Científicos de la Universidad de Pensilvania (Penn State), en Estados Unidos, alertan de una contaminación plástica invisible en el planeta, a causa de fibras sintéticas en prendas de vestir.
Los estudiosos advierten del uso del poliéster y el nylon, materiales que no son biodegradables y contribuyen en la carga de microplásticos en el medio ambiente.
Los expertos sugieren cambiar estos sintéticos ya que “durante la producción, el procesamiento y el uso posterior, se desglosan y liberan microfibras que ahora se pueden encontrar en todo«.
Melik Demirel, uno de los investigadores, propone minimizar el uso de fibras sintéticas y volver a las fibras naturales como la lana, el algodón, la seda y el lino.
Explica que las fibras sintéticas actuales son productos derivados del petróleo y en su mayoría no son biodegradables, mientras que las fibras naturales se pueden reciclar y biodegradar.
Como ejemplo, defiende que este tipo de contaminación producida por los textiles es “invisible y ubicua”. En los océanos, estas piezas de plástico microscópicas se incorporan a las plantas y animales.
Uno de los casos más comunes es que cuando las personas consumen pescado extraído de los océanos, también consumen partículas microplásticas.
En Earth Noticias se denuncia que “millones de toneladas de microfibras y microplásticos se agregan a los océanos, lagos y ríos del mundo cada año. Las microfibras y los microplásticos han convertido el océano en lo que los científicos llaman una sopa de plástico, y el problema solo empeora”.
Otro de los ejemplos expuestos por Demirel es que las secadoras de ropa tienen filtros que atrapan la pelusa de este tipo de prendas sintéticas, también residuos de microfibra, pero las lavadoras de carga frontal actuales, que consumen más agua, generalmente no lo hacen.
Uso de las bacterias
Una de las posibles soluciones que plantea el científico es el uso de bacterias que consumirían este tipo de fibras, pero es una materia que apenas está en fase de investigación.
Para Demirel, “las bacterias que consumen plásticos sí existen”, pero requiere cierto tiempo demostrarlo para ganar un impulso industrial.
“Si las bacterias se usaran a gran escala, podrían ayudar a la biodegradación de las fibras o a romperlas para reutilizarse”, afirma el experto en un comunicado.
Una última opción son las fibras derivadas de proteínas naturales (biosintéticas) que también pueden manipularse para tener características deseables.
En tal sentido, Demirel ha desarrollado “una fibra biosintética compuesta de proteínas similares a la seda pero inspirada en las que se encuentran en los dientes de anillo de calamar”, llamada Squitex.
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