A través de una nota de la Deutsche Welle (DW) se difundió que a unos 50 kilómetros al sur de Santiago se encuentran dos de las mayores plantas de producción de semillas de Chile, esto luego de que en septiembre de 2018, tras la compra de Monsanto, Bayer Crop Science anunciara la modernización de la planta de Viluco, en Buin, Región Metropolitana. Esta es la única fábrica que produce semillas de hortalizas en América del Sur y una de las tres más grandes de la compañía en todo el mundo.
De acuerdo a lo que informa el medio de comunicación, el proyecto denominado «Satisfacción de la demanda» tiene como objetivo aumentar la producción de semillas en un 20% para que Chile pueda satisfacer el 70% de la demanda de la región en un futuro cercano.
En 2016, previamente a la fusión de Bayer con Monsanto, esta última había anunciado la expansión de la fábrica. En este contexto es que como respuesta nació el Comité para la Defensa de Paine, agrupación que hoy advierte sobre dicho proceso. «Aquí se está construyendo la fábrica de procesamiento de semillas más grande América Latina. No hay estudios sobre su impacto ambiental. Los políticos aprobaron el proyecto sin consultar la opinión de la gente», cuestiona en diálogo con la Deutsche Welle Camilo Olavarría, portavoz del comité.
En ese sentido, el dirigente advierte que «los habitantes de Paine temen la contaminación de las semillas locales por la polinización cruzada cuando el polen de los campos de plantas modificadas sea transportado por el viento a los campos vecinos». Es más, Olavarría cree que en la comuna las semillas ya están contaminadas y relata que «Bayer-Monsanto le da a los agricultores locales semillas que siembran en sus tierras y después tienen que devolver algunas que son luego procesadas en Paine y Viluco». Y añade: «Los agricultores las reciben con un paquete de productos de pesticidas como Roundup», nombre comercial del glifosato, el herbicida más vendido en Chile. Uno que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer ha clasificado como «probablemente cancerígeno».
De ahí que en nuestro país la Red de Acción en Plaguicidas y Alternativas (RAP) pida la prohibición del glifosato. Al respecto, Lucía Sepúlveda, integrante de la organización, señala a la DW que «Bayer y Monsanto no son bienvenidos», apuntando que el cultivo de plantas modificadas genéticamente y los pesticidas «perjudican el medio ambiente y la salud de la población».