El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que su país abandonará el Acuerdo de París sobre cambio climático, iniciativa suscrita por 195 países en diciembre de 2015. Esta decisión implica que la segunda nación que emite más gases de efecto invernadero a nivel mundial, cerca del 15%, no realizará las acciones comprometidas para reducir la emisión de dióxido de carbono.
El camino tomado por Estados Unidos lo conduce a la ruta seguida por Nicaragua y Siria, puesto que ambos países se negaron a ser parte del acuerdo. Sin embargo, el Gobierno de Chile sí lo suscribió e incluso, manifestó su «profunda decepción» por la decisión anunciada por Trump, evidenciando que el remezón del Acuerdo de París puede repercutir en nuestro país.
Para Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), la salida de EEUU del acuerdo «es una decisión lamentable para el conjunto de la humanidad, pero en particular para Chile, porque es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático».
En tanto, Sara Larraín, directora ejecutiva del Programa Chile Sustentable, afirma en conversación con El Ciudadano que «no nos afecta directamente la posición política de Trump en este caso, pero sí va a afectar a todos los países en la medida que, si un gran emisor de gases de efecto invernadero no reduce sus emisiones, sino que al contrario, las continúa aumentando». En ese sentido, añade que «obviamente los esfuerzos que tendrá que hacer en conjunto la comunidad internacional para asumir las reducciones que debiera hacer EEUU, son una tremenda carga».
Sin embargo, la otrora candidata presidencial advierte que «si no se logra compensar lo que EEUU no va a reducir, va a haber más impacto y, por lo tanto, en el caso de nuestro país y de América Latina, más aluviones, como los ocurridos en Chile, Colombia y Perú; más incendios forestales, más heladas y eventos extremos que afectan la producción de alimentos».
Con y sin Estados Unidos
Los principales puntos contemplados en el Acuerdo de París establecen que el aumento de la temperatura global debe estar por debajo de los 2ºC. A su vez, se fijan fondos cercanos a los US$ 100 mil millones para los países en desarrollo a partir de 2020. Si bien el acuerdo se revisará cada cinco años, tiene un carácter vinculante para los países firmantes.
En el caso de Chile, el gobierno de Michelle Bachelet se comprometió a reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 30% al 2030, fomentar las energías renovables no convencionales, impulsar una ley de eficiencia energética, reforestación de 100 mil hectáreas de bosque «principalmente nativo», desarrollar 14 planes de descontaminación al 2018 e impuestos verdes a emisiones de industrias y automóviles.
A pesar de los compromisos y de la declaración efectuada por el Gobierno de Chile, Lucio Cuenca se muestra partidario de una «actitud mucho más agresiva, respecto de presionar a países como EEUU a mantenerse e incluso avanzar más en los compromisos de reducción de emisiones».
«El cambio climático también es injusticia a nivel global. Acá no todos los países están en capacidad de enfrentar las consecuencias de igual manera. En ese sentido, es un mal precedente, que pudiera derivar en otros descuelgues de otros países y creo que, en ese marco, la exigencia para gobiernos como el chileno es, justamente, ponerse en plan de presión y de exigencia sobre países como Estados Unidos y otros que, eventualmente, pudieran seguir los pasos de Donald Trump», explica el director del OLCA.
De acuerdo a un estudio de la revista Nature, la temperatura global aumentará 4ºC para el año 2100 si no se reducen las emisiones de dióxido de carbono. Ante ese panorama, la comunidad internacional repudió la resolución del país norteamericano, aunque Sara Larraín piensa que el acuerdo está en condiciones de seguir, por más que algunos países se puedan ver tentados a abandonar el pacto.
«La comunidad internacional está bastante acostumbrada a este tipo de comportamientos de EEUU. No nos olvidemos que, en el año 1992, EEUU firmó en Río de Janeiro la Convención de Cambio Climático, pero no la ratificó y posteriormente, cuando llegó el período de reducir emisiones con el Protocolo de Kioto (1997), no firmó», repasa Larraín.
En este sentido, la directora ejecutiva de Chile Sustentable acota que «en los últimos años hubo un tremendo trabajo del Protocolo de Kioto para subir a economías que habían seguido a EEUU y lo lograron, como Australia y Rusia».
Desde otra perspectiva, Lucio Cuenca argumenta que «EEUU es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero, por lo tanto, es uno de los países que más responsabilidad debiera tener con el conjunto de la comunidad internacional en los compromisos para bajar las emisiones».
Teniendo en mente el papel del gobierno de Trump sobre el cambio climático, Cuenca pone el acento en lo que ocurre en Chile y en las consecuencias del modelo extractivista exportador que ha hegemonizado el quehacer económico del país durante los últimos 40 años.
«Hoy la agenda económica extractivista lo que está haciendo es profundizar las condiciones de Chile sobre la situación del cambio climático, entonces, el país también debe asumir, aunque es un emisor pequeño dentro del contexto internacional», afirma.
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