Un estudio medioambiental conjunto de varios científicos del Reino Unido y Ecuador resolvió el misterio de cómo las Islas Galápagos logran mantener sus hábitats naturales únicos, informó este jueves la Universidad de Southampton.
El archipiélago es un afloramiento volcánico rocoso con una precipitación y una vegetación modestas, pero alberga una biodiversidad excepcional, con un gran número de especies endémicas. El factor clave, concluyeron los investigadores, es la turbulencia que impulsa el ascenso de aguas profundas hacia la superficie del océano y proporciona los nutrientes necesarios para sustentar el ecosistema insular.
Todo este ecosistema prospera sobre la abundancia del fitoplancton, demostró un modelo informático de alta resolución desarrollado con el fin de estudiar la circulación oceánica regional. El modelo lo crearon conjuntamente la Universidad de Southampton, el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido y la Universidad San Francisco de Quito.
La intensidad de la subida de nutrientes alrededor de las Galápagos se debe a los vientos locales hacia el norte, que generan una turbulencia vigorosa en las capas superiores del océano al oeste de las islas. Allí se registran fuertes contrastes en la temperatura del agua, de carácter similar a los que caracterizan los frentes atmosféricos en los mapas meteorológicos.
Se trata de unas «interacciones atmósfera-océano altamente localizadas», explicó el autor principal del estudio, Alex Forryan, de la Universidad de Southampton, quien propuso centrarse en estos procesos para «mitigar la vulnerabilidad del ecosistema ante el cambio climático del siglo XXI».
Este nuevo conocimiento sobre el ecosistema del archipiélago tiene que ver con los «planes en curso para expandir la Reserva Marina de Galápagos y mejorar su gestión contra las crecientes presiones del cambio climático y la explotación humana», señaló a su vez el profesor Alberto Naveira Garabato, director del proyecto que apoyó el estudio.
El artículo de este equipo investigador sobre las interacciones locales de los vientos y el océano ha sido publicado este 14 de enero en Scientific Reports.
Fuente: RT.