El glifosato ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”
Austria se convirtió en el primer país de la Unión Europea (UE) en prohibir la utilización a nivel nacional del controvertido herbicida glifosato en la agricultura, después de que el Parlamento de Viena adoptara de forma mayoritaria una moción del partido socialdemócrata SPÖ, informó la televisión pública ORF.
La república alpina vive un período parlamentario de transición hasta las elecciones generales anticipadas del 29 de septiembre, con un Gobierno de expertos y sin mayorías fijas en la Cámara.
La iniciativa socialdemócrata recibió el respaldo del partido ultraderechista FPÖ, de los liberales Neos y de la lista progresista Jetzt, mientras que el partido popular ÖVP votó en contra.
Los populares calificaron la iniciativa como «populista» y «una bofetada para todos los agricultores que usan esta sustancia de forma correcta», mientras la organización medioambiental Greenpeace habló de un «histórico éxito».
Los expertos en Austria advierten que la prohibición adoptada podría ser contraria a la legislación europea, que permite el uso del glifosato -una sustancia sospechosa de ser cancerígena- a nivel comunitario hasta finales de 2022.
El glifosato es un ingrediente clave en el Roundup, el producto estrella de Monsanto, la compañía estadounidense que se fusionó con el gigante farmacéutico alemán Bayer el año pasado. Reuters señaló que “ahora (el glifosato) está fuera de patente y se comercializa en todo el mundo por docenas de otros grupos químicos, incluidos Dow Agrosciences y BASF de Alemania”.
Katharina Rall, investigadora de la División de Medio Ambiente y Derechos Humanos de Human Rights Watch, dio la bienvenida a la decisión del parlamento austriaco y lo celebró como “una buena noticia”.
Un portavoz de Bayer dijo al Wall Street Journal: “Esperamos que la Comisión Europea revise críticamente esta decisión, ya que puede ser inconsistente con los requisitos legales y procesales obligatorios y el razonamiento científico”.
El problema
Millones de hectáreas de tierras de cultivo, parques y hasta aceras son rociadas con glifosato cada año en todo el mundo. Cuando se usa en agricultura, este compuesto penetra en el suelo, se filtra en el agua y sus residuos permanecen en los cultivos: está en lo que comemos, en el agua que bebemos y en nuestros cuerpos.
Desde hace décadas se vienen denunciando los potenciales efectos dañinos del glifosato para la salud humana, pero nunca se han llegado a tomar medidas. En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha clasificado el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, basándose en una fuerte evidencia de que es cancerígeno para los animales. También se sospecha que actúa como un disruptor endocrino y que es tóxico para la reproducción.
Entre los principales grupos de riesgo y más vulnerables se encuentran las personas que se dedican a la agricultura, sus familias, fetos, bebés e infantes. Para aquellas personas que no nos encontramos en estos grupos, la alimentación es la principal vía de exposición a los plaguicidas y por lo tanto al glifosato.
Además, de los daños a nuestra salud el uso de glifosato tiene graves impactos en el medio ambiente puesto que contamina los suelos y el agua afectando a otros seres vivos (organismos acuáticos desde algas microscópicas hasta peces y moluscos, pasando también por las ranas y sus renacuajos, y organismos del suelo, como las lombrices de tierra, fundamentales para mantener e incrementar la fertilidad del suelo).
Por último, el uso del glifosato también reduce la diversidad y cantidad de especies vegetales y por ello puede afectar a seres vivos cruciales para la agricultura, como son los polinizadores.
Con información de EFE, Greenpeace, Noticias + Verde, Agencias
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