El futuro con más habitantes y menos agua

El planeta tenía 2

El futuro con más habitantes y menos agua

Autor: Wari

El planeta tenía 2.500 millones de habitantes en 1950 y 6.500 millones en 2005. En 2025, 8.000 millones de seres humanos deberán dividirse la misma cantidad de agua que en la actualidad. Dentro de veinte años, la reserva mundial disponible por habitante será tres veces menor a la de 1950.

A ello se suman dos amenazas. En primer lugar, la contaminación: aguas residuales, pesticidas agrícolas y desechos industriales convergen hacia los ríos y napas subterráneas. Ahora bien, un solo metro cúbico de agua dulce contaminada inutiliza entre ocho y diez metros cúbicos más. Es posible purificarla, pero ello implica tratamientos caros. Otro elemento cuyo impacto es difícil de cuantificar es el cambio climático, que podría modificar los regímenes hidrográficos de las regiones del mundo.

Tales hechos afectarán a un planeta en el que el agua está distribuida de manera muy desigual. América del Sur tiene la cuarta parte de las reservas mundiales, pero en ese subcontinente sólo vive el 6% de la población del planeta. En cambio, el 60% de los habitantes del mundo vive en Asia, que sólo cuenta con la tercera parte de las reservas.

En la actualidad, el 30% de la población vive en países cuyos recursos son «escasos» (menos de 2.000 metros cúbicos por año y por habitante), según el programa hidrológico de la Unesco. En 2025, «la gran mayoría de la población» deberá conformarse con reservas «bajas», y hasta «catastróficas» en el caso del 30% de los países. Sólo el norte de Europa, Canadá, Alaska, América del Sur, África central, Rusia y Oceanía se salvarán.

¿Cuál es la solución para los países a los que les falta agua?

Se desarrollarán tres grandes técnicas que ya se utilizaron. En primer lugar, el sondeo del ámbito poco conocido de las aguas subterráneas, de las cuales sólo una parte es renovable. «Ese recurso debe manejarse con el mayor de los cuidados», afirma Bernard Barraqué, director de investigación del CNRS. «Una vez contaminada, el agua subterránea profunda es difícil de purificar».

Segunda pista: continuar con la política de presas iniciada en el siglo XX, de la cual hay en la actualidad 45.000 ejemplos en el mundo. Esas grandes obras, sin embargo, impactan sobre el medio ambiente.

Tercero: la desalinización del agua de mar constituye un recurso en los países costeros áridos que cuentan con los medios económicos para sustentarlo. El costo está bajando y ya existen 12.500 centros que abastecen al 1,5% de la población mundial, sobre todo en el Golfo Pérsico.

Esas soluciones podrían no ser suficientes. Los especialistas preconizan una idea completamente distinta: dejar de pensar el agua como un recurso ilimitado y adaptar nuestro consumo. Es algo que atañe a todos los usuarios.

La agricultura es la primera actividad en la mira. Absorbe el 73% del agua dulce que se utiliza en el mundo, por lo que supera en mucho a la industria y la producción de energía (21%), así como el consumo doméstico (6%). Las tierras irrigadas representan sólo el 15% de los cultivos mundiales, pero producen el 40% de los recursos alimentarios de la humanidad. Se las desarrollará a los efectos de aumentar la productividad de la tierra y alimentar al planeta.

Ahora bien, la irrigación genera un gran desperdicio: entre el 20 y el 60% del agua no contribuye al crecimiento de los cultivos. La distribución gota a gota en cada planta supondría el uso de la cantidad estrictamente necesaria. ¿Pero los campesinos pobres tendrían los medios necesarios para hacerlo? Otra opción es reutilizar el agua residual doméstica. Ya es el caso de un 10% de las tierras irrigadas.

En cuanto al uso doméstico, la problemática varía mucho en las distintas regiones del mundo. Mueren 34.000 personas por día por falta de acceso a agua limpia. Hay aproximadamente 1.500 millones de personas, sobre todo en el hemisferio sur, que no tienen acceso a agua potable. Si no se hace nada al respecto, para 2025 serán 3.000 millones.

Sin embargo, la cuestión del acceso al agua está menos ligada al régimen hidrológico de un país que a sus recursos financieros y a la voluntad política de organizar la construcción y el mantenimiento de redes de distribución y saneamiento. El acceso de todos a un agua sana, que es condición indispensable para el desarrollo de un país, es el objetivo que fijó la ONU para el año 2025.

Un estadounidense usa un promedio de 600 litros de agua por día. Un europeo utiliza 150 litros. ¿Puede sostenerse eso? La población de algunos países desarrollados tendrá que aprender a economizar, como sucede en las viviendas japonesas, donde el agua de los baños se desinfecta en el lugar y se reutiliza de inmediato. La población urbana será en el futuro más numerosa que en la actualidad. Sus necesidades, concentradas en espacios reducidos, crearán un mayor riesgo de escasez. El aprovisionamiento de las megalópolis será uno de los grandes desafíos de las próximas décadas.

Fuentes: educasitios.educ.ar/aprchile.cl


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano