La grieta, de unos 200 kilómetros de extensión, y que se mantuvo relativamente estable durante algún tiempo, ahora se ha ido inclinando de manera progresiva hacia el mar, por lo que los científicos advierten que su colapso se acelerará.
“No están claras las causas exactas del desprendimiento, pero en este proceso no se puede descartar los efectos globales que está generando el cambio climático. De hecho, lo que sucede en el continente blanco suele ser visto como una alerta previa o ‘termómetro’ respecto del impacto que está generando en el planeta el aumento de la temperatura», advierte Estefanía González, coordinadora de Océanos en Greenpeace.
Y agrega que «las consecuencias de este enorme desprendimiento están por verse, pero lo claro es que dejará a la Antártida en una situación de mayor vulnerabilidad respecto de futuras rupturas”.
De acuerdo con los especialistas, el área que se desprenderá será de unos 5.000 kilómetros cuadrados, lo que convertirá a este iceberg en uno de los 10 más grandes que se han registrado. Para tener una idea de su magnitud, la superficie será equivalente a una tercera parte de la Región Metropolitana.
“Lo que está sucediendo en la Antártida es una nueva voz de alerta para profundizar y cumplir los términos del Acuerdo de París contra el Cambio Climático. Lo paradójico es que este desprendimiento en la Antártida se producirá justo cuando el presidente Donald Trump ha anunciado el retiro de Estados Unidos de este pacto mundial”, dice Estefanía González.
Se estima que si toda esa enorme masa de hielo se hundiera en el mar, las aguas del planeta se elevarían unos 10 centímetros, lo que generaría consecuencias devastadoras en amplias zonas urbanas ubicadas en áreas costeras bajas y especialmente vulnerables.