EL SOBERBIO ROSTRO DE LA TRANSNACIONAL AES CORPORATION: «La estupidez de la gente no tiene límites»


Autor: Cristian

Así se refiere el gerente del proyecto “Alto Maipo”, Carlos Mathiesen a los vecinos del Cajón del Maipo que se oponen a la hidroeléctrica.


aesgener
Repleto de gente se encuentra un salón del sanatorio Laenec de San José de Maipo. El motivo: una reunión solicitada por habitantes del Cajón a la CONAMA con participación de la AES GENER, enmarcada en el proceso conocido como “participación ciudadana”. Dicho proceso consiste en que tras la presentación del estudio de impacto ambiental –EIA- por parte del titular, existe –según exige la ley ambiental- un período de 60 días hábiles para que la ciudadanía se informe sobre el proyecto y realice sus observaciones, que a través de la CONAMA serán remitidas nuevamente a la empresa. Cabe preguntarse cómo gran parte de los habitantes del Cajón del Maipo, desinformados sobre el proyecto Alto Maipo, podrán remitir observaciones sobre una mega hidroeléctrica, que sólo han conocido mediante las presentaciones de sus proponentes. De hecho, los mismos funcionarios de CONAMA, como la directora de la división de participación ciudadana Oriana Salazar, ha manifestado que los 60 días son insuficientes, y de hecho, el problema está en la Ley Ambiental, que debe ser cambiada. ¿Qué esperarán nuestros congresistas para dejar de beneficiar a las empresas, en detrimento del medio ambiente? ¿No tendrán quizás, intereses en aquellos negocios?
En aquella fría mañana, al finalizar la presentación de AES GENER, distintas organizaciones del Cajón del Maipo desarrollaron planteamientos muy distintos, y en evidente rechazo a lo propuesto por la empresa. Ante ello El Ciudadano preguntó al gerente del proyecto Carlos Mathiesen: ¿quién, además del gobierno, apoyaba el proyecto? pues los vecinos del Cajón del Maipo rechazaban uno tras otro la iniciativa, ante lo cual el gerente fue peyorativo: “la estupidez de la gente no tiene límites”. Así, el mesiánico Mathiesen, además de “traernos la luz”, trata como estúpidos a los habitantes del Cajón. Pareciera ser que la soberbia de AES no soportó el tedioso –para ellos- proceso de dialogar con las comunidades que impactarán irremediablemente.
Si bien, el proyecto se presenta a sí mismo como ambientalmente “amigable” por no contemplar la construcción de embalses, captará aguas cerca de la frontera trasandina y las devolverá a su curso natural en las cercanías de Santiago. Esto supone que los caudales de los ríos Volcán, Yeso y Colorado serán destruidos entre las zonas de captación y retorno del agua a sus caudales naturales. Es decir, el sistema hídrico del cajón, que hoy a duras penas irriga toda su cuenca y alimenta de agua potable a la capital será secado para producir la tan escasa energía.
Ante el proyecto se levantó una vasta oposición entre los habitantes del Cajón del Maipo, y el tema hídrico constituye uno de sus argumentos centrales. Según afirma el ingeniero hidráulico Jack Stern el estudio de impacto que presentó AES GENER no cumple con las exigencias del SEIA –sistema de evaluación de impacto ambiental- pues no reconoce los impactos generados con la extracción de los caudales. Un tema mucho más delicado, emanado del análisis de Stern nos dice que “el proyecto no es capaz de generar 530 MW. Los datos estudiados señalan que la empresa no cuenta con todos los recursos hídricos necesarios para la operación del proyecto”, sin considerar que los “caudales ecológicos” –caudal mínimo para la preservación de un ecosistema- que contempla la Ley ambiental chilena son risibles ante la media internacional. Según los datos entregados por Patricia Alvarado, ingeniera hidráulica del proyecto, ríos como el Volcán, verían menguado su caudal al menos en un 50%. Por tanto la pregunta de los cajoninos nada tiene de descabellada: ¿Alto Maipo dejará algo de agua, para beber o regar? ¿Qué ocurrirá con el rafting y el turismo, principal actividad económica del Cajón del Maipo? ¿Qué pasará con la provisión de agua potable para Santiago?
