En los últimos hemos visto numerosas propagandas que denuncian la obesidad: folletos que recomiendan actividades que previenen esta condición, estudios que advierten sus posibles consecuencias en la salud, datos que resaltan la gravedad de su incidencia, entre otros.
La obesidad y el sobrepeso se definen como la acumulación excesiva de grasa que es perjudicial para la salud (OMS, 2012). Estas condiciones son medidas con base en el índice de la masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros. En otras palabras, un IMC igual o superior a 25 se califica como sobrepeso; mientras que uno igual o superior a 30, es categorizado como obesidad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2008, 1400 millones de adultos mayores de 20 años tenían sobrepeso; y dentro de esa misma población, más de 200 millones de hombres y 300 millones de mujeres eran obesos. Mientras que, en 2010, alrededor de 40 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso.
Es sabido que el conjunto de hábitos alimenticios insalubres y la presencia del sedentarismo, son las dos principales causas del sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de Colorado, en Denver, y de la Universidad de Connecticut consideró que había otro factor influyente: una posible correlación entre la infraestructura urbana y la salud pública.
Tras la rigurosa observación de 24 ciudades en California, donde la mitad contaba con buenos registros de mortalidad vial y la otra, con pobres registros, los investigadores clasificaron cada ciudad según la densidad de redes de las calles, su conectividad y la configuración de sus calles. Después, compararon los índices de obesidad, diabetes, presión sanguínea alta, enfermedades cardiovasculares y asma.
Los resultados mostraron que los vecinos con una estructura vial densa (compacta) tienen un índice de obesidad menor, así como de diabetes, presión sanguínea alta, enfermedades cardiovasculares (mas no asma). Mientras que las ciudades con una estructura vial más amplia (para el flujo de los coches), cuentan con índices más altos de obesidad y diabetes; al igual que áreas de restaurantes de comida rápida.
Los autores concluyeron que mientras es posible cambiar el estilo de vida a uno más saludable en cualquier tipo de ciudad, los resultados sugieren que las personas que viven en ciudades más compactas tienden a gozar de una mejor salud (en relación con el sobrepeso y obesidad).