El 2017 será recordado en España en materia ambiental como el año de las sequías que ocasionaron un desplome del consumo de energía hidroeléctrica de un 49% e hicieron aumentar la utilización de carbón para la generación eléctrica.
Esta situación trajo como consecuencia el aumento de las emisiones de CO2 hasta el nivel más alto desde el año 2012, con un crecimiento del 6,9%, según el informe de BP Statistical Review of World Energy.
Según el informe citado por el portal Energynews, el consumo de energía primaria en 2017 en España continuó la tendencia de crecimiento iniciada en 2015, incrementándose un 1,8% frente al año anterior.
La histórica sequía llevó a un desplome del consumo de energía hidroeléctrica de casi la mitad (49,1%) respecto al año anterior, mientras que el gasto de carbón registró un incremento de 28,5%, así como el de gas natural se elevó en 10,2%.
La buena noticia fue que las energías renovables experimentaron un crecimiento del 2,2%, mientras que el petróleo sólo incrementó un 1,2% y la energía nuclear disminuyó ligeramente, un 0,6%.
«De este modo, el mix de consumo de energía quedó de la siguiente manera: petróleo 46,7%, gas natural 19,8%, renovables 11,3%, carbón 9,7%, energía nuclear 9,5% e hidroeléctrica 3%» detalla el informe.
Las consecuencias de este comportamiento en el patrón de consumo de energía son las emisiones de CO2, que crecieron un 6,9%, hasta el mayor ratio desde el año 2012.
El informe asume que este incremento responde a tres factores: “el crecimiento del PIB, la intensidad energética de la industria y la intensidad del uso de carbón”.
«Aunque la situación es preocupante, no es irreversible”, señaló el presidente de la empresa en España, Luis Aires, quien recomendó incentivar el uso de fuentes con emisiones de CO2 .
Aires aboga porque “aquellas fuentes de energía que más CO2 emitan lleven ese coste de emisiones incorporado de modo de fomentar las menos contaminantes y desincentivar las que más contaminan”.
El presidente de la petrolera añadió que el gas natural tiene “un papel fundamental en la transición energética”, porque es “más bajo en emisiones y cubre las intermitencias de las renovables”.