Con Berríos ni a Misa

Responsabilidad Social Empresarial, represas y discursos

Con Berríos ni a Misa

Autor: Wari

Responsabilidad Social Empresarial, represas y discursos. El entramado detrás de muchos problemas socioambientales en Chile y sus diferentes caras a través de una necesaria crítica a emblemáticas figuras (políticas) como el padre Felipe Berríos.

“Yo no estoy defendiendo Hidroaysén, a mí no me corresponde defender a una empresa que tiene bastantes recursos para defenderse por sí misma, yo estoy defendiendo a los más pobres de Chile. Yo quiero que se acabe la miseria en Chile, y para eso necesitamos trabajo y crecer, y para crecer necesitamos energía” (Felipe Berríos en “Una Nueva Mañana”, radio Cooperativa, 29 de enero 2010).

A pesar de lo provocativo del título, es necesario aclarar que la presente columna no pretende ser un ataque a la “persona de Felipe Berríos”. Urge hacer esta aclaración en un país donde criticar una idea, institución o posición es generalmente interpretado como un ataque frontal, a nivel personal y humano, de la persona que la sostiene o representa.

En este sentido, nos parece absolutamente necesario un análisis de su posición política y lo que, como autoridad moral que es, está comunicando y trasladando a la discusión. Nos concentraremos en la institución (a estas alturas bastante política) en la que se ha transformado Berríos, y en su más reciente actuar en la vida pública.

En primer lugar, hay que señalar que alguien con la posición moral de Felipe Berríos debiera estar informado de una situación antes de emitir opiniones tajantes. En este sentido, las declaraciones dadas en relación al Proyecto HidroAysén y su conveniencia, podrían generar dolor de estómago a cualquier persona medianamente informada en el tema. Señalar, por ejemplo, que una represa sólo contiene agua en un momento y luego la deja ir libremente sin ninguna consecuencia social o ambiental, puede ser considerado una seria falta de respeto a quienes con gran esfuerzo han realizado investigaciones que evidencian lo contrario a las posiciones infundadas de Berríos:

“Una cosa es privatizar el agua, que uno sea dueño del agua y que no deje que nadie más se meta en el agua, y otra cosa es dar derechos del uso del agua. Si no doy derechos del uso del agua, nadie se va a atrever a hacer una inversión enorme, como una hidroeléctrica, o un campesino no puede usar el agua para sembrar su tierra” (Felipe Berríos en “Una Nueva Mañana”, radio Cooperativa, 29 de enero 2010).

Declaraciones como ésta rayan en la violencia, cuando a lo largo de todo Chile presenciamos conflictos por el agua que se encuentran en directa relación con el proceso que ha dado lugar a la “privatización de las aguas”. Respecto al origen y el desarrollo de estos conflictos se ha generado un importante volumen de publicaciones académicas; entre ellas, el trabajo de Carl Bauer, referente internacional en esta materia y quien ha señalado que Chile es justamente el ejemplo de lo que no se debe hacer en materia de administración de las aguas.

Un caso emblemático de la privatización de este recurso es el del río Baker. Pese a ser uno de los ríos más caudalosos de Chile, los agricultores que viven a metros de él no pueden sacar agua para sus riegos, pues no poseen los derechos (están monopolizados por la empresa Endesa).

Esta fue una de las razones por la cual la Dirección General de Aguas (DGA) e incluso el ex Ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, se vieron obligados a considerar y transformar en su bandera de lucha la reforma constitucional del agua. Y esto, porque el sistema actual de gestión de las aguas, basado en el Código de Aguas de 1981 modificado en 2005, simplemente no funciona (de acuerdo al Director de la DGA, Rodrigo Weisner, el 80% de los ríos chilenos presentan problemas en sus caudales por un uso inadecuado(1)).

Se podrían escribir largas líneas en torno a las aseveraciones de Berríos sobre lo que es e implica una represa, además de contrastarlas con toda la información y evidencia existentes. No pensamos que él deba compartirla toda, pero su discurso es desinformado y pasa por encima de la experiencia y vivencias cotidianas de cientos de chilenos (leer más al respecto en La equidad según Felipe Berríos).

