Crean nueva super comida para acabar con el hambre

En el Centro Internacional de Agricultura Tropical, en el Valle de Cauca, Colombia, más de trescientos científicos de todo el mundo, trabaja arduamente en cultivos no convencionales para que todo el mundo pueda tener alimentos

Crean nueva super comida para acabar con el hambre

Autor: Arturo Ledezma

En el Centro Internacional de Agricultura Tropical, en el Valle de Cauca, Colombia, más de trescientos científicos de todo el mundo, trabaja arduamente en cultivos no convencionales para que todo el mundo pueda tener alimentos. Y, parece, van camino al éxito.

En un clima universitario, científicos de varias naciones investigan propiedades alimenticias de cultivos como la cassava, el arroz o los frijoles, base de la alimentación de millones de personas del mundo en desarrollo. Daniel Debouck, científico belga, está a cargo de los diferentes tipos de frijoles, de lo que se hallan en México a los que se encuentran en Malawi. En el CIAT se estudian las 36.000 variedades de frijoles del planeta, y se las preserva en un banco de alimentos congelado. Del estudio se logró crear un frijol nuevo que soporta los cambios climáticos del planeta y que dará de comer a millones pronto.

CIAT fue creado en 1967, y uno de sus objetivos es combatir el cambio climático. Sus resultados han alimentado a más de 30 millones en África; hoy los desafíos son mayores, de ahí la necesidad de crear superalimentos, como el frijol que tolera un cambio súbito de tres grados centígrados. Esta creación hará la diferencia para enormes poblaciones del Tercer Mundo: la gente en Ruanda consume en promedio 60 kilos de legumbres por año, y un poco menos en Tanzania, Uganda o Kenia. Las cifras son similares en Haití, Nicaragua u Honduras. El superfrijol salvará millones de vidas.

El hallazgo se produjo trabajando en equipo entre naciones. Se hicieron simulaciones por computadora para estimar el daño de las cosechas con cambios climáticos abruptos y los resultados fueron atroces: para 2050, la mitad de las zonas cultivables del planeta se habrían ido. De ahí que se pusieron manos a la obra. Steve Beebe, jefe del programa de crecimiento de CIAT, se encerró a estudiar el banco genético buscando respuestas, incluyendo no solo a las sequías sino a las inundaciones. Luego de testear más de mil pruebas, halló al frijol tepario, que viene de tiempos precolombinos, del norte de México. Beebe lo cruzó con otras variedades como el frijol pinto, el blanco, el negro o frijol con forma de riñón, y así obtuvo magia.

Colombia es el lugar perfecto para probar nuevos cultivos. Y gracias a los descubrimientos podemos soñar con un mundo con alimentos nutritivos, abundantes y suficientes para todos, incluyendo toda China y toda India.

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