La intensa y amenazante embestida de las inversiones españolas en Latinoamérica parece ser el tema preferido del cineasta catalán Manel Mayol. Esta actitud de las empresas europeas “me parece asquerosa, indecente y posiblemente ilegal desde muchos puntos de vista”, señala el director de Apaga y Vámonos, quien para rodar el documental recorrió en 2004 el sur de Chile para registrar las acciones de la transnacional ENDESA en Alto Bío-Bío.
El resultado es el poderoso y polémico documental sobre las centrales hidroeléctricas de Ralco, que por estos días se está presentando en Chile.
¿Cómo llegaste a la historia de la central hidroeléctrica Ralco?
“Llegué al tema por casualidad, como casi todo en la vida. Lo importante de de Apaga es que empiezas a escarbar un poquito y es perfecto: la transnacional española, con el fascista español que asalta el territorio de los mapuches en el río donde tuvieron que pactar con la Corona Española que (a su vez ) son los mismos fachos que ahora…que los fachos chilenos, que el Estado chileno que son los mismos que antes hasta que llegas a situaciones tan surrealistas como el Sr. Figueroa (Juan Agustín Figueroa, latifundista, abogado y parte querellante en juicios contra mapuches) que es Presidente de la Fundación Pablo Neruda. Es una detrás de otra, es un chiste tras otro. Lo digo con todo el respeto hacia el pueblo mapuche y hacia los que sufrieron y con ningún respeto hacia el Estado español, los fachos españoles, el Estado chileno y los fachos chilenos. Hay 50 mil Apaga y Vámonos en este momento ocurriendo en el mundo. Pero también es difícil encontrarlos y que sean tan representativos. Encontrar a Rodolfo Martín Villa (presidente de ENDESA y dirigente franquista) que está así (estira el brazo haciendo el gesto fascista del saludo franquista, tan reconocible en el totalitarismo de Hitler) es increíble. ¿Cómo un cazador de indios modernos puede ser el Presidente de la Fundación Neruda? Parece que si lo hiciera en ficción me dirían: por favor, vete a ser un poco más sutil, chaval”.
¿Buscabas hacer un documental sobre los mapuches?
En absoluto. Fue en 2004, el año en que en Barcelona había una cosa que se llamaba el Foro de las Culturas (que se hará en Valparaíso en el 2010). Detrás de eso habían empresas tan ‘sostenibles’ como ENDESA, tan propias para el desarrollo tecnológico como Indra (Perteneciente al Corte Inglés y, dentro de sus negocios, desarrolla tecnología militar) o como El Corte Inglés…es lo de siempre. Por eso te digo que Apaga y Vámonos es un ejemplo más de lo que pasa en todo el mundo. En el caso de América Latina, hay cantidad de gente que pueden pensar en hacer películas de Telefónica en México o en Argentina o de Aguas de Barcelona. Y yo me encontré con esto que es como una perla.
¿Conocías Chile antes de ir a filmar?
Los recuerdos que tenía de Chile era que mi padre me decía que habían asesinado a Allende y yo era un niño. Y conocía a Violeta Parra. Incluso no conocía la existencia del pueblo Mapuche, pero como no conozco 50 mil tribus como los catalanes. Hay otras películas que se han hecho sobre Ralco y el pueblo Mapuche pero yo no quise entrar en eso porque desconozco y no soy antropólogo. Quería contar una de las cagaditas de ENDESA, en este caso en Ralco y el Bío Bío. Bueno, ahora se están cargando la Patagonia chilena. Ya saldrán más pelis aunque no sirvan para nada.
¿Crees que los documentales no sirven para nada?
No sirven para nada, no sirven para solucionar lo que intentan denunciar. Es ridículo pensar en eso.
¿Tuvieron muchas dificultades a la hora de hacer el documental en Chile?
Fuimos teniendo dificultades a medida que iban pasando los días y cada vez nos tenían más ubicados y estaba más claro lo qué intentábamos hacer. Pero a mí me ayudaron finalmente con eso. Yo tenía una entrevista concertada con ENDESA y no nos la dieron porque sabían lo que estábamos haciendo. Pero finalmente fuimos grabando esas llamadas en las que nos daban evasivas y fue saliendo un guión de todo eso para hilvanar la peli. En realidad me ayudó ENDESA a la hora de no querer hablar. Además esta chica (la vocera de la empresa), sin decir nada, va diciendo muchas cosas.
¿Y sufrieron acoso policial? Ese es un territorio bastante blindado
Sí, es territorio ENDESA absolutamente. Incluso tienen un aeropuerto. Recuerdo en unos planos aéreos, en los que el piloto se pensaba que íbamos ha grabar volcanes y eso. Y yo pidiéndole que girara un poco para poder grabar la presa. El hombre dijo que el avión era viejo y que si había problemas, tranquilos porque estaba el aeropuerto de Endesa. O sea, no sólo hacen represas sino también aeropuertos privados.
Trabajé con equipo sobretodo chileno. Ellos no sabían mucho de qué iba la cosa el primer día de rodaje. Yo no quise contarles porque lo primero era la entrevista con el ex ministro y abogado Figueroa. El equipo de Apaga y Vámonos creo que es de los mejores que he tenido en mi vida. Además porque el rodaje fue muy duro: el clima, los medios, los kilómetros. Para poder hacer un plano hay que bajar una cuesta empinada, y nosotros no éramos National Geographic.
¿Sintieron miedo alguna vez?
No, no creo. Al final fue duro. Siempre tenía dos falsos hippies detrás de mí. Pero al lado de lo que le pasa a Elena Varela…eso cómo lo explica un estado de derecho. Esto es lo que ha conseguido Figueroa, cambiar la ley y aplicar una ley que en dictadura no se aplicó. (Se refiere a la ley antiterrorista)
¿Entrevistaste a los mapuches que estaban en la clandestinidad?
“Sí, a Mireya Figueroa. Ella es una persona que vive en clandestinidad, que vive en unas condiciones muy bestias. Además de ella, hay presos y presos políticos. Pero hay presos políticos mapuches y esto está en connivencia con las transnacionales”.
¿En qué minuto llegaron ustedes a grabar el documental?
“Llegamos cuando la represa ya la estaban llenando. Una de las secuencias, es la de la vaca que va a beber agua y ve que el río va creciendo y la vaca no entiende nada y dice “muuu” y se va… A los pehuenches ya les había hechos las permutas y vivían desde hace tres años sin luz eléctrica. Endesa les había prometido una ambulancia para trasladarlos a algún poblado si alguien se ponía enfermo, que era una camioneta de los empleados de la central. Pero la furgoneta sólo estaba disponible en la semana. Si alguien se ponía malo el viernes por la tarde, tenía que esperar hasta el lunes”.
¿Con qué idea te quedaste de Chile tras el documental?
“Me da la impresión que en Chile todo da igual: forestales, la minería, etc., ¡qué entren, qué entren, qué entren! ¡Vender el país entero! Me da la impresión que están vendiendo el país entero y que tienen política de piernas abiertas. Ahora lo de Patagonia, no es un tema de la defensa de un pueblo, es la tierra. El 80% o 90 % de lo que produce Ralco no es para las familias, es para otras empresas. No es porque no haya luz. La mejor conexión a Internet que he tenido nunca fue en Santa Bárbara, un pueblito muy pequeño en el sur de Chile”.