Imaginen por un momento que los desperdicios orgánicos de nuestros hogares pudiesen ser utilizados por quienes realizan abono orgánico, mientras que los provenientes de supermercados y restaurantes fueran a un Banco de Alimentos o centro de acopio donde personas de bajos recursos puedan adquirirlos. ¿Listo? Bueno, la realidad es que estos desechos o residuos podrían ser parte de una solución y no los causantes de la contaminación ambiental.
Este escenario hipotético no está lejos de convertirse en realidad en Quito, capital de Ecuador, con el Proyecto Quito a Reciclar, el cual busca promover la separación correcta de los residuos sólidos y reciclables con el objetivo de disminuir la cantidad de desperdicios que terminan en el relleno sanitario de esta ciudad.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), en 2017 al menos 47,47% de los hogares ecuatorianos clasificó los residuos; es decir, casi cinco de cada diez hogares lo hizo. En este marco, el principal residuo clasificado fue el plástico, con un 32, 98%, seguido por los residuos orgánicos, papel, cartón y vidrio.
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Con esta cultura, unas 700 toneladas mensuales de material reutilizable se trasladan a los Centros de Educación y Gestión Ambiental (CEGAM), donde se acopian y separan los desechos reutilizables con ayuda de grupos de recicladores de base. En promedio, 145 toneladas son comercializadas por 111 familias de gestores ambientales de la Economía Popular y Solidaria.
El tipo de material que se recepta y que forma parte de esta cadena productiva incluye cartón, papel, vidrio, plástico, tetrapack, botellas PET y chatarra ferrosa.
Como podemos observar, el reciclaje y el correcto manejo de desechos le dan una segunda oportunidad a la basura que producimos y que contamina el medio ambiente. Además, permite reducir costos de operación y, desde luego, generar una oportunidad productiva para los recicladores de base.
Amenaza al ambiente
De acuerdo con un informe del Banco Mundial (BM) titulado What a Waste: A Global Review of Solid Waste Management, la producción de residuos aumentará desde los 3,5 millones de toneladas diarias en 2010, a cerca de 6 millones en 2025. Cada tonelada de desperdicios genera 1.5 toneladas de CO2 que contamina el aire.
El consumo responsable es el primer paso de una cadena de buen manejo de desechos, y se puede lograr con una activa participación ciudadana en los procesos de separación de los mismos.
Perote quiere industrializar la basura
En Perote, ciudad mexicana del estado de Veracruz (sur), el alcalde de este municipio, Juan Francisco Herbert Prado, informó que una empresa privada se hará cargo del reciclaje de la basura que se genera en este municipio ubicado a 51 kilómetros de la ciudad de Xalapa.
“Aquí, todos los días se generan hasta 90 toneladas de basura, buscamos industrializar y permitir que el 97% no contamine el medio ambiente”, Juan Francisco Herbert Prado al portal HoraCero.com.
Agregó que la idea es buscar que en el municipio haya una mejor recolección de los desechos y la ciudad esté más limpia. Están seguros de que con este proyecto el destino final de la basura tendrá un mejor tratamiento.
Sin embargo, el proyecto no genera costo para la autoridad municipal y se hará legal a través del convenio con la Asociación Público Privada, luego de ser aprobado por el Congreso del Estado.
La concesión la obtendrá la empresa que ofrezca las mejores condiciones y alternativas. Una vez licitada, tomará posesión del relleno Los Molinos, a cinco kilómetros de la cabecera municipal, donde son depositadas 90 toneladas de desechos. Aún cuando todavía no se conoce el alcance o el método de erradicación de los desperdicios o desechos sólidos, es probable que estas propuesta vayan dirigidas a la incineración para generar energía, lo cual liberaría al municipio de la basura pero ocasionaría daños ambientales superiores a la emisión de CO2 que contamina el aire en los vertederos.
El peligro de la incineración de residuos
La incineración de residuos como forma de obtención de energía no siempre es una solución medioambiental correcta, debido a que, durante el proceso, se emiten gases tóxicos a la atmósfera, lo que contribuye con el calentamiento global.
En México, el 90% de las cementeras utilizan este mecanismo de generación de energía que, aunque goza de la aceptación de los gobiernos locales que reciben cuantiosos ingresos por permitir el funcionamiento de estas empresas en su territorio, es rechazado por organizaciones de base no gubernamentales e individuos de más de 90 países, cuya visión es un mundo justo, libre de tóxicos y sin incineración.
La industria del cemento se concentra en su mayoría en la zona centro del país, donde están instaladas la mayor parte de sus 37 plantas cementeras, de las cuales el 90% quema residuos para obtener energía. Este combustible es producido por las mismas empresas cementeras o, en su defecto, crean una nueva empresa dedicada a esto, por lo que obtienen doble beneficio.
Sin embargo, la quema de residuos sólidos urbanos en cementeras genera enormes cantidades de escorias y cenizas volantes, al menos el 22,5% en peso de los residuos quemados, según los datos más conservadores. Las instalaciones de quema de desechos son las industrias de energía más tóxicas y costosas.