Desde que la guerra civil empezó en Siria, en 2011, más de 4 millones de personas han tenido que abandonar el país forzosamente y miles de familias se han refugiado en sus países vecinos, como Jordania.
Jordania ha acogido a más de 600.000 refugiados. Con algo más de 6 millones de habitantes originalmente, su población ha aumentado un 10% en los últimos tres años, informa Sinc. Este aumento implica un impacto notable, considerando que la región tiene graves problemas de escasez de agua.
También Siria ha sufrido la escasez de agua en los últimos años, y esta sequía que afectó la zona entre 2006 y 2010 se vincula con los motivos que habrían impulsado en levantamiento sirio en 2011.
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, muestra cómo el equilibrio hídrico de la región ha cambiado significativamente por efecto de este conflicto armado, cuya influencia abarca el uso de las tierras y las reservas de agua en ambos países; Siria y Jordania.
De acuerdo al estudio, la guerra y los movimientos de los refugiados han alterado el equilibrio en la cuenca del río Yarmuk, el mayor afluente del Jordán y principal fuente de agua natural de Jordania, situado en la frontera con Siria e Israel.
Desde que comenzó la guerra civil en Siria, la tierra cultivada e irrigada con sistemas procedentes del Yarmuk ha disminuido en un 47 por ciento y las reservas de agua han disminuido en un 49 por ciento, mientras que el caudal del río que está en el lado jordano ha aumentado hasta tres veces más de lo esperado en el período que va desde que comenzó la huida de los refugiados sirios hacia Jordania. Marc Müller y sus colegas, autores del estudio, creen que este incremento de debe al abandono de las tierras agrícolas en el lado sirio del río.
Como revela la investigación, la guerra en Siria tiene un impacto en los recursos hídricos de la región, y éste no es sólo efecto de la destrucción de las infraestructuras, sino también de los conflictos humanos cerca de la cuenca del río.
Finalmente, los efectos del conflicto han redundado en la vida de las personas que dependen de estas aguas para vivir en el lado jordano. El aumento del caudal cubre –aunque sea mínimamente– las necesidades de agua de los 600 mil refugiados en Jordania y, en conjunto, ha tenido un impacto beneficioso en las reservas de agua.
Al encontrarse en mitad de una zona de guerra, los investigadores no pudieron cuantificar los datos sobre el terreno en el lado sirio, por eso la solución fue obtener datos del satélite. Tomaron imágenes de las reservas de agua y los campos de trigo en la cuenca del Yarmuk, en la zona fronteriza y luego compararon los datos de antes y después de la guerra civil y el movimiento de refugiados de Siria a Jordania.
Los autores afirman que su método se puede aplicar en otras zonas, para observar cómo los conflictos afectan a la gestión de las aguas en puntos críticos o en entornos inestables y de difícil acceso.
El Ciudadano