Hace algún tiempo, una plaga de escarabajos provocó la muerte de una gran cantidad de pinos en bosques de Estados Unidos. Se había pronosticado que una mortandad como esta provocaría un aumento de los recursos de agua, porque se suponía que menos árboles la tomarían a través de sus raíces.
Sin embargo, un estudio reciente liderado por el profesor Paul Brooks de la Universidad de Utah en Estados Unidos, indicó que si mueren demasiados árboles, se produce un proceso compensatorio que daría como resultado una reducción de las reservas de agua.
Cuando mueren grandes extensiones de árboles, el suelo del bosque recibe más sol, se sobrecalienta y se erosiona por causa del viento, lo que hace que la nieve y la lluvia, en vez de volver a cargar los depósitos de agua subterránea, tiendan a evaporarse más de lo normal.
La buena noticia es que los investigadores pueden usar la nueva información sobre el ciclo del agua forestal para crear y mantener bosques más sanos, más resistentes a la sequía y que además suministren agua para la agricultura y las ciudades.
Se trata del mayor estudio de su clase y la primera evaluación empírica, en más de 30 años, sobre la respuesta del flujo de agua ante la gran mortalidad forestal de los pinos de montaña.
En la investigación también trabajó Joel A. Biederman, del Centro de Investigación de la Cuenca Hidrográfica del Sudoeste (Tucson, Arizona), del Departamento de Agricultura del gobierno estadounidense (USDA).
Vía NCYT