Explosivos, caminos, sondajes, desacato al plan de mitigación de polvo y monitoreo de glaciares en el proyecto Pascua Lama, decisiones irresponsables de los distintos gobiernos de la Concertación y una laxa actitud de hacer cumplir las condiciones mínimas con que se debe implementar y permitir la continuidad del proyecto por parte del Estado son algunas de las razones de la destrucción.
El nacimiento del conflicto Pascua Lama: el nacimiento de las aguas
Las comunidades del Valle del Huasco que llevan largo tiempo resistiéndose al proyecto Pascua Lama luchando por la defensa del agua y la vida, desde un principio tenían los argumentos claros del por qué negarse a una de las minas más grande de oro en el mundo en su territorio: Barrick destruiría los glaciares y afectaría la calidad y cantidad de las aguas. A 15 años del inicio del conflicto socioambiental, los miedos se han hecho realidad y hay pruebas irrefutables. En cuanto a los glaciares se ha cometido un daño permanente y constante en el tiempo y no tan sólo a los glaciares superficiales Toro 1, Toro 2 y Esperanza sino que a todo el ecosistema glaciar.
El Valle del Huasco, situado en la Tercera región de Chile, es un oasis lineal el que extendido de cordillera a mar se conforma actualmente como la barrera que frena el avance del desierto de Atacama, el más árido del mundo. Las precipitaciones en forma de lluvia son muy escasas por lo que depende exclusivamente del ecosistema glaciar e hidrológico de las montañas, los cuales son los únicos encargados de asegurar el caudal permanente en el río Huasco y sus afluentes.
El conflicto socioambiental Pascua Lama, nace cuando los habitantes del valle se percatan, en medio de las reuniones de participación ciudadana del proyecto iniciadas tras la entrega del primer Estudio de Impacto Ambiental el año 2000, de que Barrick está omitiendo que sobre la zona proyectada para el rajo de la mina se encuentran glaciares milenarios.
Éstos eran conocidos por los habitantes como “bancos perpetuos” gracias a los relatos de los abuelos que cruzaban la cordillera, y por la misma sabiduría popular sabían que éstos son los reguladores y dotadores naturales de agua por ende que su existencia era vital para la vida de todo el valle, con todo esto no se debía permitir su destrucción.
Las autoridades ambientales de la región encargadas de la evaluación del Estudio de Impacto Ambiental, se mostraron sorprendidos ante las denuncias de la existencia de glaciares pero pese a la preocupación de la comunidad aprobaron el proyecto en el 2001 solicitando a la empresa un Plan de Manejo de Glaciares. Barrick, propuso una aberrante solución: el traslado de las masas de hielo.
Tal proposición sólo acrecentó el conflicto. La empresa hablo de buenos resultados obtenidos con glaciares en Kirjistán, la comunidad supo tras un estudio del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) que esos glaciares se terminaron derritiendo.
Con esto confirmaron que la empresa nunca tuvo dentro de sus planes resguardar los glaciares, de hecho no hay que perder de vista que una de las mayores reservas de oro se encuentra justamente bajo el glaciar Toro 2.