La atención mundial esta puesta sobre una adolescente sueca con verbo contestatario pero hay gente que se pregunta por qué el mundo prefieres escuchar a una joven blanca de un país colonial hablando sobre ecologismo y no han vuelto su mirada a los miles de indígenas y campesinos que tienen siglos abogando por el medio ambiente
Mientras millones de personas siguen a Greta Thunberg, la joven sueca que se hizo famosa por su lucha implacable por el medioambiente, también hay quienes afirman que alguien detrás de ella mueve los hilos.
Las malas lenguas dicen que es sospechoso que una alumna de edad escolar haya logrado acaparar las miradas de todo el mundo y participar en eventos como el Foro de Davos y la 74 Cumbre de la ONU en Nueva York.
Dinero y clima
Dos de las principales críticas contra la joven activista son su presunta implicación en organizaciones cuyo principal objetivo es lucrarse y los medios económicos que utiliza para llevar a cabo sus actividades.
Algunos medios de comunicación apuntan a la relación profesional que tuvo la niña de 16 años con un famoso publicista y experto en relaciones públicas llamado Ingmar Rentzhog. Según destaca el periódico alemán Taz, fue precisamente Rentzhog quien catapultó a la fama a la activista promocionándola en las redes sociales.
De hecho, ninguno de los dos negó la contribución profesional del especialista a la popularidad de Thunberg. En 2017 incluso fundaron la plataforma We Don´t have time, cuya misión fue promocionar las ideas de la ecología y ganar dinero.
Sin embargo, un año más tarde Thunberg abandonó el proyecto, de cuya junta directiva la sueca formaba parte.
Esta fue una de las razones por las cuales algunos medios no tardaron en acusar a Rentzhog de utilizar a la joven para enriquecerse con la excusa de la lucha medioambiental.
El empresario dijo en una de las cartas que envió a los posibles inversores que Thunberg fue incluida en el proyecto para promover iniciativas climáticas, y que ganar dinero y luchar por el medioambiente no son actividades incompatibles.
Posteriormente, Rentzhog eliminó toda mención de la activista en su página web y afirmó que ya no trabaja con ella.
El yate de la discordia
Algunas de las prácticas que intenta impulsar Greta Thunberg para reducir el impacto del consumo en el medioambiente es reducir al máximo el uso de combustibles fósiles y comprar menos ropa. Por ese motivo intenta evitar siempre que puede los viajes en avión.
La decisión personal de la sueca causó cierta polémica, especialmente después de que cruzase el Atlántico en un yate para asistir a la asamblea de la ONU en Nueva York. La embarcación, que se usa en carreras de yates a nivel mundial, tiene un coste de cinco millones de euros y, según afirman algunos medios, el viaje de dos semanas habría costado unos 40.000 euros.
El yate actualmente se llama Malizia II, pero en su día llevaba el nombre de Edmond de Rothschild. De hecho, el jefe de la rama francesa de la familia Rothschild, Benjamin —quien fue jefe del ahora presidente francés, Emmanuel Macron— ordenó su construcción. Es un hecho que algunos medios también destacaron en un intento por relacionar a la joven sueca con las corporaciones.
Además, uno de los principales patrocinadores de este yate en las competiciones es el fabricante automovilístico BMW, una empresa que no profesa con las ideas de ecología y de ausencia de emisiones de co2.
Cortesía de Sputnik
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