La crítica anterior refiere a la responsabilidad que implica ser una autoridad moral, lo que implica tener un cierto nivel de información y no opinar sobre cualquier cosa de cualquier manera. Hay que ser cuidadoso con las palabras cuando éstas tienen mucho poder, cuestión que Berríos sabe; de ahí y por lo mismo sus palabras no pasaron desapercibidas ni dejaron de levantar sospechas.

¿Por qué sospechas? Porque este mismo religioso fue quien defendió y luego limpió en cierto modo la imagen de la multinacional minera Barrick Gold en el controvertido proyecto de Pascua Lama. Algunos podrán alegar que el proyecto “Un Techo Para Chile”, creado por Berríos, utiliza para su beneficio lo que en Chile hemos entendido por Responsabilidad Social Empresarial (RSA). La pregunta, sin embargo, es: ¿cuál es el límite?

Con el “Compromiso Atacama”, Un Techo Para Chile prestó su imagen de pureza moral a los fines de Barrick Gold. Esta multinacional generó un pacto con organizaciones que entran en la categoría de desarrollo social, a través del cual les entregaban dinero a cambio de que los beneficiados la llenaran loas y bonitas palabras. El problema de fondo es que Barrick Gold se encontraba amenazada por su desempeño ambiental, defecto que fue resarcido con un saco de plata para caridad tecnificada. Hoy, a un par de años y con la minera operando, se empiezan a ver las consecuencias ya anunciadas por las organizaciones que fueron atropelladas por la irrupción de la gente de Berríos. La calidad de vida de los habitantes del Valle del Huasco está siendo vulnerada y sus recursos agotados a través de acciones que costarán a estas comunidades bastantes más recursos que los empleados por la empresa para tapar la boca de las organizaciones opositoras al proyecto.

Y aquí el segundo punto de la crítica. La responsabilidad social empresarial en Chile se ha prestado para todo tipo de abusos y chantajes. Pensemos en el reciente decreto de la Contraloría Regional de Aysén que prohibió a los municipios recibir donaciones de hidroeléctricas (leer más al respecto en este reportaje especial). ¿Cómo vamos a hablar de una comunidad independiente y organizada que toma decisiones autónomas, o incluso de autoridades independientes, si las mismas deben evaluar y sancionar a quienes les donan grandes sumas de dineros? ¿Es esto la famosa RSA?

No olvidemos tampoco, que muchas veces, este tipo de donaciones son descontadas de impuestos (pensemos en las donaciones de las grandes empresas luego del terremoto del 27/2). ¿Es eso realmente una donación? ¿No es una transferencia, por así decirlo, del Estado finalmente, ya que son impuestos que todos los chilenos dejamos de percibir? ¿Cuál fue el verdadero “sacrificio” en utilidades de esas empresas? Porque cuando de hablar de subidas de impuestos se trata, estas mismas empresas son las primeras en poner el grito en el cielo. En este sentido, más vale poner ojo al proyecto de donaciones que acaba de ingresar al Congreso, puesto que puede ser otro mecanismo que permita influencias indeseables de sectores empresariales en la vida de las comunidades.

El tercer punto de la crítica dice relación con algo más bien filosófico. Felipe Berríos señala, al igual que muchas autoridades, que no podemos preocuparnos del medio ambiente en medio de tanta pobreza y necesidad. Y también señala: “Se habla de santuario de la naturaleza. Yo que soy cristiano, para mí lo santo es donde está el ser humano al centro, y llamar santo a un lugar donde el ser humano no está presente, es entender la santidad de manera distinta al aporte que hizo el cristianismo. Ven al ser humano como alguien que ensucia, estorba y molesta” (Felipe Berríos en “Una Nueva Mañana”, radio Cooperativa, 29 de enero 2010).

¿De qué ecologistas está hablando Berríos? ¿Ha leído en serio lo que implica hoy en día el considerar el medio ambiente? Lamentablemente parece que no, y de nuevo caemos en el tema de la responsabilidad en el emitir juicios y opiniones livianitas por parte de alguien con gran peso público como Berríos. Si bien es cierto que en el pensamiento ambientalista hay varias corrientes que proponen el paso desde el antropocentrismo al ecocentrismo, entender lo anterior como un gusto por los arbolitos y lo prístino, dejando fuera al ser humano, es por lo menos limitado, más aún si se trata de alguien con una formación académica que supuestamente le debería aportar flexibilidad al carácter. La reflexión ambientalista surge del diagnóstico de que el modelo y paradigma actual han traído destrucción y miseria al mismo ser humano. Que parte del problema está en ver al ser humano como un ente superior y dominante, que en pos de sus propios fines pasa por encima de cualquier cosa (y no sólo árboles, sino que también otras personas).

