Después de más de una década, en la capital se evidenció la primera emergencia ambiental por los altos índices de contaminación de Material Particulado fino 2,5. Mientras, la sequía presente hace años y durante el otoño empeora la calidad del aire.
El difícil escenario obligó a las autoridades a tomar medidas más restrictivas, considerando que según datos del Ministerio del Medio Ambiente mueren más de cuatro mil personas al año por enfermedades cardiopulmonares.
El ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier, defendió la paralización del parque de fuentes fijas industriales, pese a que la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) advirtió que traerá pérdidas millonarias para el sector.
Asimismo, el secretario de Estado adelantó que para la actualización del plan de prevención y descontaminación 2016 se modificará la restricción vehicular, tomando en cuenta la evolución del parque de vehículos livianos.
En cuanto a la sequía, el departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile indicó que hasta el 21 de junio, en la estación de Quinta Normal, se registraron sólo 11,9 milímetros de lluvia. En ese sentido, los especialistas advirtieron que si no llueve en los próximos días, la precipitación acumulada al 30 de junio será la más baja para esa fecha de todo el registro disponible desde 1866.
De este modo, los expertos se arriesgan a hablar de una “mega sequía” por su carácter excepcional, con una duración de cinco años y por su extensión en la zona central de Chile.
En tanto, el ministro Badenier sostuvo que el fenómeno afecta fuertemente a la zona centro norte del país, donde tampoco se pronostican precipitaciones en el corto plazo: “Hay un esfuerzo relevante de parte de la Dirección General de Aguas para establecer medidas, seguir monitoreando e ir previendo los esfuerzos. También de otros ministerios sectoriales, en particular de Agricultura, para ir en ayuda con las organizaciones de agricultores que tienen efectos nocivos por la sequía que nos acompaña hace años”, dijo.
Nicolás Huneeus, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile, expuso que la composición del material particulado que está suspendido en el aire varía según el tipo de fuente que la emitió, siendo estas hidrofílicas o hidrofóbicas, y solo en el caso de estas últimas no se disuelven en el agua.
En consecuencia, Huneeus afirmó que la lluvia puede limpiar en cierta medida el aire, pero la sequía no es controlable por el ser humano. A esto se suma la geografía de las urbes como Santiago, que tienen mala ventilación, concentran gran cantidad de personas y producen necesariamente muchas emisiones.
“Lo único sobre lo cual nosotros podemos actuar son las emisiones, entonces las medidas de prevención que puede hacer el Gobierno son mejorar el transporte público y desincentivar el uso de auto, tratar de que las personas se muevan más en micro, Metro o bicicletas”, planteó el investigador. En el caso del sur, dijo que se debería apuntar a un uso más eficiente de la energía.
Por su parte, Hernán Blanco, líder del proyecto ambiental estatal Maps Chile, que identifica las opciones para la toma de decisiones sobre la mitigación del cambio climático, comentó que la ocurrencia de eventos extremos, como la sequía, hace perder a los habitantes el ritmo de lo que conocen como clima.
“Que tengamos el semestre más seco del que se tiene registro o el mes mayo y junio más caluroso de hace mucho tiempo, pasa desgraciadamente más desapercibido que el aire que respiramos cada día en Santiago y en las principales ciudades del país”, enfatizó.
Blanco concluyó que si bien el foco de las 100 medidas del proyecto Maps está en el cambio climático, muchas de estas tienen otros impactos en la calidad del aire y salud de las personas, como por ejemplo, la instalación de ciclovías.
Fuente: Diario y Radio U.Chile