La contaminación con el dióxido de nitrógeno (NO2) aumenta el riesgo de mortalidad por el COVID-19, supone el científico Yaron Ogen, de la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg.
Varios estudios muestran que una exposición duradera al dióxido de nitrógeno puede provocar hipertensión, diabetes, enfermedades pulmonares y cardiovasculares y hasta la muerte por lo que el científico decidió analizar el impacto de ese componente tóxico sobre los pacientes con COVID-19.
El investigador analizó los datos sobre concentraciones de NO2 obtenidos con satélite Sentinel-5P en 66 regiones administrativas de Italia, Francia, España y Alemania y llegó a la conclusión de que la tasa de mortalidad por COVID-19 es más alta en las zonas donde hay más contaminación.
«Los datos de Sentinel-5P muestran dos focos principales de NO2 en Europa: el norte de Italia y el área metropolitana de Madrid», indicó Ogen al concluir que «la exposición crónica puede contribuir de manera importante a las altas tasas de mortalidad por COVID-19 en esas regiones».
El científico indicó que los niveles de contaminación son más altos en las zonas rodeadas de montañas que bloquean el flujo de aire.
El investigador constató que hasta el 19 de marzo en total 4.443 casos letales de COVID-19 se registraron en Italia, Francia, España y Alemania y el 78% de ellos tuvieron lugar en cuatro regiones del norte de Italia y en la comunidad de Madrid.
Al mismo tiempo el científico apunta a la necesidad de un estudio más detallado de los factores como la edad de pacientes y las enfermedades preexistentes.
De hecho, Italia y España actualmente tienen los mayores números de muertos, 24.114 y 21.282, respectivamente, por el COVID-19 después de EE.UU., con más de 42.300 fallecidos, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins.
Las fuentes principales de emisiones de NO2 son las fábricas y centrales térmicas, así como el transporte de combustible fósil.
En noviembre de 2019 los expertos de la Unión Europea informaron que el transporte genera un 47% de óxidos de nitrógeno y una política en la reducción del tráfico podría reducir la contaminación en un 40%.
Tras el brote del coronavirus, la Agencia Espacial Europea constató en marzo una disminución de las concentraciones de NO2 en las ciudades europeas, en particular, una reducción notable en París, Milán y Madrid.
Cortesía de Sputnik
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