Como “un desastre medioambiental de graves e insospechadas consecuencias” calificó Greenpeace la fuga de más de 800.000 salmones desde las jaulas del centro de cultivo Punta Redonda de la empresa Marine Harvest, el cual está ubicado en las cercanías de Isla Huar, a unos 20 kilómetros al sur de Puerto Montt.
“Estamos frente a un hecho de la máxima gravedad. Se trata de un potencial desastre medioambiental cuyas consecuencias para la zona están por verse, pero que pueden ser gravísimas. No solo se trata de una de las mayores fugas de salmones en Chile, sino que los peces que escaparon tienen altas dosis de antibióticos, por lo que constituyen un peligro y no pueden ser consumidos”, alertó Estefanía González, coordinadora de Océanos de Greenpeace.
Para la ONG, la masiva fuga -que hasta ahora registra el rescate de apenas unos 200.000 salmones- deja en entredicho la real capacidad para operar bajo estándares de seguridad de la cuestionada industria.
Junto con enfatizar en la necesidad de que las autoridades investiguen las causas de este desastre y se sancione a quien corresponda, Greenpeace expuso el caso de la fuga de menos de 200.000 salmones desde un centro de cultivo de Cooke Aquaculture en Estados Unidos, escape que se tradujo en la reciente decisión del estado de Washington de poner fin a las actividades salmoneras a partir del año 2025. Esto, debido justamente a las graves consecuencias medioambientales que ha tenido la actividad en extensas zonas de mar de dicho territorio.
«Escasa capacidad de salmoneras para enfrentar estas contingencias»
Estefanía González añadió que «no puede ser que un simple temporal, nada fuera de lo común en la zona, genere una emergencia de esta magnitud». En ese sentido, recordó que este centro de salmonicultura «se instaló el 2017 y en menos de un año presenta esta emergencia». «Es evidente que hay normas de seguridad y de impacto ambiental que no se están cumpliendo. Además, en el centro no había personal disponible para activar planes de contingencia y no pudieron ingresar hasta dos días después de la emergencia. Esto refleja la escasa capacidad que tienen las salmoneras para enfrentar este tipo de contingencias», apuntó.
Además, la coordinadora de Océanos de Greenpeace destacó que «lo más grave es que, en vez de ser la propia empresa la que responda con un plan de reacción serio y propio, están siendo los pescadores artesanales los que han debido ir al rescate de la empresa y ser ellos los que están recuperando los salmones”.