Cinco ecosistemas diferentes y 37 especies que serían nuevas para la ciencia, fueron descubiertas por un grupo de científicos que se encuentra investigando los montes submarinos de Galápagos, reserva marina ubicada en Ecuador.
Desde 2015 la embarcación Nautilus comenzó a hacer exploraciones para caracterizarla. “Por razones logísticas y de presupuesto, las actividades casi siempre han estado enfocadas a la dimensión terrestre puesto que el costo de la investigación marina es sustancialmente mayor”, explicó María José Barragán, directora de ciencias de la fundación Charles Darwin.
Cuando Nautilus se lanzó al mar, dicha fundación junto al Parque Nacional Galápagos comenzó a descubrir los montes submarinos: montañas bajo el mar, de origen volcánico, que no alcanzan a salir a la superficie, reseñó el diario El Comercio.
En ellas habitan numerosos organismos, muchos de los cuales aún no han sido descubiertos debido a que estas montañas pueden llegar a alcanzar los 3.000 metros de profundidad y bucear hasta ahí es imposible para el ser humano.
Los investigadores han estado enviando a las profundidades, durante los últimos cuatro años, robots monitoreados de manera remota. Lo que han encontrado es una dimensión desconocida con al menos 37 especies nuevas para la ciencia y otras que aún quedan por descubrir.
Así como la intensa actividad volcánica de Galápagos ha creado las islas que conforman este archipiélago, dicha actividad también ha hecho surgir montañas submarinas, estructuras que están definidas por su profundidad y por la presencia o ausencia de luz.
Jennifer Suárez, analista de ecosistemas marinos del Parque Nacional Galápagos, explicó que en el archipiélago se identifica ‘bajos’ —como coloquialmente se le llama a los montes submarinos— que son insulares y otros oceánicos. Mientras los primeros se ubican sobre la plataforma de Galápagos, los segundos están fuera de ella y son mucho más profundos pudiendo alcanzar los 3.000 metros.
Dado que no es posible bucear a esas profundidades, explorar estos espacios es un desafío tecnológico y financiero. “Por ello, nuestra comprensión de las montañas submarinas y otros hábitats de aguas profundas sigue siendo muy limitada”, explicó Barragán.
Equipados con vehículos sumergibles operados a distancia (ROV) y en ocasiones con un submarino, los científicos han podido explorar estas montañas submarinas y flujos de lava a profundidades que varían entre los 3.200 y 100 metros.
Dichos ROVS han registraron más de 40 horas de video y recolectado más de 300 muestras biológicas. Un material que está siendo analizado para completar la primera caracterización a gran escala de la biodiversidad de estos misteriosos espacios de aguas profundas.
Con la ayuda de taxonomistas expertos de todo el mundo, hasta el momento se han identificado 93 especies, “de las cuales 37 son posiblemente nuevas para la ciencia”, dijo Barragán. Dichas especies corresponden a seis grupos de organismos: anélidos, animales invertebrados entre los que se encuentran los gusanos; artrópodos, a los que corresponden los crustáceos; nidarios, dentro de los cuales se cuentan las medusas y los corales; moluscos, como choritos u ostinos; poríferos, también conocidos como esponjas de mar; equinodermos, como las estrellas de mar.
Además, los videos capturados por el ROV registraron dos especies de tiburones hasta ahora no identificados en Galápagos. “Son registros de altísima importancia”, señaló Barragán y aunque todavía no es posible revelar de qué especies se trata —puesto que aún se encuentra en revisión la publicación científica que dará a conocer el hallazgo—, la científica adelanta que son tiburones “de los más primitivos evolutivamente hablando”.
A pesar de que la presencia de luz es unos de los elementos fundamentales para la existencia de la vida, “las adaptaciones en el mundo animal y en los organismos vivos son increíbles”, destacó la científica, por lo que “va a haber siempre formatos de adaptación a zonas donde la disponibilidad de luz es limitada”, agregó.
De hecho, según cuenta, “existen en los fondos abismales, que es el fondo más profundo de los mares, organismos adaptados a esas condiciones con órganos y sentidos muy específicos: adaptación de ojos, de vejigas natatorias, fuentes alternativas de luz como apéndices anexos que los ayudan a iluminar”.