Quizá la única manera de acabar con 100 años del uso desbordado del plástico es cambiando nosotros mismos los hábitos. Hasta hace poco no se conocían los verdaderos efectos tan nocivos para los animales, los ecosistemas del planeta y nuestra salud por el uso de este material.
Cuando en 1909 el químico Leo Hendrik Baekeland sintentizó un polímero a partir de moléculas de fenol y formaldehído ,nadie imaginó la era que se avecinaba; el plástico permitiría, a bajo costo, hacer más que nunca una producción en serie de lo más ambiciosa.
Hoy muchos inventos están buscando sustituir el plástico que viene de la polimerización de los átomos de carbono por otros biodegradables. Los ejemplos abundan, como plástico elaborado a base de maíz, otro fabricado con aire y bacterias, con nopal, desechos de leche biodegradable, o cáscara de plátano (un invento hecho, por cierto, por una niña de 16 años).
Las opciones son muchas, sin embargo aún no es tan redituable hacer este tipo de materiales. Quizá la opción más ambiciosa no es siquiera sustituir los envases de plástico por otros de tipo biodegradable, simplemente modificar algunas prácticas alarmantemente cotidianas.
Compartimos algunos consejos para alejar el plástico cada vez más de tu vida:
No compres comida para llevar:
La comida para llevar suele ir acompañada de una cantidad descomunal de basura. Evítalo, puede sonar muy radical pero ciertamente este hábito repetido en millones de personas es terrible. Por qué no, si vas a pasar por comida lleva tus propios recipientes; si estos no son de plástico, aún mejor.
Para siempre olvida las bolsas de plástico:
Compra bolsas de plástico biodegradables para la basura, y fuera de eso, nunca pidas bolsas de plástico cuando vayas de compras; carga una bolsa de tela en tu bicicleta o en tu auto.
Identifica y evita los peores plásticos existentes en el mercado:
Como el policloruro de Vinilo, el poliestireno y el policarbonato.
Olvídate ya del agua embotellada:
Es realmente estúpido comprarla, pues los precios son exhorbitantes en comparación por los precios que pagan por las concesiones de los mantos acuíferos en numerosos países; es como si estuvieras regalándoles tus recursos y además enriqueciéndolos recomprándoselos. Carga mejor siempre con un termo y, como antes, rellénalo antes de salir de casa. Evita además que el termo sea de plástico, hay otras opciones mucho más saludables en el mercado.
Vía Ecoosfera