El Agua «La sangre de la Pachamama»


Autor: Director

En muchas regiones de nuestro planeta, nos parece natural poder acceder al agua potable, considerada como un recurso renovable, cuyo uso es parte de nuestra vida cotidiana. La usamos para todo, la vemos correr, pero es en realidad, el agua, un recurso escaso. De hecho 1.500 millones de seres humanos no tienen un acceso a este recurso.

Donde existe por un lado un crecimiento explosivo del consumo del agua y por otro se está produciendo una profunda degradación de su calidad debido a los vertidos de residuos contaminantes (metales pesados, hidrocarburos, pesticidas, fertilizantes…), muy superior a tasa o ritmo de asimilación de los ecosistemas naturales. Unos dos millones de toneladas de desechos son arrojados diariamente, según el Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del Mundo, en aguas receptoras.

El Programa 21 declara*: “Con el aumento de la población y de las actividades económicas, muchos países están llegando con rapidez a una situación en que el agua escasea o en que su desarrollo económico se ve obstaculizado. El rápido crecimiento de la demanda de agua se debe en un 70% a 80% al riego agrícola, algo menos de un 20% a la industria y sólo un 6% al consumo doméstico.”

Las tres cuartas partes de la superficie de la tierra se encuentra cubierta por el agua en distinas formas, en estado líquido, sólido o gaseoso. La encontramos como lagunas, lagos, ríos, arroyos, mares, témpanos o en las nieves. El 98 % del agua es salada de nuestros mares. Del agua dulce, encontramos que el 69 % se encuentra en glaciares o en forma de nieve. El 30 % es agua subterránea (por ejemplo en acuíferos como en el Guaraní) y solamente el 0,7 % es agua que se encuentra en lagos y ríos.

Es importante señalar que este recurso desde más de 3.000 millones de años está presente en nuestra naturaleza y además es un derecho humano básico, es un bien público por lo tanto, es de todos. Aunque el incremento de la población, el mayor consumo y la contaminación, atentan contra este apreciado bien.

Contaminación del agua

El crecimiento industrial y demográfico han sido los principales contribuyentes para la contaminación del agua, la que se produce al verter sustancias sólidas, líquidas, gaseosas e incluso energía calórico en mares, ríos, lagos y canales.

Producto de esta alarmante situación, más de tres millones de personas mueren anualmente en el mundo por enfermedades relacionadas con el agua, tales como cólera, hepatitis infecciosa, tifus, entre otras. Las cifras son alarmantes si consideramos que la cantidad de muertos relacionados con el recurso hídrico es mayor que el número de muertos a causa de guerras; a ello se le suma que 25 mil personas que mueren por la contaminación del agua son de países en desarrollo.

No hay que olvidar que la contaminación de este líquido vital provoca importantes efectos en los ecosistemas acuáticos, ya que hay una disminución del oxígeno disuelto en el agua y la consiguiente dificultad para la vida acuática, como para los procesos de descomposición de la materia orgánica, como ejemplo de esto es lo que ocurre en el canal el Morro, el que sufre una gran eutrofización1 producto de la contaminación.

“El agua, fuente de vida»

Basándose en el título del primer Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el mundo «Agua para Todos, Agua para la Vida», la Asamblea de las Naciones Unidas decidió proclamar, en su resolución A/RES/58/217, el período 2005-2015 Decenio Internacional para la Acción «El agua, fuente de vida», empezando el Día Mundial del Agua (22 de marzo de 2005).

La Agenda 212

La Agenda 21 en el Capítulo 17 y Capítulo 18 toma en cuenta el problema del Agua.

En el Capítulo 17: “Protección de los Océanos y de los Mares de todo tipo, incluidos los Mares cerrados y Semicerrados, de las zonas costeras, y protección, utilización racional y desarrollo de sus recursos vivos.

Introducción

17.1 El medio marino, a saber, los océanos, todos los mares y las zonas costeras adyacentes, constituye un todo integrado que es un componente esencial del sistema mundial de sustentación de la vida y un valioso recurso que ofrece posibilidades para un desarrollo sostenible. El derecho internacional, reflejado en las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que se mencionan en el presente capítulo, establece los derechos y las obligaciones de los Estados y proporciona la base internacional en que se fundan la protección y el desarrollo sostenible del medio marino y costero y sus recursos.

En el Capítulo 18: Protección de la Calidad y el Suministro de los recursos de Agua Dulce: Aplicación de criterios integrados para el aprovechamiento, ordenación y uso de los recursos de Agua Dulce.

