Los diversos conflictos medioambientales que involucran a numerosas comunidades a lo largo y ancho de Chile nunca antes tuvieron por protagonistas a un grupo de religiosas. Lo cierto es que la agrupación de Carmelitas Descalzas enfrenta desde 2012 una iniciativa de la empresa de energía Coyanco, que amenaza una parte importante del terreno donde las monjas llevan a cabo su vida de claustro y meditación.
La iniciativa, denominada proyecto El Canelo -y dirigida por el empresario Juan Claro- consiste en la construcción y operación de una central hidroeléctrica de pasada en el río Maipo, que busca generar cerca de 16,06 MW para inyectar al Sistema Interconectado Central (SIC). La propuesta, que se desarrollaría en paralelo a los trabajos del proyecto Alto Maipo, también en el sector, fue aprobada por el Comité de Ministros a fines de 2014.
Debido a sus primeros informes negativos por parte de la Corema, la decisión de aprobar la iniciativa tomó por sorpresa a la comunidad donde habitan 15 religiosas, decididas a rechazar de plano los ductos que dividirán en dos su monasterio, echando abajo una gruta construida por las mismas mujeres para la Virgen del Campo, madre y reina de las Montañas y que es visitada por todo el sector.
La documentalista Carla Astorga entrevistó a la madre superiora de la comunidad hace unos meses y ella la autorizó a difundir sus declaraciones, que fueron facilitadas a El Ciudadano.
«La legislación chilena es clara: dice que todo lo que corresponde al culto divino debe ser protegido por el Derecho Canónico. Traspasa sus derechos al derecho canónico, que dice que a lo que es sagrado no puede entrar nada que no sea para favorecer lo sagrado. La ley es clara. ¿Cómo va a pasar un túnel que está realizado bajo todas las mentiras habidas y por haber? Este proyecto se le catalogó como de interés nacional para poder sacarlo rápido del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA)», enfatizó la madre María Elisa Castillo, quien lidera el espacio.
Las religiosas son apoyadas por los vecinos, que argumentan que se han omitido los años ambientales que puede provocar la propuesta, en una zona cada vez más intervenida por la actividad industrial de grandes empresas. Todo, como siempre, en nombre del progreso.
PRESIONES E INEXPLICABLES INCENDIOS ACOSAN A LAS RELIGIOSAS
La experiencia de batalla de las Carmelitas Descalzas abre un espacio para reflexionar acerca de los múltiples debilidades y problemas que caracterizan a la institucionalidad ambiental en Chile. Anteriormente, una resolución judicial entregó a Coyanco la servidumbre y derechos de aguas de una parte del predio, sin considerar en lo más mínimo que el espacio mantiene un objetivo espiritual que sería totalmente alterado por el proyecto, además de suspender la vida comunitaria de las religiosas, que se sustentan de la venta de mermeladas, miel, pan, comida y diversos artículos que son adquiridos por vecinos y vecinas.
Según María Elisa, «la parte implicada en esto, mutis. Uno solo veía cómo la empresa le daban todo el tiempo que quisieran para responder, ellos pedían más plazo y se los daban. Uno ve una desigualdad tremenda entre la parte pública y la parte privada. Además, la parte privada se dio el lujo de ni contestarle al SEA y de decir que ya está todo dicho. Aquí hay presiones del empresariado al poder público«.
La religiosa recalcó que el Comité de Ministros evaluó tres proyectos ese día, en menos de media hora. «En un cuarto de hora deciden si está bien o mal. Ahí se aprobó el proyecto, fue como si cayera encima un peso infinito sobre nuestros hombros».
Pero no sólo la institucionalidad ambiental ha acosado a las Hermanas Carmelitas Descalzas del Maipo: las mujeres denuncian haber vivido presiones de diversa índole, desde la visita del mismo empresario Juan Claro en compañía del ex ministro Pacheco, hasta cerca de 18 incendios intencionales que inexplicablemente se han provocado.
El primer siniestro se registró en noviembre de 2013, pocas semanas después de que el SEA inició la evaluación del proyecto. Desde entonces, señaló la madre María Elisa, «nos han avasallado sin comprender nosotras muy bien por qué. Coyanco va asociado a mentiras y presiones de distintos tipos». En 22 años, jamás habían vivido un incendio en el lugar.
