Colombia evalúa la posibilidad de reforestar la Amazonía a partir de la aspersión aérea de semillas cubiertas con nutrientes, para lo cual lanzó un proyecto piloto este mes en zona rural del municipio de Morelia, departamento del Caquetá (suroeste), que definirá si la estrategia es efectiva.
«Con este piloto experimental se busca probar, en un área muy pequeña (cuatro hectáreas), esa viabilidad de germinación. Nuestra hipótesis es que ese sería un método más económico de reforestación y es lo que queremos averiguar», dijo a Sputnik el coordinador de la Sede Florencia (capital de Caquetá) del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – SINCHI, Carlos Hernando Rodríguez.
En la presentación del proyecto, el 14 de diciembre, el Ejército colombiano, encargado de la aspersión aérea, lanzó 25.000 semillas de distintas especies nativas amazónicas.
El Instituto SINCHI se encargará de monitorear cada mes su evolución, en un lapso de seis meses.
Esas semillas, de las especies cascabelito (Crotallaria pallida), cucubo (Solanum sycophanta), cucharo (Myrsine coriácea), tachuelo (Zanthoxyllumsp) y asaí (Euterpe precatoria), entre otras, escogidas por su potencial de éxito, están cubiertas por una mezcla de arcilla, fique y lana de colores para identificarlas.
El objetivo de esparcir las semillas dentro de esa cobertura de protección —conjunto denominado pellet— es garantizar una mayor probabilidad de germinación. Esto, porque evita que animales puedan comérselas fácilmente, por un lado, y por el otro, para que, en temporada de lluvia, la arcilla absorba la humedad y facilite el desarrollo de la planta.
«Lo que se ha hecho generalmente es la dispersión aérea de semillas desnudas, pero ahora queremos darles la oportunidad de llegar a los sitios para crecer, ya sea en ambientes degradados o que se busque enriquecer», agregó el experto.
Inspiración japonesa
Por primera vez, investigadores utilizan en el país este método de encapsular las semillas, que fue idea del biólogo japonés Masanobu Fukuoka, según un boletín científico del SINCHI.
El número de semillas fue repartido en 10.000 pellets, cuya caída los investigadores habían evaluado previamente, para determinar su resistencia y, por tanto, probabilidad de éxito.
En la elaboración de estos elementos, del tamaño de una moneda, participó una decena de habitantes de las comunidades aledañas.
La inclusión de la comunidad es clave también porque, tras el experimento, el instituto definirá si es bueno continuar dispersando semillas con helicópteros del Ejército, o si es mejor incluir otros medios de transporte como drones o las propias manos de los habitantes de la zona.
Frontera agrícola
Los terrenos escogidos para repartir las semillas fueron sitios con «zonas de alta intervención [humana], que ya tienen muy poco bosque en el paisaje, y [que se ven como] parches muy pequeños y distantes», agregó Rodríguez.
Lugares de frontera agrícola, que alguna vez en un pasado no muy lejano, se veían como un mar verde.
Según cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en 2020, por lo menos 171.685 hectáreas de bosque fueron deforestadas en Colombia, lo que representó un aumento de 8%, frente al año inmediatamente anterior.
La mayor parte de este flagelo se presentó en los departamentos de Meta (centro), Caquetá (suroeste), Guaviare (sureste) y Antioquia (noroeste).
Algunos de ellos son las zonas donde justamente se podría ampliar esta estrategia, si resulta efectiva.
Los expertos tienen la esperanza de que la mitad de los pellets repartidos se puedan establecer adecuadamente.
Si resulta viable, «se puede hablar de (ampliarla a) otros departamentos con características similares. Por ejemplo, hacia la parte sur en Putumayo y Guaviare», aseguró, por su parte, Dairon Cárdenas, coordinador del programa Ecosistemas y Recursos Naturales del Instituto Sinchi.
El piloto amazónico, financiado por el Ministerio de Ambiente, tiene un costo aproximado de 223 millones de pesos (56.000 dólares).
Fuente Sputnik
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