En este punto de la historia deberíamos tener claro que toda la actividad humana deja alguna huella en el ambiente. Pero cuando se trata de rastros no visibles para cualquiera, es más difícil tener conciencia de esto.
Un nuevo estudio demuestra cómo nuestra huella de contaminación incluso alcanza lugares en los que nunca hemos estado, como las zonas profundas e inexploradas del océano. Se ha encontrado crustáceos que viven a 10 kilómetros por debajo del nivel del mar y que presentan niveles peligrosos de químicos industriales.
Aunque ha habido misiones hacia las mayores profundidades del océano, la mayor parte de las fosas oceánicas Kermadec y de las Marianas, jamás han sido visitadas por humanos o robots. Pero cuando el doctor Alan Jamieson, de la Universidad de Aberdeen, Escocia, recolectó crustáceos anfípodos de entre 7.227 y 10.250 metros de profundidad –usando trampas instaladas por exploradores marinos de profundidad– los resultados fueron preocupantes.
En cada muestra de tres especies diferentes se detectaron restos de bifenilos policlorados (PCB) y polibromodifenil éteres (PBDE). Ambos son ejemplos de contaminantes orgánicos persistentes; químicos producidos por humanos que interrumpen el funcionamiento de las hormonas en los animales y se instalan en los cuerpos de lo depredadores cuando se comen a otros animales con menores concentraciones, en un proceso conocido como bioacumulación.
Los PCB se usaron por primera vez en los años ’30 como fluidos dieléctricos (o líquidos aislantes), pero en los ’70 se dejaron de utilizar por su peligro ambiental. Durante esos 40 años, se generaron alrededor de 1,3 millones de toneladas que quedaron en vertederos y en diversos equipos que no han sido debidamente procesados. Desde ahí, estos químicos se filtran para terminar en el océano.
Los PBDE , en cambio, se siguen usando como retardantes de fuego y su efecto es aun peor. Aunque su producción está restringida, no se ha detenido, con la excepción de la Unión Europea y el Estado de California (EE.UU.), que han prohibido algunos productos de PBDE.
En su artículo, publicado en Nature Ecology and Evolution, Jamieson explica que len los crustáceos de la fosa oceánica de las Marianas se encontraron concentraciones de PCB tan altas como 905 partes por billón (ppb), y que incluso las muestras más profundas tenían una concentración de 250 ppb.
Aunque no se conoce con exactitud el origen de estos químicos, el científico cree que otra de las fuentes podría ser la acumulación de COPs (compuestos orgánicos persistentes) que se van al fondo del mar cuando se degrada la Gran mancha de basura en el Pacífico.
La fosa oceánica Kermadec, en el pacífico sur, es el lugar de la Tierra que está casi más lejano de las fuentes de contaminación industria; por eso no es tan extraño que sus niveles de químicos sean menores. Aunque sus concentraciones de PBDE resultaron ser mayores que en las Marianas, siguen siendo más bajas en comparación con las aguas costeras.
Aún no se sabe a ciencia cierta cuáles son los efectos de los niveles de PCB en la fauna de las profundidades, ni cuánto tiempo van a durar. Pero esta parece ser otra evidencia de que el Antropoceno es real.
Fuente, IFLS
El Ciudadano