La Naturaleza, de algún modo, nos habla a través de fuerzas y reacciones. Esto no es puro esoterismo, puesto que efectivamente hay gente que está muriendo por una mala comprensión de este principio. Por poner un ejemplo bastante cotidiano para los habitantes de la ciudad de Santiago (y grandes urbes contaminadas): actualmente nuestro país cuenta con una norma de 32 ug/m3/año para el PM 2,5 (material particulado fino, el más peligroso para la salud) que supera en 3 veces lo exigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estudios de la Universidad Católica reconocen que superar los niveles de la OMS (10 ug/m3/año) implica aceptar graves impactos en la salud y un aumento de más de un 15% en la mortalidad; sin embargo, los gremios empresariales han bloqueado y se han opuesto constantemente a los intentos por reducir la norma(2). Según antecedentes entregados por Marcelo Mena las reducciones en estas emisiones podrían significar 4.900 muertes menos por año y en casos como el de ciudades de Estados Unidos ha implicado un alza de un promedio de dos años en la expectativa de vida de la población.

Cada vez se hace más evidente que un problema ambiental no es ambiental al final, sino que social, económico, de derechos, etc. La causa ambientalista es una causa comprometida con la democracia y la ampliación de derechos en todos sus frentes. Por eso se habla de problemas socioambientales y de cuestiones como la justicia ambiental.

¿Por qué nos importa el cambio climático? Porque implica destrucción de los ecosistemas y por ende de la vida (y calidad de vida) humana. Y no sólo eso: implica también afectar, por sobre todo, a los más pobres y desprotegidos, a los sin voz. El padre Berríos debería, quizás, escuchar un poco más, abrir un poco más los horizontes. ¿Por qué en Bolivia se está convocando ahora mismo a un Cumbre de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra? ¿Se volvieron locos los bolivianos? ¿Sus culturas aborígenes (principales promotores de este tipo de derechos en muchos lugares del mundo) están profundamente equivocadas? ¿Los ha escuchado? ¿Sabe de sus argumentos? ¿Se dará una vuelta por Cochabamba en los próximos días?

El discurso de Berríos ha tendido a ser incluso prepotente. Su reacción ante las críticas realizadas por algunos al tema de la construcción de mediaguas en la situación post-terremoto no permitía cuestionar la institución que representa, ni siquiera por académicos de prestigiosas universidades. “… pero están acostumbrados [refiriéndose a los arquitectos de la UC] a jugar con palitos de maquetas y hacer casas sin límites de metros cuadrados” (declaraciones de Felipe Berríos en “Una Nueva Mañana”, radio Cooperativa, 23 de marzo 2010).

Hay algo de prepotencia y de nula posibilidad de diálogo en sus declaraciones. Por algo habrá tantas personas cuestionando las mediaguas, por algo tantos estudiantes se encuentran con personas que no quieren recibirlas.

¿Por qué la misma Iglesia se ha comprometido con el tema de la defensa del agua y su establecimiento como un derecho humano? ¿Por qué hay otros tantos padres y hermanas defendiendo a variadas comunidades (el obispo Luis Infanti en Aysén, y el pastor Gaspar Quintana en Pascua Lama, por nombrar algunos)?

Sólo pedimos un poco más de apertura al diálogo y a la posibilidad de cuestionarse el actuar propio. Abrir la mente a otras posibilidades, sin tanto prejuicio. Por lo mismo, no estamos dispuestos a ir a la misa de Berríos. Queremos diálogo y entendimiento, no chantajes morales y cátedra liviana.

Por Colombina Schaeffer y Leonardo Valenzuela

Sociólogos UC

Notas:

[1] Declaración del Director de la DGA en la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados el día 9 de marzo del 2010, a propósito de la discusión del Proyecto de Ley de Reforma Constitucional de las Aguas (Boletín Nº 6816-07).

[2] Informe de gestión ambiental del gobierno de Michelle Bachelet, Programa Chile Sustentable, abril 2010.

Fuente: verdeseo.cl


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano