Sumant Kumar se alegró cuando cosechó su arroz el año pasado. Había habido buenas lluvias en su pueblo de Darveshpura al noreste de la India, y sabía que podría mejorar en las cuatro o cinco toneladas por hectárea que usualmente recogen. Pero cada tallo que se cortó en su campo de arroz parecía pesar más de lo habitual, cada grano de arroz era más grande y cuando su cultivo se pesó en las antiguas escalas del pueblo, incluso Kumar se sorprendió.
Kumar, un joven agricultor del estado más pobre de la India, había cosechado – utilizando sólo estiércol de granja y sin ningún tipo de herbicidas – la asombrosa cantidad de 22,4 toneladas de arroz en una hectárea de tierra. Esto es un récord mundial y siendo el arroz el alimento básico de más de la mitad de la población del mundo, una grandísima noticia.
Batió no sólo las 19,4 toneladas alcanzados por el “padre del arroz”, el científico agrícola chino Yuan Longping, también a los científicos financiados por el Banco Mundial en el Instituto Internacional de Investigación del Arroz en Filipinas, y a cualquier semilla de las empresas de transgénicos. Y no era sólo Sumant Kumar. Krishna, Nitish, Sanjay y Bijay, sus amigos y rivales en Darveshpura, todos registraron más de 17 toneladas, y muchos otros en los pueblos de los alrededores afirmaron haber duplicado sus rendimientos habituales.
Los habitantes del pueblo acostumbrados a quedarse sin alimentos en los años malos están de celebración. Las universidades agrícolas estatales no les creyeron al principio. Los agricultores fueron acusados de hacer trampa. Sólo cuando el máximo representante del estado en agricultura, un productor de arroz también, vino al pueblo con sus hombres y personalmente verificó la cosecha del Sumant, fue cuando quedó oficialmente confirmada.
Sumant se convirtió en un héroe local, lo mencionaron en el parlamento indio y lo requerían para asistir a conferencias. El pueblo se vio recompensado con la llegada de la energía eléctrica, un banco y un nuevo puente de hormigón.
Eso podría haber sido el final de la historia, pero resulta que 6 meses después batió el récord mundial en el cultivo de patatas. Poco después, un campesino de una aldea cercana Bihari, batió el récord de la India para el cultivo de trigo. A Darveshpura se le conocía como ‘pueblo milagro’ en la India.
Estos jóvenes agricultores se han convertido en héroes en un estado donde casi la mitad de las familias viven por debajo del umbral de la pobreza, el 93% de la población de 100 millones dependen de cultivo de arroz y patatas.
Lo que ocurrió en Darveshpura tiene a los científicos divididos. Las pruebas realizadas al suelo muestran que es particularmente rico en silicio, pero la razón de los grandes rendimientos es un método de cultivo llamado SRI. Ha incrementado los rendimientos en el trigo, patatas, caña de azúcar, tomate, ajo, berenjena y muchos otros cultivos y está siendo aclamado como uno de los acontecimientos más importantes de los últimos 50 años por 500 millones de pequeños agricultores del mundo y los dos mil millones de personas que dependen de ellos.
Mientras que la “revolución verde” que evitó la hambruna de la India en la década de 1970 se basó en las variedades mejoradas de cultivos, pesticidas y fertilizantes químicos, SRI parece ofrecer a largo plazo, un futuro sostenible.
La enseñanza del método SRI se ha traducido en un aumento del 45% en los rendimientos de la región. Un sistema llamado a revolucionar la agricultura.
Los orígenes del SRI se remontan a la década de 1980 en Madagascar, donde Henri de Laulanié, un sacerdote jesuita francés y agrónomo, observó cómo cultivaban arroz en las tierras altas. Desarrolló el método un estadounidense, profesor Norman Uphoff, director del Instituto Internacional de la Alimentación, la Agricultura y el Desarrollo en la Universidad de Cornell, que fue en gran parte responsable de dar a conocer la obra de De Laulanié.
Bihar, de ser el estado más pobre de la India, se encuentra ahora en el centro de lo que se llama una ‘nueva revolución popular verde’ con los pueblos agrícolas, grupos de investigación y organizaciones no gubernamentales utilizando el método SRI. El Estado va a invertir 50 millones de dólares en SRI este año, pero los gobiernos occidentales y las fundaciones están frenando estas inversiones, prefiriendo invertir en la investigación de alta tecnología.
El método SRI se basa en el uso de abono orgánico, respetando mas la naturaleza.
Una revolución que puede dar una mejor calidad de vida a todos, agricultores, consumidores y habitantes del planeta en general.