Los incendios de la Amazonía concentran las miradas de medio mundo, pero el Pantanal, uno de los humedales más grandes del planeta, también arde e incluso se enfrenta a los peores fuegos de los últimos 20 años.
Declarado Patrimonio de la Humanidad y la Biosfera por la Unesco, en este santuario de biodiversidad viven unas 4.700 especies, entre plantas y animales. Reptiles, aves, peces y otros mamíferos como el Jaguar, en peligro de extinción, o el oso hormiguero dependen de este bioma para sobrevivir.
El Pantanal se extiende a través de Bolivia, Paraguay y Brasil. Alrededor del 70 % del bioma, unos 138.000 kilómetros cuadrados, se concentra en el gigante latinoamericano y cubre gran parte de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), en la parte brasileña el mes pasado se batió récord de incendios con 1.684 focos, un aumento de 240,89 % frente al mismo mes del año anterior, y que supuso los peores resultados desde 1998.
Solo en Mato Grosso do Sul, donde se ha decretado el estado de emergencia ambiental, de enero a julio, el fuego consumió cerca de 780.000 hectáreas. La región que rodea el río Paraguay y el municipio de Corumbá son lo más afectados.
Los datos son tan dramáticos que el bioma ha sido incluido, junto a la Amazonía, en una moratoria del Gobierno con la que se prohíbe las incendios durante 120 días.
Causas del fuego
«El Pantanal se enfrenta este año a una de sus mayores sequías. Regiones que, en general, estarían inundadas en este momento, todavía están secas. Esto se debe a las bajas precipitaciones durante este período. Hasta julio llovió solo la mitad de lo que se esperaba», explica a RT Júlio Sampaio, gerente del Programa Cerrado Pantanal del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, siglas en inglés) en Brasil.
Además, como ocurre en varias partes del país, tradicionalmente los hacendados utilizan el fuego para preparar la tierra para el cultivo y pasto. Y aunque la ley les ampara en ciertos periodos del año, cuando la probabilidad de incendios es menor, no siempre los fuegos son utilizados en el momento adecuado.
«No todo el uso del fuego se realiza bajo esa autorización o ley. Y cuando esto ocurre, Ibama [Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables], los bomberos y demás actores no saben exactamente dónde una situación se sale de control, lo que hace muy difícil enfrentarse a los incendios», comenta Sampaio.
Para el indígena Leosmar Antonio, de la tribu Terena y miembro de la organización ambientalista Caianas, además de la sequía, la flexibilización de las leyes ambientales por parte del Gobierno han impulsado el avance de actividades agropecuarias de alto impacto, que provocan un aumento de la deforestación y de los focos de incendios.
Según él, la situación es «alarmante» para los nueve pueblos originarios que habitan en el pantanal, unas 70.000 personas, porque tienen una dependencia directa con la biodiversidad del bioma.
Situación crítica
WWF advierte que todavía no se ha alcanzado el pico de la seca, en agosto y septiembre, por lo que si los incendios siguen descontrolados, el Pantanal se enfrentará a una de sus estaciones más críticas.
«Estamos a la mitad del periodo de la seca en el Pantanal y las lluvias deben comenzar a partir de octubre. Así que es posible que los incendios aumenten para final de año», afirma Sampaio, que forma parte también del Observatorio Pantanal, integrada por actores de la sociedad civil de Brasil, Bolivia y Paraguay.
Los bomberos y el Ejército llevan días trabajando sin descanso para apagar los fuegos, pero muchos lugares son de difícil acceso y se requiere de transporte fluvial y aéreo.
«No hay carreteras, no hay accesos. Normalmente acabas pasando por el agua, se usan botes o se hacen trechos a pie. Son necesarias aeronaves para acceder a muchas áreas donde el fuego ya avanzó», comenta Angelo Rabelo, director del Instituto Homem Pantaneiro (IHP), quien recuerda que, entre enero y mayo, llovió un 40 % menos de lo esperado.
El Pantanal tiene una población aproximada de 1,5 millones de personas. Su principal actividad es el ganado extensivo, la pesca y, desde hace un tiempo, también se viene fortaleciendo el turismo en la región.
Rabelo, que lleva 30 años trabajando en este bioma, asegura que la población está presentando grandes dificultades para respirar a causa de la humareda provocada por los fuegos.
Esa pésima calidad del aire unida a la actual pandemia, en la que uno de los principales síntomas son los problemas respiratorios, amenazan con sobrecargar las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) en los hospitales.
Por otro lado, también se observa a muchos animales desorientados huyendo de los lugares donde el fuego avanza. Felipe Augusto Dias, director ejecutivo de la ONG SOS Pantanal, explica que los animales con menor capacidad de locomoción son los que más sufren ante la velocidad de los incendios, así como los que se guían por el olfato.
La vegetación, sin embargo, tiene una mayor adaptabilidad al fuego gracias a su capacidad de resiliencia. «Sin embargo, la continuidad de los incendios en periodos muy breves de tiempo lleva a algunas especies vegetales a desaparecer», afirma.
Dias considera que lo que se está viviendo en el Pantanal será algo recurrente a partir de ahora a causa del cambio climático. «El futuro en esta zona se percibe preocupante», concluye.
Cortesía de Marta Miera RT
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