DEJEN EN PAZ EL CAJÓN: EL APOYO DE LAS COMUNIDADES
Las religiosas han contado con el apoyo de la comunidad y diversas organizaciones en su dura pelea contra la empresa. De hecho, la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile (Conferre) dio a conocer una declaración donde señalan su respaldo.
«La aprobación del proyecto, decidida unilateralmente por un Comité de Ministros, vulnera la naturaleza más propia de la vida de clausura, que es una vida separada del mundo, por la cual todo el monasterio está cerrado a otras personas que no pertenezcan a él. La ley chilena reconoce la legislación canónica como normativa de todos los bienes inmuebles de propiedad de la lglesia, es decir, un bien eclesiástíco está sometido a una doble legislación. Esto, entre otras cosas, es lo que no ha respetado el último fallo», argumentaron.
Preocupados por las condiciones medioambientales de nuestro país, desde la Conferre explicitaron que «Chile pierde cada día más suelo fértil y productivo, el desierto se acerca cada vez más a la capital y aunque las centrales de paso devuelven el agua al río, dejan kilómetros de la cuenca con un mínimo de agua, provocando aridez en su trayecto».
Desde la Coordinadora No Alto Maipo, la vocera Marcela Mella recalcó que han seguido atentamente el caso y que el proyecto afecta la vida de los vecinos y vecinas del sector, además de las mujeres que conforman la Comunidad de las Carmelitas Descalzas.
«La actividad industrial con la que intervienen el Cajón del Maipo, que busca la generación de la electricidad, son actividades que tienen un techo. Esta cuenca ya está demasiado intervenida y sobreexplotada y se van a seguir agregando otro tipo de impactos. En el Cajón ya hay 6 centrales hidroelécticas, con lo que cumplimos de sobra con la responsabilidad de generar electricidad para el sistema central», argumentó la activista.
Para el movimiento, cualquier otra iniciativa de esta índole es un amenaza directa sobre el lugar, que ya vive un proceso de desertificación como consecuencia del calentamiento global. «Compartimos con la comunidad de las Carmelitas Descalzas la intención de proteger el Cajón del Maipo y que no se desarrolle más actividad industrial de la que ya hay», agregó.
LA ADVERTENCIA DE LAS RELIGIOSAS: SIN AGUA NO HAY VIDA
Además de las presiones que han experimentado, la madre superiora María Elisa señaló que una de los aspectos más dolorosos del proceso que han vivido ocurrió cuando la empresa, a través de terceros, ubicó a gente para desprestigiarlas y hacer dudar a las autoriades de «nuestro ser de religiosas, carmelitas y de nuestra clausura. Mucha gente católica nos venia a preguntar».
A juicio de la religiosa, llegar al extremo de usar «herramientas tan viles y desproporcionadas contra un grupo de 15 mujeres encerradas es insólito«, lo que ella misma reconoció como un hecho que les permitió conocer una realidad que hasta entonces ignoraban.
«Éramos inocentes hasta que nos topamos con Coyanco. Ahí comprendimos que Chile no era el que esperábamos. pensamos que era una democracia, que se respetaban los derechos de todos, que habia justicia. Pero si hay empresarios con poder de influir en las cúpulas políticas, de poder de Chile, siempre el dinero va para ellos, al igual que el agua y la tierra«, argumentó.
La madre superiora recordó que el Río Maipo, antes de las numerosas intervenciones, traía 700 litros de agua por segundo y que hoy sólo alcanza los 100 litros, según información de la Dirección General de Aguas.
«Si le sacas mas agua al caudal, menos queda. Alto Maipo va a tomar una cantidad inmensa. Y resulta que sin agua, no hay vida. Es tan simple como eso», cerró María Teresa.
El Ciudadano intentó contactar a la empresa para obtener una versión sobre el tema, pero fue postergada en numerosas ocasiones. En entrevista con Cooperativa, en 2014, Alejandro Donoso, gerente de sustentabilidad de Energía Llaima, propietaria de Coyanco, defendió la iniciativa asegurando que es «necesaria».
«Es un proyecto pequeño, de muy baja escala, que se inserta bastante bien en el medio ambiente, con muy bajo impacto y muy amable con la comunidad», señaló.
En noviembre pasado, las Carmelitas Descalzas presentaron una denuncia ante el Tribunal Ambiental para detener el proyecto. Con todo en contra, están decididas, al igual que vecinos y vecinas, a ponerle un freno a la nueva iniciativa empresarial que amenaza al Cajón del Maipo.