El país cuenta con 180 instalaciones hidrogeneradoras, distribuidas en nueve provincias y 38 municipios, de las cuales 149 prestan servicio de energía eléctrica a ocho mil 629 viviendas que albergan conjuntamente a 34 mil habitantes en zonas rurales y montañosas de difícil acceso, según Alien Pérez, subdirector del Centro Integrado del Tecnologías del Agua (CITA), del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).
Entre los beneficiados se incluyen 78 consultorios médicos, 138 escuelas, y otros 529 objetivos económicos y sociales. Las 31 instalaciones restantes entregan su energía al Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
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ANTECEDENTES
Antes de la década de 1980 se contaba con un pequeño número de instalaciones, entre ellas la hidroeléctrica Hanabanilla, las del Guaso y San Blas, y algunas micro hidroeléctricas, indica Pérez. A tenor del desarrollo de la voluntad hidráulica, dirigida al máximo aprovechamiento, acceso al recurso agua y protección de la población, comenzó la construcción de hidroenergéticas, fundamentalmente mini y microeléctricas, destinadas a suministrar esta fuente de energía a pobladores del macizo montañoso.
De acuerdo con la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), las hidroeléctricas se clasifican en microhidroeléctricas, minihidroeléctricas y Pequeñas Centrales Hidroeléctricas (Pche), según el rango de capacidad de potencia instalada.
Las microhidroeléctricas son las unidades que poseen de potencia hasta 50 KW, mientras que las que tienen de 50 a 500 KW se ubican entre las minihidroeléctricas. Cuando la instalación cuenta desde 500 hasta cinco mil KW clasifica como Pche. La categoría de central hidroeléctrica es para las que poseen más de cinco mil KW.
La potencia total instalada en el país es de 65 MW y la generación promedio anual de electricidad es de 128 mil MW por hora, lo cual permite el ahorro de 25 mil toneladas de combustible, a la vez que se favorece al medio ambiente, pues se evita emitir a la atmósfera 102 mil 400 toneladas de CO2. En estos momentos se encuentran en proceso de inversión tres Pche, con una potencia instalada de 6,2 MW, las cuales se incorporan en este año y de conjunto con otras obras garantizan que el país alcance una potencia en energía hidráulica de 70 MW.
A lo largo de estos años se ha venido estudiando el potencial hidroenergético de Cuba, el cual pese a constituir un país que por su forma alargada y estrecha no posee grandes ríos, es posible construir en las 220 presas y embalses existentes igual cantidad de Pche, las cuales podrían aportar una generación media anual de electricidad de 210 mil MW por hora. Este programa incluye la construcción de nuevas presas e hidroacumuladoras, entre otros objetivos.
En el país se aplican variantes para la modernización de las instalaciones, que en su gran mayoría tienen más de 20 años de explotación y cuentan con tecnología obsoleta.
Lo anterior ha permitido realizar rehabilitaciones, como sustitución de conductoras, generadores y turbinas, la reconstrucción de casas de máquinas y la colocación de reguladores de voltaje y frecuencia, a fin de mejorar la calidad del servicio a las instalaciones en condiciones de aislamiento. Hay que destacar que la industria nacional ha producido más de 300 turbinas de varios modelos, en colaboración con empresas de la rama.
El país dispone de varios trasvases, el mayor de los cuales es el Este-Oeste, que atraviesa las provincias orientales de Holguín y Las Tunas, el cual permite llevar el agua desde las Sierras de Nipe, Cristal y Baracoa hasta Camalote en Camagüey. También de 270 kilómetros de canales magistrales, canales sobre colchón, puentes-canal, túneles, presas reguladoras de aporte y buena relación costo beneficio y dos estaciones de bombeo, entre otros objetivos en la rama hidráulica.
Según Naciones Unidas, más de dos mil millones de personas no tienen acceso permanente a la electricidad. La falta de medios adecuados de calefacción y de alumbrado en los hogares, dispensarios y escuelas afecta el 40 por ciento de la población del orbe, en particular a los habitantes de las zonas rurales o aisladas de los países subdesarrollados.
La electrificación a partir de fuentes renovables permitiría satisfacer las necesidades de esas poblaciones, cuyas comunidades podrían disponer por fin de equipos indispensables para la salud y el desarrollo comunitario. El aprovechamiento de fuentes renovables de energía (eólica, solar, hidráulica y otras) exige el mayor conocimiento posible de las diversas tecnologías existentes.
En Cuba, la Revolución introdujo entre sus políticas prioritarias la electrificación del país, lo cual posibilitó que virtualmente toda la población disfrute de acceso a ese recurso.
Sin duda, la potenciación de las diversas formas de energía renovable, entre ellas la hidráulica, permite abaratar costos y generalizar aún más el uso de la electricidad en algunas actividades de las zonas rurales, sobre todo montañosas.