Hace 200 años existían más de 100.000 ejemplares de oso polar, hoy en día quedan menos de 20.000. Se nos acaba el tiempo… Recientemente, la fotógrafa alemana Kerstin Langenberger, publicó una fotografía de un oso polar desnutrido en el Ártico que nos hace reflexionar sobre la situación en que se encuentra esta especie actualmente, en el contexto del calentamiento global.
”Los veranos son más calientes cada año. Los glaciares se derriten más de lo esperado, retirándose decenas de cientos de metros todos los años. El casquete polar desaparecer a una velocidad récord. Sí, he visto osos en buena forma, pero también he visto muchos osos polares muertos y hambrientos», escribió Kerstin Langenberger en su página de Facebook.
La fotografía fue obtenida en el norte de Noruega, en el archipiélago Svalbard, situado en el océano Glacial Ártico. “He visto osos horriblemente flacos, y casi exclusivamente eran hembras, como la fotografiada. Un mero esqueleto, herida en su pata delantera, posiblemente por un intento desesperado de cazar a una morsa mientras estaba atascada en la tierra», comentó Langenberger.
La UICN informó que el número de osos polares se ha reducido en un 30% en los últimos 45 años. Hasta hace algunos años, los osos polares se cazaban desde embarcaciones de motor, avionetas e incluso helicópteros. Esta caza masiva puso la especie al borde de la extinción, por lo que acabó prohibiéndose en ciertos países como Rusia o Noruega y regulándose en los demás. Canadá es el país que presenta la mayor parte de la población mundial de osos polares y en donde se permite a los inuit cazar un cierto número de ejemplares al año.
En 2010 se autorizó a las poblaciones indígenas de EEUU y Rusia a cazar 29 ejemplares al año, cuota anulada recientemente por Rusia que prohíbe totalmente la caza de osos polares en su territorio. El calentamiento global es la nueva amenaza de la especie.
Según estudios canadienses el hielo de las zonas habitadas por estos animales se está derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a retirarse a tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que pierden durante el verano y el otoño. Este afecta principalmente la capacidad de las hembras para quedar preñadas y minan su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías.
visto en La Reserva