Este domingo la ONEMI informó a la prensa que en la región del bío bío hay cerca de 8 mil hectáreas afectadas por incendios, principalmente en Quillón y Florida. Hay focos también en Santa Juana, en Ñipas hay casas destruidas y en Quillón falleció un hombre de 75 años identificada como Juan Ernesto Campos Bellos, habitante del sector La Gloria. Las provincias de Concepción y Ñuble se encuentran en alerta roja. La ruta A-148 y la Ruta del Itata se encuentran cerradas.
Lo que no menciona el informe o balance es la responsabilidad del negocio forestal en nuestra región.
El avance del sector forestal ha sido avasallador en las últimas décadas, modificando la matriz productiva de varios poblados. La agricultura ha pasado de una diversa producción de frutas, hortalizas, legumbres, etc. a ser casi exclusivamente monocultivo de pino radiata o eucaliptus. Y eso se aprecia justamente en dos localidades profundamente afectadas por los incendios.
El pino radiata es una especie introducida, originaria de América del norte (California y algunos sectores de México). En su lugar originario el pino crece hasta unos 30 mts. de altura. En Chile llega a crecer de 30 a 50 mts. debido a las condiciones climatológicas.
Uno de los grandes defectos que tienen estos monocultivos, en particular los de radiata, es que los pinos exudan una resina en dos formas: líquida y sólida. La trementina es la parte líquida, que al igual que el sólido denominado colofonia, es altamente inflamable (con ellas se produce desde el aguarrás hasta algunos adhesivos). Su punto de inflamación se ubica en los 35º y puede llegar a ser explosiva.
Es por estas mismas cualidades que las plantaciones forestales deben estar bastante alejadas de las plantaciones. Una resina inflamable a los 35° y que puede ser explosiva está expuesta a grandes temperaturas y vientos en pleno verano.
Los incendios forestales más peligrosos son los denominados fuegos de copas. En ellos el fuego consume las copas de los árboles alcanzando temperaturas entre 600 y 1500 grados y avanza a una velocidad enorme, catastrófica y peligrosa, sobretodo si hay casas cerca. Se genera una especie de bola de fuego que avanza a grandes velocidades dejando a su paso una temperatura y sonido aterradores. Una verdadera tormenta de fuego, quemando desde arriba hacia abajo. Son incendios casi incontrolables.
En Chile la obsesión desmesurada por el negocio forestal ha dejado plantaciones pino y eucaliptos a metros de hogares, mientras que en Canadá, las plantaciones deben estar al menos a 1.6 Km., para poder realizar los cortafuegos. El caso de los pobladores de Ñipas es un ejemplo del caso.
Incluso en estos países donde se norma el negocio, las plantaciones van modificando su altura, porque de esta manera el fuego no se propaga con facilidad pues las copas no están a la misma elevación y por lo tanto, dificulta su extensión.
En Chile esto es un control que ni siquiera se comenta, pues se habla de incendios intencionados o naturales, pero jamás de la responsabilidad de las forestales. Ni en cuánto a los incendios, ni en cuánto al desempleo, ni en cuánto al saqueo de los recursos naturales.
El control sobre la desmesurada extensión del territorio forestal debe ser regulado porque atenta contra la seguridad de los sectores aledaños. No se puede permitir que no haya las condiciones mínimas de seguridad en un territorio eminentemente forestal, pues se atenta solapadamente contra la vida de la población.
Por Murieta
El Ciudadano.