela, cerca del volcán Wolf vive una especie que se creía que podía presentar, indistintamente, las dos clases de caparazón; pero luego de tomar muestras de sangre de unos 1.600 ejemplares, los investigadores encontraron algo sorprendente: la variante de montura resultó ser, en realidad, un híbrido entre la subespecie original del volcán Wolf, y las de Pinta y Floreana. Algunas tienen un porcentaje tan alto del ADN de estas subespecies extintas, que los científicos sugieren que sus parientes pueden haber sido puros.
Ahora son los investigadores quienes capturaron y aerotransportaron a 32 de las tortugas con el caparazón de montura más distintivo, y las llevaron al centro de reproducción de la isla Santa Cruz, con la esperanza de albergar a la mayor cantidad de lo que, se presume, sería el ADN de una subespecie extinta. Primero quieren conducir mas pruebas, para separar las de Pinta de las de Floreana, y luego criar las que tengan el porcentaje más alto de cada una. Esto les permitirá recuperar tortugas que pueden llegar a tener un 95% de pureza.
Y el plan es devolverlas a la isla de donde provenían sus ancestros originalmente.
Pero, ¿como fue que las tortugas puras llegaron tan lejos desde sus islas de origen? Se sospecha que de las embarcaciones, balleneros y piratas las tiraron por la borda para deshacerse de la carga. Como las tortugas son sorprendentemente buenas nadadoras y pueden mantener sus largos cogotes fuera del agua, habrían nadado a la tierra mas cercana. Es posible que los marinos, a pesar de haberse comido a sus parientes hasta la extinción, sin querer hayan salvado a la especie.
CCV
Fuente, IFLScience