Introducción

18.1 Los recursos de agua dulce son un componente esencial de la hidrosfera de la Tierra y parte indispensable de todos los ecosistemas terrestres. El medio de agua dulce se caracteriza por el ciclo hidrológico, que incluye las inundaciones y sequías, cuyas consecuencias se han vuelto en algunas regiones más extremas y dramáticas durante los últimos años. El cambio climático mundial y la contaminación atmosférica podrían también tener consecuencias para los recursos de agua dulce y su disponibilidad y, con la elevación del nivel del mar, poner en peligro las zonas costeras bajas y los ecosistemas de las islas pequeñas.

18.2 El agua se necesita en todos los aspectos de la vida. El objetivo general es velar por que se mantenga un suministro suficiente de agua de buena calidad para toda la población del planeta y preservar al mismo tiempo las funciones hidrológicas, biológicas y químicas de los ecosistemas, adaptando las actividades humanas a los límites de la capacidad de la naturaleza y combatiendo los vectores de las enfermedades relacionadas con el agua. Es preciso contar con tecnologías innovadoras, entre ellas las tecnologías locales mejoradas para aprovechar plenamente los recursos hídricos limitados y protegerlos contra la contaminación.

18.3 La escasez generalizada de recursos de agua dulce, su destrucción gradual y su creciente contaminación, así como la implantación progresiva de actividades incompatibles en muchas regiones del mundo, exigen una planificación y una ordenación integradas de los recursos hídricos. Esa integración ha de abarcar todos los tipos de masas interrelacionadas de agua dulce, tanto las aguas superficiales como las subterráneas, y ha de tener debidamente en cuenta los aspectos de la cantidad y calidad del agua. Debe reconocerse el carácter multisectorial del aprovechamiento de los recursos hídricos en el contexto del desarrollo socioeconómico, así como la utilización de esos recursos para fines múltiples como el abastecimiento de agua y el saneamiento, la agricultura, la industria, el desarrollo urbano, la generación de energía hidroeléctrica, la pesca en aguas interiores, el transporte, las actividades recreativas, la ordenación de las tierras bajas y las planicies y otras actividades.

El Agua como Derecho

Hay un interés muy grande por mercantilizar el agua; borrar la idea que se trata de un derecho de la ciudadanía y una obligación estatal de proveerlo; favorecer la subida de tarifas hasta lograr que se establezcan cotizaciones internacionales; desarrollar sistemas de transportabilidad internacional del producto (tuberías transfronterizas, contenedores, buques cisterna, etc.); en pocas palabras impulsar el mercado global del agua, en el que manda el que más puede pagar y en el que los que transan son agentes privados en busca del lucro inmediato, esta situación atenta contra unos de los criterios de sobrevivencia mas básico como es que la gente pueda acceder con facilidad a este vital elemento.

Perversamente se nos quiere hacer pensar que en el juego entre nuestras necesidades y los intereses globales, no tenemos nada con lo que hacernos valer. Que sin el toque de la mano del inversionista transnacional, nuestros recursos, nuestras instituciones, nuestras empresas, nuestro trabajo y nuestra inteligencia, carecen de valor de mercado. Entonces tenemos que rendirnos al mejor postor.

Ciudadanizando la solución

Para avanzar en este sentido creo necesario considerar en primer lugar, como actitud de una ciudadanía ambiental preocupada de ser protagonista en el control y manejo de los recursos naturales, como lo plantea la Proclama del Octubre Azul3

El agua en todas sus formas es un bien común, de dominio público y su acceso es un derecho humano fundamental e inalienable. El agua es un patrimonio de las comunidades, de los pueblos y de la humanidad, principio constitutivo de la vida en nuestro planeta. El agua no es mercancía. Por eso hay que rechazar todas las formas de privatización, inclusive la asociación publica-privada que han mostrado su total fracaso en todo el planeta, así como las empresas que aún siendo públicas funcionan bajo el régimen privado.

La gestión y el control deben permanecer en el ámbito público, social, comunitario, participativo, con equidad y sin fin de lucro. Es obligación de todas las instituciones públicas locales, nacionales e internacionales garantizar estas condiciones desde la planificación hasta el control final del proceso.

Se debe garantizar la solidaridad entre las generaciones presentes y futuras, por eso hay rechazar este modelo desarrollista, neoliberal y consumista que promueve la sobre-explotación de la madre naturaleza.

Es necesaria una gestión sustentable de los ecosistemas y la preservación del ciclo del agua mediante el ordenamiento del territorio y la conservación de los ambientes naturales. Las cuencas hidrológicas son unidades básicas integrales de gestión pública, factor de identidad y unión comunitaria, donde se efectivice la participación ciudadana y de los pueblos. La defensa del agua implica recuperar la salud de los ecosistemas desde las fuentes de captación hasta el tratamiento de las aguas residuales.

Eduardo Alarcón Hernández

Centro Comunitario Hualpen

Coordinadora Ambiental Talcahueño

[email protected]


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