Ante tales cuestionamientos la empresa volvió a ser categórica, y la misma Patricia Alvarado, afirmó en la localidad de San Alfonso, que quienes se oponían al proyecto era por ignorancia. Entonces, los habitantes del Cajón además de ser estúpidos, son ignorantes.
El 27 se agosto se cumplió el plazo para realizar las observaciones al proyecto, y en la capital, la plaza de la ciudadanía recibió a unas trescientas personas que al son de cantos y trutrucas caminaron hacia la dirección metropolitana de CONAMA a entregar más de 4000 observaciones al proyecto, mientras los funcionarios de la comisión observaban desconsolados la ingente papelería que le correspondía revisar.
Terminada la etapa de participación ciudadana, donde el proyecto fue dado a conocer, la ciudadanía evidenció sus múltiples inconsistencias. Argumentos técnicos nos revelaron que las trasnacional AES quiere construir una hidroeléctrica sin tener los derechos de agua, tapando con acopios de marina –remoción de tierras- la cancha de fútbol del cordillerano alfalfal –propiedad de Bienes Nacionales- e importantes zonas de escalada, como los Boulder de la Engorda. Sin estudios de impacto social, o líneas de base por cada curso hídrico a intervenir, el EIA carece de rigurosidad que permita su aprobación, y así lo consignaron distintos servicios públicos como la Dirección General de Aguas o los Ministerios de Obras Públicas y Salud.
Sin embargo una señal mucho más poderosa llamó la atención la primera semana de septiembre. Esta provino de otra transnacional, la sanitaria española Aguas Andinas, que provee de agua a la ciudad de Santiago. Su gerencia anunció que no colaborará con el proyecto, debido a que la cantidad de agua que éste pretende utilizar pondría en riesgo el suministro de agua potable a la capital.
Alto Maipo se ha quedado sin agua, pues pretendían aprovechar las instalaciones de la sanitaria para extraer cerca de 30 metros cúbicos por segundo del vital elemento –más de la mitad del recurso que el proyecto requiere, y la gerencia de Aguas Andinas, esta vez no ha dicho Mathiesen si por estupidez o ignorancia, ha instalado una ineludible obstáculo al proyecto. La pregunta aparece entonces: ¿quién será más estúpido; el que defiende su patrimonio, o el que quiere construir una mega hidroeléctrica sin agua?
Del proceso participación ciudadana sólo se escuchó un diálogo de sordos, entre una empresa transnacional representada por preclaros, o mejor, iluminados ingenieros, y una sociedad que se rehúsa a destruir el pulmón de Santiago por unos cuantos Mega Watts, que seguramente terminarán alimentando otra transnacional, ahora minera, que no se lleva gratis el agua sino el cobre.

No obstante, lo valioso del proceso radica en que la ciudadanía pudo conocer el proyecto e interpelarlo con sólidos argumentos ingenieriles que hoy lo hacen tambalear. Si bien la Ley Ambiental 19.300 requiere con urgencia transformaciones, el ciudadano chileno se ha logrado articular más allá de intereses partidistas para proteger el patrimonio de un territorio que bastantes servicios presta ya a la Región Metropolitana, pues el Cajón del Maipo, además de un destino turístico –sin peaje-, provee de agua potable a la colapsada capital.
Si bien los argumentos de los ciudadanos que interpelan el proyecto Alto Maipo exceden por mucho el tema hídrico, contemplando aspectos sociales, culturales, económicos, y en el fondo patrimoniales, esperamos que la COREMA, organismo que sanciona la sustentabilidad de Alto Maipo, considere la amplia visión de una ciudadanía, cuyas consideraciones no dejan de tener peso, no obstante la inminente crisis energética provocada por la anemia de la clase política chilena, que ha dejado en manos de las empresas transnacionales el diseño de la matriz energética del país.

Juan Pablo Calichoury


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