Por medio de un comunicado, el Comité Pro Defensa de la Flora y Fauna (Codeff), institución que está catastrando las consecuencias de los incendios forestales del verano recién pasado en la zona centro sur del país, llamó a tomar conciencia respecto a la política forestal y a tomar precauciones.
Ximena Salinas, su presidenta y directora, afirma que entre los días 17 de enero y 15 de febrero de este año, se quemaron en total 567.702 hectáreas, de las cuales 271.169 corresponden a terrenos silvícolas, que es donde se desarrolla la actividad forestal y que equivale a un 47,8% del territorio incendiado. El resto se divide en 114.172 hectáreas de bosque nativo y 127.494 hectáreas de praderas y matorrales.
Además de solidarizar con los afectados de los incendios, en particular con las familias que han sufrido la pérdida de sus seres queridos, sus hogares y/o lugares de trabajo, Codeff manifiesta que “con esta situación, se puso en evidencia la fragilidad del modelo forestal basado en la existencia de grandes extensiones de monocultivos”.
Salinas, en entrevista con El Ciudadano, criticó que el modelo forestal no haya tenido “ningún criterio preventivo”, específicamente en lo que se refiere al ordenamiento territorial y a la cercanía de asentamientos humanos con las plantaciones forestales. “Esto -aseguró- en otros países no sucede, pues en ellos sí se han aplicado medidas preventivas de cortafuegos y con mayores espacios entre un paño de plantaciones y otro”. Además, añadió que en las quebradas no se han respetado los metros que se necesitan para que no haya una degradación tan fuerte del territorio.
Otra forma de trabajar
Debido a la evidente fragilidad del modelo forestal chileno y las nefastas consecuencias que se dejaron ver tras los incendios, Ximena Salinas sostiene que es necesario y urgente que las forestales apliquen otra forma de trabajar con estas especies exóticas “evitando la homogeneización del paisaje”. Esto quiere decir que se debe evitar que se planten pinos y monocultivos en terrenos muy extensos: “la idea es que exista un ordenamiento territorial tal que el bosque nativo tenga predominancia, una funcionalidad de corta fuego y genere una forma distinta del paisaje”.
Esto se podría generar promocionando un “modelo integrado” de silvicultura que incluya a los bosques nativos, generando barreras que retarden el avance de los incendios, entre otros efectos positivos que trae la diversidad, señala.
Además, esta búsqueda se tiene que desarrollar “rescatando el trabajo comunitario” para buscar “en conjunto otra forma de desarrollo forestal”, dice Salinas. Además, insiste en que el territorio del centro sur de Chile debe abrirse a otras posibilidades y “no solamente vivir en base al monocultivo, sino que tener otro tipo de herramientas y de desarrollo, pues el bosque nativo en sí ofrece un servicio ecosistémico y eso la comunidad puede integrarlo”.
Finalmente, Codeff recalca la necesidad de incluir a la sociedad civil, especialmente a los habitantes de zonas rurales, en programas de educación y entrenamiento para la detección temprana de incendios forestales y el cuidado preventivo de los bosques nativos de Chile.